Los anglicismos son como una mancha de aceite que se extiende por todos los rincones del español (supongo que también de otras lenguas). Últimamente hace furor poner etiquetas en inglés, sea could, hardcore o VIP, o los nombres de actividades que siempre fueron senderismo, reventar los precios o cambiar de canal de televisión, y que ahora son trekking, dumping o zapping. La palma se la lleva con diferencia el sufijo -ing, que se usa para todo: casting (audición o prueba), parking (estacionamiento) o rating, que tiene variados usos. Por añadir el infausto apéndice que no quede, pues ya se lo ponen hasta a palabras en español, y a lanzarse atado de un puente lo llaman puenting, cuando, hasta donde yo sé, puente en inglés es bridge. Y encima estos palabros evolucionan, recogen nuevos matices o los impone la publicidad o el papanatismo.
Hablando de lo mismo y a la vez de otra cosa, antes salíamos a correr; con el chándal llegó el footing, que luego se llamó joggin y más tarde running, sin tener en cuenta los matices que cada palabra tiene en inglés. El caso es que, sea con afán competitivo o no, sea con ritmos fuertes, moderados o al trote, a la gente le ha dado por correr, y se concurre a eventos deportivos muchas veces sin conocer cuáles son las condiciones físicas y la preparación previa que se necesita. Las instituciones públicas y privadas y las marcas comerciales se dan codazos para patrocinar estas concurrencias. Todavía no sé si fue primero el huevo o la gallina, pero unos organizan porque otros corren o es justo al revés. El caso es que, casi siempre bajo reclamos en inglés, la gente se ha echado a correr. Son tradición en muchos lugares carreras ciudadanas como las de San Silvestre para rematar el año, pero es que, sin salir de la isla, hay carreras continuamente. Se aprovecha un festejo, una fecha señalada o un «porque me da la gana», se convocan para cualquier edad y se diría que toda Gran Canaria se pasa la vida corriendo, sea maratón (que hay que echarle narices para que un ciudadano haga 42 kilómetros aunque sea caminando), media maratón, 10 kilómetros o «de aquí hasta allí», en carreteras, parques, calles o campo a través (digo yo que por qué no dirán a través del campo, pero con cuidado para no pisarle las lechugas a Marcialito). En Teror hacen la Guayre Extreme, en Agaete la Vertical Tamadaba y en todas partes, llámese Arguineguín, Telde, Agüimes o Tejeda, todo el mundo al galope, y se remacha con la Transgrancanaria, que es un derroche de pulsaciones que poquitos aguantan. Y venga a correr y a comprar ropa deportiva, zapatillas, relojes cuentapasos y bebidas energéticas. Ya he perdido la cuenta de los eventos que hay en Las Palmas de Gran Canaria; es que sale uno a comprar el pan y se tropieza con una olimpiada, porque antes de correr algunos entrenan. Por mi parte, también practico deporte, voy a buen paso hasta la panadería, pero correr no, porque de niño me decían que correr es de cobardes, y esa debe ser la razón por la que los valientes no corren, sino que hacen footing, joggin, running… ¿Cómo se llamará el año que viene? Me dicen que tal vez leaving: irse, largarse, mandarse a mudar.
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