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Doscientos años de soledad


aracatacaa.JPGCuando no es una cosa es otra, y desde Rio Bravo a Tierra de Fuego, América Latina es siempre lugar de conflicto, herencia de la mala descolonización, del caudillismo heredado de los virreyes y de la idea de que siempre tiene que haber un salvador. En Europa hablamos de conservadores, liberales, socialdemócratas y hasta de nacionalistas, pero allá siempre está en la cima y en el nombre un caudillo, de un lado o de otro: zapatismo, porfirismo, sandinismo, peronismo, castrismo, chavismo… El ambiente político no ha variado desde las guerras civiles de Varela y Taboada en Argentina, de Páez y Santander en tiempos de Bolívar, de Carranza, Villa, Zapata y Obregón en la romántica revolución mexicana que finalmente sólo sirvió para imponer otra oligarquía, como en Cuba, en Nicaragua o en Colombia. La culpa ya no se sabe de quién es, como cuando las parejas se enconan en un mal divorcio. América Latina lleva casi dos siglos de guerra civil, conviven los muertos y los vivos como en Pedro Páramo, es el lugar espectral de las Casas muertas de Otero Silva, es el desprecio indígena del británico Borges. Nos seguimos preguntando con Pedro Gómez Valderrama cuál es La otra raya del tigre. Instalados en el fanatismo, siempre está más cerca la violencia que el acuerdo, y ya no sé qué pensar, pero es seguro que sobran espadones. García Márquez se equivocó en el cálculo, son doscientos, no cien, los años de soledad de América Latina.

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Feliz eternidad, Gabo

imagencorol.JPGHace un año ya que te fuiste, querido Gabo. Andamos entretenidos en corrupciones varias y en celebrar el centenario de La metamorfosis, la novela de Kafka que tanto te marcó. Sin el insecto del checo es posible que Remedios La Bella nunca hubiera subido al cielo en cuerpo y alma, que en tus relatos haya quien se alquile para soñar, que nacieran niños con rabo o que los yanquis se llevasen el Mar Caribe y dejaran el hueco. Casi se nos pasa tu aniversario, pero entiende que en el año que faltas las cosas han empeorado. Y eso que ahora parece que los yanquis y Raúl se han dado la mano, o lo parece… De por aquí poco que contar, seguramente porque hay demasiado y los medios lo cuentan a su manera, estableciendo rangos falsos. Si ves por ahí a Jorge Luis Borges dile que su idea de que el siglo XX no podría ser contado por exceso de información, en el siglo XXI ya es realidad tangible. Cuando hay tecnología casi infinita, estamos sumidos en la desinformación. Es decir, desistimos de entrada de contar el siglo presente porque estamos inmersos en otros Cien años de soledad. Al final solo queda el ser humano, como en tus novelas, y eso es lo que contaremos, a ver si en el futuro se entiende este tiempo por la literatura, lo mismo que hoy entendemos el pasado gracias a la imaginación de quienes, como tú, inventaron un mundo paralelo para poder comprender el real. Pero esa es otra historia. Nos seguimos viendo. Feliz eternidad.

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Cervantes nos asista, Rinconete

Hablaba esta tarde con unos amigos de un tal Miguel de Cervantes, que publicó una colección de 12 novelas que en principio se llamaron Novelas ejemplares de honestísimo entretenimiento, que pronto vieron reducido el título genérico a las dos primeras palabras. Aunque ya con pequeña extensión se había publicado en España nada más y nada menos que El Lazarillo de Tormes, el género de la novela corta se hizo muy popular en Italia en la segunda mitad del siglo XVI, y podemos decir que fue Cervantes quien lo introdujo en nuestra lengua. Las llamó ejemplares porque son moralistas, pero lo más interesante es que aparecen diversos modelos (en eso también son ejemplares), pues hay de todo: amorosas, moriscas, pastoriles, picarescas, e incluso aparecen elementos que, siglos después, darían lugar al género fantástico. Se suele tomar a esta serie como cosa menor pues la sombra de El Quijote lo oculta todo (también su teatro y su poesía), pero no es aventurado decir que, si Cervantes no hubiera escrito El Quijote, también sería una gran figura del Siglo de Oro.
aaarrrato.JPGY traigo hoy aquí a don Miguel después de ver el espectáculo callejero alrededor de Rodrigo Rato, el circo de tres pistas que fue la sesión de constitución del Parlamento andaluz, la desidia alrededor de un barco hundido cargado de fuel y el teatro del absurdo que es el retablo nacional. Nuestro país se ha convertido en el patio de Monipodio, espacio que aparece en Rinconete y Cortadillo, una de esas Novelas ejemplares, estampa de una sociedad donde reinaban el timo, el fraude, la estafa y el engaño. Por lo visto, más de cuatro siglos después, seguimos en la misma España de los pícaros, y como dice uno de los personajes de la citada novela cervantina «No se puede ser bueno y malo a la vez». Cervantes nos asista, Rinconete.