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Qué tiempos más raros


zzkkñFoto0554.JPGDurante toda la vida, un cree que hay determinadas cosas que son inmutables, que siempre han sido así y siempre lo serán. Y no es que lo piense, es que lo da por hecho como que el sol sale por el este o que nunca llueve hacia arriba. Pero resulta que en los útimos años todo se ha puesto patas arriba, unas cosas para bien, otras para mal y otras ni se sabe, porque desconocemos hacia dónde nos conducirán. Hace tan solo un par de décadas dábamos inconscientemente por imposible que en Estados Unidos hubiese un presidente afroamericano, que España ganase un Mundial o que se hablara tranquilamente y sin tapujos en los medios de comunicación de las amigas íntimas del rey. Que ETA dejase de matar era solo un horizonte lejanísimo y, desde luego, que fuerzas conservadoras como CIU planteasen a las claras la separación de Cataluña era impensable. Nos habríamos partido de risa si el amiguete gracioso de la reunión soltase un chiste hablando de la dimisión del Papa. Y resulta que todo eso ya es una realidad, y seguramente el problema que tenemos es que no sabemos cómo administrar estas nuevas situaciones, porque incluso el tiempo meteorológico hace cosas que antes no hacía. En definitiva, vivimos tiempos raros, y cuando todo se asuma como normal y nuevamente inmutable, la gente volverá a creer que siempre será así, hasta que vuelva a cambiar.

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Wert nos ha enseñado el camino

zzxxDSCN4177.JPGPor fin se empieza a vislumbrar cordura y racionalidad en el disparate de eso que llaman cultura. Es que íbamos embalados hacia el caos, con tanto despilfarro en un asunto tan banal e improductivo como la cultura. Porque vamos a ver: ¿Para qué sirve un cuadro? ¿Qué necesidad hay de teatros cuando hay cuarenta salas de multicines donde ponen cine americano? ¿Qué otra cosa sino comerle el coco a la gente hacen los conferenciantes, los poetas, los novelistas y los investigadores de toda calaña? Los actores que trabajan fuera pagan impuestos allí donde actúan, pero aquí solo tributan lo que hacen en España. Ya, ya sé que eso mismo hacen los deportistas de élite que juegan en el extranjero, pero no irán a comparar a Gasol y Nadal con Bardem y Banderas, son conceptos distintos. Ya era hora, y el momento es propicio. Basta ya de sufragar actividades en los que pulula gentuza del submundo marginal de la cultura que tiene escasa efectividad económica. Nos estábamos saliendo de madre, que ya fue demasiado crear el CAAM, rehabilitar el Cuyás y desperdiciar en la playa de Las Canteras un solar magnífico para un hotel de cinco estrellas donde han puesto un auditorio que nos cuesta dinero. Hay que cerrarlo y ampliar el Centro Comercial de Las Arenas hacia el mar. Hombre, por Dios, y finiquitar ese Museo de la Ciencia que un día se le ocurrió a Tito Quevedo y que sólo sirve para llenarlo de chiquillería estúpida que pierde clases para ver chorradas improductivas. Ahora sí que enfilamos bien el futuro. ¿Cultura, para qué? El ministro Wert pasará a la historia como el guía que nos ha mostrado el camino.