El agua del Guiniguada es colectiva

PICT0e055.JPGEl cauce del barranco Guiniguada es un pilar de la geografía y la historia de Gran Canaria, y su incidencia empieza en su nacimiento en la cumbre de la isla y termina en la desembocadura, junto al palmeral que ocupaba lo que hoy es el barrio originario de Las Palmas de Gran Canaria.Grandes, bellos, imponentes y fundamentales barrancos componen la conformación radial de una isla circular y cónica como Gran Canaria, y sus nombres nos trasladan a la memoria colectiva: Tirajana, Arguineguín, Jabonero, La Aldea, Azuaje… Muchos, pero el Guiniguada es fuente de mil hechos que han determinado muchas veces el futuro y la supervivencia de toda la isla. Desde la excavación del túnel que trajo el agua a esta vertiente para llevarla a la capital a lo largo de 44 kilómetros, el agua del Guiniguada fue primordial para el crecimiento de la ciudad capital, así como para la prosperidad de los cultivos durante todo su recorrido. En su cauce hay historias que daría para muchos libros, desde las cuevas del tesoro del Cabildo Catedralicio, donde escondía las riquezas de La Catedral cuando se presentían piratas, hasta el uso como defensa de su agua, como cuando la cortaron para dejar sin suministro a la ciudad para matar de sed a los corsarios holandeses de Van Der Doez en 1599.
PICT0005.JPGY todo esto viene a cuento porque están entubando el agua desde la salida del túnel de La Mina, que hasta ahora llegaba libremente hasta el pago de La Yedra, en el municipio de la Vega de San Mateo. En ese recorrido, el barranco ha mantenido distintos ecosistemas, flora única que da cobijo a una fauna peculiar, y desde luego ha incrementado la riqueza paisajística. Y todo eso se está perdiendo sin que se plante el ayuntamiento de Tinamar y sin que el Cabildo grancanario tome cartas en el asunto, porque el uso comunal de esa agua viene de 1501, concedido por los reyes Católicos. Y seguimos en Gran Canaria con la maldición de ser el único lugar en el planeta en el que el agua es propiedad privada, a pesar de que existe una Ley de Aguas canaria de 1990 y otra estatal de 2010 que empiezan a parecer papel mojado (y no es un chiste). Pero, claro, esto no interesa tampoco al Parlamento de Canarias, al Diputado del Común y a todas las instancias que en principio tendrían que velar por el interés general. Y el agua del Barranco de la Mina no solo es un bien económico -que también- es historia de nuestra isla, futuro de nuestras riquezas naturales y presente de nuestro paisaje. Empieza a ser hora de que acabe la práctica de que unos pocos controlen y se apoderen de lo de todos, y encima pongan en peligro el espacio que vamos a legar a las nuevas generaciones. De modo que el agua del Barranco de La Mina tiene que discurrir en superficie; debe ser así por derecho histórico y por sentido común. Lo contrario sería una cacicada.

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