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Anónimos

zFoto0398.JPGCuando hay libertad de expresión, cada uno dice lo que piensa, dentro del respeto y fuera del insulto. El identificar lo que se dice con quien lo dice es un derecho y además una obligación. La razón por la que los artículos de opinión, las cartas al Director o los libros llevan la firma de quien los escribe es para dar fe de quien es la persona que porta las ideas allí expresadas, y se responsabiliza de ellas. Sin embargo, hay quien no es capaz de dar la cara y sostener con su firma lo que dice, pero lo dice, envía notas sin firma, porque el anonimato le permite opinar sin argumentos e insultar sin riesgo. Quienes escriben asiduamente en los medios saben mucho de anónimos, y generalmente no se les hace caso, porque no merece la pena. A veces, por el tono, el contenido y algunos otros detalles que al anónimo se le escapan, se sabe quien insulta de manera tan cobarde, con tan escaso estilo. Y se da cuenta de que la incapacidad humana que intuía en el descubierto autor del anónimo es una triste y confirmada realidad. Y ahora con las redes sociales, resulta muy fácil decir al viento cosas sin pruebas tras la máscara del anonimato.

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Viajeros ilustres (*)

Canarias siempre tuvo una gran imagen en el exterior, y la prueba es que durante siglos fue punto de referencia en cualquier lugar de Europa, e incluso de Norteamérica, pues, aparte de las fundaciones tejanas realizadas por canarios, es historia documental que el brindis por la Independencia de los 13 territorios que fueron el embrión de Estados Unidos en 1774 se realizó con vino canario, y así Washington, Jefferson, Adams y los demás padres fundadores bautizaron el nacimiento del imperio que llega hasta hoy con malvasía insular, tal vez porque, anglosajones al fin y al cabo, nuestro vino tenía el prestigio de haber salido en alguna obra de Shakespeare.
Y esa imagen que una vez funcionó y dio renombre a Canarias, puede crearse de nuevo a poco que explotemos algunas claves de nuestro paso remoto o reciente que tienen incidencia en todo el mundo. Y las referencias culturales, históricas o científicas vuelan con apenas un soplo por nuestra parte. Se sobreestima la influencia que tiene ser cuna de personajes universales. Salvo casos muy aislados como el de Stratford por Shakespeare, Figueres por Dalí o Saltzburgo por Mozart, no tienen demasiado valor mediático -y por lo tanto de imagen- los lugares donde vieron la luz primera ilustres personajes. Importa poco si Donizetti nació en Bérgamo o si Picasso es nativo de Málaga, pero sí que interesa el tiempo que Chopin pasó en la villa de Valdemosa, o la aclimatación de Robert Greaves a la isla mallorquina. Lo que más interesa de Kafka no es que naciera en Praga, sino sus visitas a Viena para verse con su amante Milena Yesenka. Y así con casi todos. ¿Qué valor de imagen internacional tienen las villas aragonesas donde nacieron Goya o Buñuel? Por el contrario, sí que se resalta la última etapa de la vida del pintor en Burdeos o los ciclos mexicano y francés del cineasta.
zzttyyDSCN4183.JPGAunque es sin duda un gran orgullo para nosotros como paisanos suyos que nacieran aquí Manolo Millares, Alfredo Kraus o Pérez Galdós nos sirve de poco, por mucho que se diga que pasearon el nombre de Canarias por el mundo. Eso sólo lo hacen los equipos deportivos cuando llegan a lo más alto con el nombre de una ciudad. Nos dan más imagen exterior los personajes que alguna vez estuvieron en Canarias, aunque sólo sea desde el mar, como le sucedió al naturalista Charles Darwin cuando pasó por las costas de Tenerife en 1831 en su famosa expedición a bordo del Beagle, y no lo dejaron desembarcar por miedo a que en el barco hubiese cólera. También sucedió con Humboldt, cuando recorrió buena parte de Tenerife, o -ya en tiempos recientes y a otro nivel- con la actriz Raquel Welch cuando estuvo en Lanzarote haciendo una película.
Podríamos crear imagen de Canarias, y en este caso desde Gran Canaria, incidiendo en la fructífera estancia del compositor francés Camilo Saint-Säens en nuestra isla, donde incluso inauguró con sus manos el órgano de la iglesia de Guía. O las estancias de Igor Stravinsky en Maspalomas durante sus últimos años (murió en 1971), sin contar las recordadas estancias de nombres tan legendarios como John Huston y Gregory Peck cuando filmaron Moby Dick, de Marcello Mastroianni para rodar Tirma, o la visitas espectaculares de María Callas, sin contar con que en nuestro puerto y nuestra ciudad hicieron parada y fonda docenas de celebridades en la ruta hacia y desde América, como Enrico Carusso, Vaslav Nijinsky, Miguel Ángel Asturias, Pablo Neruda o André Bretón.
De todas las celebridades que tuvieron una fuerte relación con Canarias, sin duda la de mayor reclamo es la escritora británica Ágatha Christie, que fue habitual veraneante durante cuatro décadas, casi hasta su muerte en 1976. Hay novelas suyas en las que aparece el Hotel Metropole, y sus personajes hablan del excelente clima y las buenas comunicaciones de Canarias. Muchas de sus páginas fueron escritas en la terraza del Metropole, y sin duda las sombras de Hércules Poirot y la Señorita Marple deben vagar por el edificio hoy convertido en oficinas municipales, pues muchas de sus historias nacieron mirando «las dos playas perfectas» de la ciudad, en palabras de la autora.
Reconociendo el gran valor histórico que el papel de Canarias tuvo en la edad de los grandes descubrimientos geográficos, está visto que eso mucha imagen no crea. Es evidente que por aquí pasaron todos los nombres que hoy son historia, Vespuccio, Magallanes, Juan Sebastián Elcano y todos los demás: Pizarro, Cortés, Valdivia, Orellana… Y es evidente que el más notorio de todos fue el Almirante Cristóbal Colón. Seguimos hurgando ahí, pero aunque históricamente es importante, en cuanto a imagen no nos ha servido de mucho, porque Colón, mediático, lo que se dice mediático, no es. Creemos, pues, imagen utilizando esos resortes mediáticos que nos da la historia. Es una baza para el futuro.
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(*) Este trabajo fue publicado hace unos años en otro espacio. Ahora lo pongo al alcance de mis lectores blogueros.

