Lo que ellos digan
Los ingleses decidieron hace muchas décadas que Canarias era una tierra propicia para cultivar los tomates que ellos necesitaban para sus ensaladas, más a mano que las lejanas bayas de ultramar, a dos días de Liverpool y con un dominio total de la producción y el mercado. Ahora es Bruselas la que decide sobre nuestras cosechas; el caso es que nunca hemos gobernado nuestras fuentes de riqueza, fuera caña de azúcar, viño, cochinilla, plátanos, tomates o turismo. Siempre son otros los que, desde muy lejos, dicen cuándo y cuánto hay que producir. Y se nota, sobre todo en las proximidades de citas electorales, en el discurso tomatero de nuestros políticos. El caso es que seguimos pendientes de lo que los europeos quieran comer y lo que quieran pagarnos por nuestros productos. Y nadie se esconde para decirnos que hasta eventos como el Festival de Música o los Carnavales tienen la mirada puesta en lo que la señora Europa desee. Quinientos años de soledad, que diría un amigo mío que es coronel.
***
Nada tiene que ver con mi post, pero pongo este enlace con el blog de Alexis Ravelo, y así me ahorro escribirlo.