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Lo canario (*)

xxIMG_0984.JPGÚltimamente lo canario parece ser que es solo aquello que se asimila al folclore, a la artesanía y a la tradición, y cuanto más rústico, mejor. Es más canario quien canta folías que quien hace rock, quien trenza palmas que quien instala ordenadores, quien recita odas al Roque Nublo y a los guanches que quien representa una obra de Pirandello. Pues no, porque así ni Cernuda era andaluz, ni Dalí catalán, ni Zarra vasco, que encima jugaba un extraño deporte inglés en ropas menores. Se confunde lo canario con el costumbrismo. Es fundamental recuperar nuestra tradiciones (sólo las positivas), fomentar nuestros valores y divulgar entrañables usos para que no se pierdan; pero es que se asimila lo canario a la ruralidad ancestral, y en Canarias hace siglos que nacieron centros urbanos. Lo usual es que los urbanitas, cuando quieren ir de canarios se calan un cachorro, se ponen una chaqueta de estameña o se visten como los campesinos de hace cien años. Es necesario entender que hay personas que se sienten canarias y luego pintan abstracciones, juegan al baloncesto, tocan jazz, escriben novela urbana, enseñan a leer y hasta visten como en Londres, porque uno de nuestros distintivos siempre fue estar abiertos al mundo, por eso tenemos grifos en casa y no vamos a buscar el agua en bernegales a las fuentes públicas. Y resulta que son muy canarias las mantas esperanceras que siempre vinieron de Manchester, y es que lo son precisamente por eso. Para mí, lo canario es una manera de ser.
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(*) (Disculpen que hoy no hable de Grecia; es tal mi indignación, que si lo hiciera probablemente acabaría en el juzgado).

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Demasiado cerca me parece Francia

Mi creencia durante años ha sido que, cuando se nombra un ministro, se le marcan unos objetivos, que siempre he supuesto de mejora del área de que se trate. Si es de Obras Públicas, mejores carreteras; si es de Sanidad, mejores hospitales; si es de Comercio, mejores cauces de intercambio. Pero el gobierno actual parece que ha sido encargado de la destrucción de cualquier latido que vaya en beneficio del interés general, con la inestimable complicidad de gobiernos autonómicos y otras corporaciones públicas afines. Hay un listado inacabable de leyes, decretos y acuerdos ministeriales, autonómicos y municipales que, puesto en fila, han dañado gravemente las libertades democráticas, la sanidad pública, el comercio interior, los servicios sociales, los avances con las minorías, las pymes, el mercado de trabajo y hasta la imagen exterior de España. lombcebasura.JPGSe ha hipotecado el futuro energético y se le ha dado un zarpazo a las renovables. En muchos casos, este daño ha sido una herida mortal, y no tenemos ni idea del tiempo que se tardaría en recuperar lo perdido si empezáramos mañana. En cuatro años han laminado lo conseguido en más de treinta. Hay que decir, por lo tanto, que el gobierno de Rajoy ha sido de una eficacia formidable, y pasará a la historia como una vergüenza democrática que se ha empleado a fondo en destruir el país en beneficio de unos pocos. De toda la cadena de destrucciones programadas, llaman la atención las que afectan a la educación y a la cultura. Además de desviar dinero de la enseñanza pública a la privada, este gobierno ha ejecutado el mayor ataque a la educación que se recuerda, especialmente a las Humanidades, se ha cargado la música, la historia, el latín, la filosofía y remacha en estos días con la literatura. Eso sí mucha teoría sobre los idiomas, especialmente el inglés, pero el resultado puede ser unas generaciones que sepan hablar la lengua de Shakespeare pero no sabrán qué decir. Se ha decretado la idiotización general de España, porque así es más fácil explotar hasta la extenuación a los que ayer fueron ciudadanos y hoy son rehenes de la codicia institucionalizada. En cuanto a la cultura, han fulminado el cine, el teatro, el mercado editorial y discográfico, inerme legalmente ante lo que llaman piratería y es claramente robo, el ballet, las enseñanzas musicales… Han desmantelado todo lo que nos diferencia de los tigres. Y ahora que Wert deja el ministerio, no me consuela el hecho de que se vaya a otro país el hombre más funesto para la educación y la cultura españolas desde hace muchas décadas. Demasiado cerca me parece Francia.

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Laura Antonelli y las etiquetas

imagen alua antonelli1.JPGHa muerto Laura Antonelli, que ha quedado en la historia como el sueño húmedo italiano de su generación, a causa de los papeles con carga erótica que interpretó, especialmente Malizia (1973), aunque yo prefiero recordarla en su corta pero deslumbrante aparición en Satyricon de Fellini y especialmente en su intervención en L’Innocente de Luchino Visconti. En los años 60 y 70 surgieron en el cine europeo algunas actrices que tenían el don del talento (una más que otras) y la maldición de la belleza. No sé si fueron ellas mismas, las circunstancias, los productores, el público, el machismo o todo a la vez, pero el caso es que fueron etiquetadas por su intervención en una película (a veces de mucha calidad) de tono subido y escándalo hipócrita inevitable, o bien porque aparecían en mucho títulos haciendo el mismo papel (tal vez no les daban otros y había que comer). Por desgracia, el futuro de la mayor parte de ellas fue casi como una condena inquisitorial, un castigo bíblico, asediadas por los malos amores, el alcohol, imagen alua antonelli.JPGlas drogas y algunas veces por la pobreza rigurosa, las enfermedades mentales (o ambas) y el abandono de una industria que llenó sus bolsillos a su costa. Fue la suerte que corrieron María Schneider (El último tango en París), Sylvia Kristel (Emmanuelle), en España la inefable Nadiuska y la propia Laura Antonelli. No tuvieron la suerte de ser respetadas como Marylin Monroe, Ava Gardner y las bellísimas italianas de las generaciones anteriores, que fueron a la vez adoradas como mitos eróticos y aplaudidas como actrices (Silvana Mangano, Sophia Loren, Claudia Cardinale). Laura Antonelli estuvo a punto de dar ese salto cuando actuó en L’Innocente (1976), basada en una novela de D’Annunzio, pero Visconti murió antes del estreno y con él desapareció su oportunidad de ser una de las grandes. Su biografía encaja de nuevo con el mito de la bella infeliz, que hoy se cierra con una nota de agencia sobre su muerte en la que se vuelve a insistir en la misma etiqueta que la destrozó. Laura ya forma parte del panteón de las bellas que perdieron el norte y la razón cuando estaban en la cima: Gene Tierney, Veronika Lake, Rita Hayworth… Ojalá ahora encuentre, por fin, la paz.