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¿Son necesarios los políticos?

No me suena bien la música de quienes abominan de la política y hasta dicen que sobran los políticos. Pues nada, implantamos un sistema totalitario, mandamos a casa a todos los políticos elegidos en las urnas y a otra cosa. Ese es un discurso muy peligroso, y nada tiene que ver con ser críticos. El actual sistema está agotado, necesita renovación democrática, pero siempre necesitará de políticos.
zFoto0076.JPGY aunque simpatizo con los nuevos movimientos de masas, tampoco me suena bien esa letanía de «los políticos no nos representan». Hay que hacer presión para mejorar el sistema, para controlar los dispendios de los políticos, para erradicar la corrupción, pero si prescindimos de la política en el horizonte aparecerá la dictadura. Sí, ya sé que de alguna forma lo que está sucediendo es una forma de tiranía, y contra eso también hay que oponerse, siempre desde la política, porque políticos somos todos por acción u omisión, ya lo dijo Aristóteles.
Seguramente hay políticos cuya única ambición solo sea el poder, o peor, los beneficios que puede acarrearles el poder, pero también los hay que tienen vocación de servicio, y con un sistema de listas abiertas se separaría mejor la paja del grano. Pero nunca hay que prescindir de la política, porque entonces la poca o mucha democracia que tengamos se diluirá. Y no creo que quieran eso quienes enarbolan este discurso, empujados la mayoría de las veces por una indignación más que justa. Pero la indignación, incluso la furia, no debe nublarnos el pensamiento.