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Pedro Lezcano y lo que queda por soñar

«… ¡Hay tantos sueños a la luz del día,
en esta tierra que amansó la espuma,
que no ha soñado nadie todavía…!»
(Pedro Lezcano. Muriendo dos a dos, 1947).
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Como cada año, el 21 de febrero se celebra el Día de las Letras Canarias, que desgraciadamente suele pasar de puntillas, no sé si porque está en manos de políticos que generalmente consideran la cultura una «María» (y la literatura sería entonces una «Mariquilla»), o porque forma parte de la desidia general de Canarias en lo relativo a la memoria de quienes trataron de construir una sociedad fuerte, dinámica y culta, justo lo contrario de lo que interesa generalmente a todos los poderes, que el poder no reside solo en las instituciones y en los políticos.
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Se van dos fuentes del mito

harper eco.JPGQue desaparezca un escritor que marca una época y un estilo siempre es triste; que se vayan dos de un golpe es tremendo. Han muerto el mismo día Harper Lee y Umberto Eco. Como todo lo humano, sus figuras se irán desvaneciendo con el tiempo, pero no así las obras que dieron lugar a mitos del siglo en que vivieron. Siempre nos quedará la figura ejemplar de Atticus Finch, el protagonista de la novela Matar un ruiseñor, la gran y casi única obra de Harper Lee, y que identificamos con la cara de niño bueno pero a la vez de hombre insobornable que dio en la pantalla Gregory Peck. Continuar leyendo «Se van dos fuentes del mito»

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Las tres vidas de Gelu Barbu (*)

3f3f3t.JPGGelu Barbu fue una institución en Las Palmas de Gran Canaria muy pronto. Llegó a esta ciudad empujado por una dolencia de espalda y atraído por el clima cálido, y fundó el primer ballet estable que ha habido en la ciudad. Fue primera figura en Bucarest y en la URSS, y tuvo como maestro en la Academia Vajanova -la mejor del mundo- a Alexander Puskin, bailarín último descendiente del poeta del mismo nombre. Odiaba el amaneramiento de los bailarines en el escenario y defendía que un buen bailarín debe ser viril y fuerte.
Su historia personal es tan dura como esperanzadora. Una y otra vez la vida le fue poniendo la pared de frente, pero él, siempre con la esperanza como antorcha, fue capaz de volver a empezar, hasta que se enamoró de Las Palmas de Gran Canaria y se quedó para siempre. Poco a poco, el tiempo ha ido repartiendo justicia, cayó aquel muro berlinés que Gelu cruzó cuando todavía el cemento no había fraguado, se le ha reconocido en Canarias su dedicación y su identificación con esta sociedad y en Rumanía se acabaron los dictadores. Continuar leyendo «Las tres vidas de Gelu Barbu (*)»