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Viernes de terror

De unos meses para acá, los viernes han sido temidos como la puerta que se abre chirriando en una película de terror. Llevan ya unos cuantos Consejos de Ministros anunciando lo que ellos llaman reformas, los sindicatos recortes y la sociedad desmantelamiento del Estado de Bienestar. Yo lo llamo golpe de estado por fascículos, y me baso en que se están cargando hasta los más pequeños derechos de los ciudadanos, como la atención sanitaria, el programa del sida o la ayuda a las dependencias. Y tan anchos.
zzFoto0204.JPGCon una chulería que nunca pensé que pudiera exhibir, Mariano Rajoy volvía ayer a anunciar que los zarpazos de los viernes van a seguir. La pregunta es qué va a hacer ahora, si se ha cargado la educación, la sanidad, el poder adquisitivo de los empleados públicos, la posibilidad de estudiar una carrera universitaria a los menos pudientes y no sé cuántas cosas más; ¿qué va a reformar-recortar-destruir-ahora? Digo yo, que incluso para que los mercados sepan a qué atenerse deberían publicar ya todas las reformas y no tener al país en vilo. Además, tendrán que tocar algo de las rentas más altas y de los grandes propietarios, que es donde realmente se puede recaudar, porque con lo que suponen los diez mil millones para la sanidad y la educación, es calderilla en los grandes números, y si se mira hacia arriba los ceros se multiplican. ¿Se atreverá Rajoy a tocarle el dinero y las narices a los que más tienen? No creo que esa sea su idea, puesto que lo han puesto ahí precisamente para beneficiarse de la situación, y convertir en negocio lo que son derechos. La borrachera de poder de la mayoría absoluta es tan fuerte, que hasta los que votaron al PP empiezan a preguntarse si esta gente sabe lo que hace o es presa de una locura megalómana.

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Debates estériles

zzdebattt.JPGA estas alturas soy incapaz de poner pasión en discusiones como el feminismo, la existencia de Dios, el pleito insular y otras cuestiones por el estilo como la identidad canaria. Y no es porque no sea apasionado, es que me doy de baja por agotamiento, siempre es lo mismo. Por eso admiro a los tertulianos cuando los veo debatir con furor el mismo guión de hace diez, veinte, treinta años. Agotador. Recuerdo el Congreso de Poesía de La Laguna de 1976, la carajera de los intelectuales después del Manifiesto del Hierro, las sesiones de fundación de un sindicato en las que participé, el Congreso de la Cultura que se hizo en 1985 con el Gobierno de Saavedra, docenas de mesas redondas en Canarias y hasta en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Siempre el mismo tema, y siempre en el mismo punto. No se avanza, ni se retrocede, ni se evoluciona.
Cuando escucho palabras como esbirro, colonialismo, españolismo, patria, pueblo y libertad, cambio de canal o me largo de la sala. Porque puedo compartir muchas cosas de las que se dicen y disentir de otras, pero no entiendo cómo personas con supuesto talento político, social o intelectual pueden seguir en esa noria. Canarias tiene una identidad cambiante, el mestizaje, siempre fue así. Es una sociedad que ha ido asumiendo todas las culturas que nos han llegado incorporándolas a su acervo. Y cada isla ha creado su propio mundo durante quinientos años de aislamiento.
zzdebattt11.JPGTal vez ahora, con la generalización de las comunicaciones físicas y mediáticas, empiece a ser posible una idea común de Canarias. Pero ni siquiera me molesto en indagar cuál es porque será el propio devenir de las cosas lo que la determine. Y si no, pregunten a los partidos políticos, nacionalistas o no, que llevan décadas intentando hilvanar un análisis teórico tras otro, y todos se disuelven en la lucha por el poder.
Cómo será la cosa que, siendo escritor, no tengo la menor idea de si debo decir literatura canaria, en Canarias o de Canarias. Y además, tampoco me preocupa saberlo mientras me queden fuerzas para escribir, que es de lo que se trata. Creo sinceramente que los debates son otros, por ejemplo, cómo dar respuesta al envejecimiento de la población, qué hacer con nuestros jóvenes, cómo acabar con la violencia doméstica, de qué manera vamos a parar el inevitable colapso demográfico… Y en eso poco van importar palabras como colonialismo, esbirro, patria o españolismo. Incluso tiemblo cuando oigo hablar de libertad, en cuyo nombre se han cometido las mayores atrocidades. Las palabras a veces son una bomba de relojería.