Este final de invierno y anuncio de la primavera se presenta literario y narrativo en mi entorno, puesto que cinco excelentes novelistas y sin embargo amigos publican sus más recientes creaciones, que desde luego recomiendo. Si un poco más lejos nos quedan las más recientes publicaciones de Santiago Gil y Carlos Álvarez, hace menos vio la luz La piel de lefaa, una novela muy curiosa de Juan Ramón Tramunt, en la que lo detectivesco, lo político, lo humano y lo etnográfico se entremezclan en una narración que no se deja soltar una vez se entra en ella, en un recorrido que nace en Canarias y se mueve por Europa y el Magreb tan querido por el autor. Muy pronto volverá a ser presentada en el mismo lougar en el que tuve el privilegio de hacer de pregonero de otra novela, la de mi otro amigo José Luis Correa, que nos hace su sexta entrega del entrañable y a veces irritante detective Ricardo Blanco; me refiero a Blue Christmas, una novela que comparte título con una memorable canción de Elvis Presley, pero que respira en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, con un desparpajo encomiable y sin complejos universalistas (lo que la universaliza). Hace poco que Alexis Ravelo -otro amigo, qué quieren, soy de muy malas compañías- nos dio la última entrega de su detective Eladio Monroy en Morir despacio, y casi sin dejarnos respirar acaba de caer en mis manos su más reciente relato, La estrategia del pequinés, una novela negra-negrísima con la tinta aun fresca; en ella da descanso a su hasta ahora detective-bandera y nos lanza por un tobogán trepidante que no sé de momento cómo acaba porque escribo esto a mitad de su lectura, pero sigue siendo nuestro Alexis, el que nos gusta. Así que, no es una leyenda urbana que en Canarias hay buenos novelistas, es una realidad aunque muchos quieran seguir ingnorándolo.