El año de la cabra (majorera, por supuesto)
Los chinos están en el comienzo del año de la cabra, que se relaciona con la sensibilidad, la generosidad y la honradez. En las culturas occidentales la cabra en siglos recientes ha gozado de poco respeto, pues se la acusa de inconstante, dispersa y poco organizada, y cuando alguien no da pie con bola se suele decir que está como una cabra. Por lo tanto, si cogemos el rábano por las hojas podemos decir que claramente este será en España el año de la cabra con todas sus consecuencias, año de locura, dispersión y desorden. Si al final acaba siéndolo, no será culpa de la cabra, que tiene un lugar de honor en muchas mitologías, desde la leyenda griega de la cabra Amaltea a las cabras que tiran del carro de Thor en la mitología escandinava. Ese respeto ganado por este animal gracias a su curiosidad, su inteligencia y su deseo de libertad (al contrario de las gregarias ovejas) se ha ido volviendo al revés tal vez por el desconocimiento debido a que desde que nacieron las ciudades las certezas sobre la Naturaleza se han ido volviendo estereotipos a menudo falsos. Así, cuando había que ofrecer un sacrificio para aplacar a una deidad furiosa se inmolaba un «chivo expiatorio» (el macho de la cabra). Pero en la mitología los faunos eran mitad cabra mitad hombre y a menudo son confundidos con los sátiros, que son el símbolo de todas las perversiones sexuales, pero no son cabras, sino carneros, los machos de las dóciles ovejas. Así que, ojalá este sea de verdad el año de la cabra, porque brillarán la inteligencia, la sensibilidad, la honestidad y, según el catón, seremos más curiosos, libres y generosos. Así que no echemos a la cabra las culpas de nuestras torpeza.
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(La foto pertenece al grupo escultórico dedicado a la cabra majorera en Puerto del Rosario, Fuerteventura).