Cataluña y Euskadi
La izquierda abertzale ha dicho que el cese de lo que ellos llaman lucha armada no es el final del conflicto.Ya descubrieron el Mediterráneo. Para empezar, llamar lucha armada a 43 años de terrorismo es un eufemismo que no responde a su significado real. Hay lucha armada cuando lo están los dos contendientes, y ya se sabe que los muertos de Hipercor iban armados de peligrosísimas tarjetas de El Corte Inglés, que Gregorio Ordóñez empuñaba una pala de pescado en el restaurante donde le descerrajaron a traición un tiro en la nuca, y que el profesor Tomás y Valiente portaba el inquitante borrador de un examen. Lucha armada es cuando todos tienen capacidad legítima para defenderse, y aunque un guardia civil lleve armas no tiene ninguna posibilidad si le pones una bomba-lapa en el coche. Y es verdad, el conflicto no acaba, nos esperan otros cincuenta años de dimes y diretes sobre soberanismo, autodeterminación, mesas populares y referéndums peculiares sobre esto y aquello. Igual que ocurre ahora en Cataluña, lo cual hace que Euskadi tenga un concierto económico envidiable, Navarra una foralidad muy beneficiada y Cataluña siga tensando la cuerda porque al final siempre sale ganando.
Es indudable que el final de las pistolas es un gran paso adelante, pero la verdad es que estoy cansado de que el 70% de las noticias nacionales tengan que ver con Euskadi y Cataluña, cuando son el 20% de la población y el 8% del territorio. Que en España hay otras 15 comunidades autónomas que suponen el 80% de la gente y el 92% del espacio. Cierto es que Cataluña y Eskadi son dos comunidades industrializadas, pero ya vale de que los inmigrantes del resto de España que ayudaron con su esfuerzo a darles properidad sigan siendo considerados maquetos o charnegos. Yo creo en las autonomías, en la diversidad cultural, en la profundización en la rica cultura catalana y en el impulso para recuperar el eukera. Todo eso me parece legítimo y lo defiendo, pero también digo que estoy hasta el gorro de que Cataluña y Euskadi nos tengan siempre en vilo a la mayoría de los españoles, con lo que dan argumentos al ultranacionalismo español que se cocina en los cenáculos de Madrid. Los radicales vascos y catalanes le hacen la campaña electoral a los conservadores españoles, y estos a su vez le llenan las urnas a los otros. Parece que en el fondo se necesitan para seguir en la cresta de la ola. Por eso digo que el debate en Euskadi no ha hecho más que empezar, y va a durar la intemerata, porque a todos los dirigentes les conviene, se alimentan de eso.