Lecturas de verano

Tradicionalmente dejamos para verano los libros gordos, para leer en la hamaca o en las horas muertas. El problema es que ahora todos los libros son grandes. Parece que si una novela no es muy extensa no puede convertirse en un clásico, y la historia no dice eso.
zzstefan-zweig-marc3ada-antonieta[1].jpgHay en efecto novelones que forman parte de la historia de la literatura, desde Guerra y Paz a Fortunata y Jacinta, pero no es menos cierto que novelas de pocas páginas también están en el cuadro de honor: Pedro Páramo, La perla, El extranjero, Carta de una desconocida… Recuerdo que dejé para verano El nombre de la Rosa, la trilogía de la familia del Valle de Isabel Allende o me discipliné para leer de cabo a rabo El Ulises de Joyce (lo leí con esmero y sigue pareciéndome insufrible). La lectura de verano que recuerdo con mayor gozo es la biografía de María Antonieta escrita por Stefan Zweig, una maravilla, que se lee como una novela y que acabas administrando porque no quieres que se acabe. Siempre que me piden consejo para comprar un libro bueno y entretenido recomiendo a Zweig, nunca falla, porque aparte de novelas magníficas, es probablemente uno de los mejores escritores de biografías que conozco; y hay donde elegir: María Estuardo, Erasmo de Rotterdam, Paul Verlaine, Fouché, Dostoievski, Balzac, Casanova y, por supuesto, la estrella: María Antonieta. Hay más. Ahora acabo de leer un «tocho» de un afamado novelista español, aclamado por la crítica y que cuenta una historia en 400 páginas que a Hemingway le habría dado apenas para un relato no muy largo. Dicen los especialista que tiene una prosa profunda y envolvente, y a mí me parece que marea la perdiz. No les digo el autor, pero si les doy una pista: sus obras estaban entre los libros que Umbral tiraba a la piscina.

3 opiniones en “Lecturas de verano”

  1. Pues yo, en este momento, estoy leyendo «El diario de mamá», de Alfonso Ussía, verdadero ejemplo de lectura veraniega. Y detrás viene «El pecado original de la familia real española» de Josep Carles Clemente. Y hasta hay por ahí una biografía de la familia Bach. Todos ellos libros normales. El último tocho fue (yo no tengo miedo a decirlo, porque pagué 23€ de mi alma por aquello) «Dime quién soy», de Julia Navarro. Tenía 1008 páginas, y en la 500 y pico lo estampé contra la pared…

  2. Jo Emilio. yo en el verano leo novela negra, me compré tres dos de PD James y una de un autor desconocido, pero que el chico que los vendia, me recomendó, eso tiene la novela negra acabas siendo amigo del que te vende. Por dos libros te regalaban uno, pero no el que tu querías sino tres que te proponian, yo cogí el de Bennedetti, siempre puedo regalarlo o quedarme con él.
    Yo ando escribiendo cuentos, cuentos de siempre pero trayéndoles al presente y en escenas cotidianas, un amigo al enterarse me recomendó que leyera Psicoanálisis de los cuentos. y fui al Corte a encargarlo, no quise mirar más porque me llevo luego más de la cuenta.
    Pero yo con los sabios esos de andar por casa, que te dicen que leas un 8.000, no sabía que les llamaban así a los tochos de los que tu nombras, gente que los descubre ahora, hasta Ana Karenina, son tan «cultos» que no puedes dar tu opinión libremente, porque yo nunca he soportado a Javier Marias, ni en la 1ª batalla, para mi es un empalago como si las letras fueran dulces, es un baboso, pero sé que no se puede decir nada más que entre los que me conocen y tampoco les gusta, pero dilo en esa multitud crítica y culta que ahora empiezan a saber quien fue Cortazar, o Humberto Ecco, eso si solo la peli del nombre de la Rosa.
    No tengo que justificar mis gustos , pero me ponen de iletrada, bueno los años te dan el privilegio de decir lo que piensas.

  3. No se que decirte, sino que estoy totalmente de acuerdo contigo…
    Yo aunque despues de muchos años he vuelto con «El bello verano» de Cesare Pavese.
    Saludos.

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