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Entrevista con María Rosa Alonso en 1996


En 1996, cuando doña María Rosa Alonso vivía aún en Madrid, Tato Gonçalves y quien esto escribe acudimos a su casa para hacerle unas fotos y una larga entrevista, que reproduzco aquí en su homenaje, cuando acaba de fallecer a los 101 años de edad. Descanse en paz.

***
María Rosa Alonso vive en una biblioteca que legará al Instituto de Estudios Canarios. Las paredes de su casa madrileña, incluidas las de su dormitorio, están cubiertas de libros en doble fila. Esta mujer tinerfeña derrocha una fuerza y una vitalidad envidiables. Su mente es clara y certera, y por su boca sale a borbotones su pensamiento, porque nunca ha comido miedo. A medida que transcurre la conversación, su sentido del humor se va tornando discurso firme y a veces tronante, porque siente que le asiste una larga vida dedicada al estudio de Canarias y sus cosas. No tiene televisión ni pelos en la lengua, dice lo que piensa y escribe lo que dice. Al final de la entrevista, ya situada en el punto de lanzamiento, esta mujer tinerfeña hace un discurso que la define y en el que ella intenta definir Canarias.
-¿Angel Valbuena Prat fue tan importante como dicen?
-Valbuena fue el primer catedrático de La Laguna por oposición, y el primero que en serio pensó sobre la literatura de las Islas, sobre la poesía, aunque no estuvo más que dos cursos, porque Menéndez Pidal lo envió luego a Puerto Rico. Yo asistí a sus clases. Toda la gente del 27, la de la Rosa de los Vientos y Gaceta de Arte tienen en cierto modo una deuda con él. Aunque no fuera oficialmente, muchos iban a sus clases, porque usted no se hace idea de lo que era la vida en aquellos pueblos, La Laguna era una ciudad levítica, tremenda, y Las Palmas y Santa Cruz por el estilo, aunque ya empezaba la gente a sacudirse un poco. Creo que Valbuena hizo una buena labor.
-¿No se repiten una y otra vez sus postulados?
-Continuamente. Lo que ocurre es que la vida humana es una radical soledad, todo el mundo está solo. Valbuena dio el punto de partida, y si no se ha ido más allá es porque no han querido.
-Pero ha llovido mucho sobre la poesía canaria y sobre la literatura en general desde que estuvo Valbuena Prat.
-Todo llega cuando tienen que llegar. Está terminado hasta el año 27, ahora les toca a ustedes, a los más jóvenes.
-Usted es uno de los escasos testigos que quedan de la época de Agustín Espinosa, Domingo López Torres… ¿Los trató?
-A todos ellos, aunque cuando se celebró la exposición surrealista de Tenerife, que se endrogaron para llevar a Bretón en un barco frutero, yo estudiaba en Madrid. Yo era una muchacha muy joven, ellos eran algo mayores que yo, pues son casi del 27. Yo los admiraba, pues fui una niña que nunca leyó novela rosa, pasé de Salgari, Dick Turpin y Búfalo Bill a Baroja, Azorín y Valle-Inclán, y eso se lo debo a Valbuena. Luego, cuando me metí en la literatura, leí a Menéndez Pidal y entré en los clásicos.
-Como estudiante en Madrid también conocería a toda aquella pléyade de estudiosos que venían del 98 y del Novecientos…
z1mariarosa1[1].jpg-Fui alumna de Américo Castro, de Ortega y Gasset, de Morente. Don Américo me quería mandar a Upsala de lectora, pero se me enfadaba porque yo seseaba. El me reprendía: ¿cómo voy a mandarla a Suecia si dice «grasias» en lugar de gracias?
-¿Cómo le afectó la Guerra Civil?
-Me partió por el eje. La sublevación militar me pilló de veraneo en La Laguna. Yo debía de haber terminado en el 37, pero entonces los españoles estaban matándose. Me quedé en La Laguna, sin un céntimo, y con una persecución política muy fastidiosa.
-Pero usted logró terminar la carrera.
-Cuando acabó la guerra volví a Madrid, que ya no era el mismo, e hice el examen final. Tuve que regresar a La Laguna porque tenía a mi madre ya anciana y no pude hacer el doctorado hasta que la pobre falleció. Los años cuarenta fueron terribles.
Entretanto, daba clases e investigaba en La Laguna.
-Está claro. Ahora hay muchísimos licenciados, pero entonces en La Laguna no había más que una muchacha que había terminado Letras y yo. Entonces el decano, Don Elías Serra Rafols, una persona muy valiosa, me dijo que fuese con ellos, de manera que entré en la Facultad y allí estuve trabajando, gracias a que Don Elías siempre me apoyó.
-¿Estaba un poco marcada políticamente?
-¿Un poco?; un poco, mucho, bastante, demasiado, como decía el inglés. María Rosa Alonso es una buena persona pero es roja. Tengo que decir que la gente de La Laguna siempre fue correcta conmigo, aunque como tenía el cuño de roja no podía ser catedrática de universidad, ni siquiera de instituto. Así que, cuando mi madre murió, acabé el doctorado y me fui a Venezuela.
-Eran buenos tiempos en Venezuela, se iban muchos canarios.
-Ya lo creo, el Bolívar llegó a valer hasta 30 pesetas. De manera que me largué a Venezuela en octubre de 1953.
-Ya dejaba detrás una gran labor investigadora.
-Yo había hecho mi tesis, había publicado otros trabajos, había fundado el Instituto de Estudios Canarios, había hecho muchas cosas. Es que yo siempre fui una niña muy trabajadorcita, muy hacendosa. La cosa era irónica, salí de una dictadura y me metí en otra, por eso estuve cinco años dando clases por mi cuenta, no le pedí nada al gobierno venezolano, había salido huyendo de Franco y no iba a ir a habla con Pérez Giménez.
-Por fortuna, aquella dictadura cayó a finales de los 50.
-Sí, a Pérez Giménez lo echaron, y me han dicho que está aquí, aunque ya debe tener cien años. Luego vino el comandante Wolfgan Larrazábal, que fue una especie de Suárez, un marino que hizo que volviera la democracia con Rómulo Bethencourt. Y entonces sí, entonces me llamaron para dar filología, porque en Venezuela entonces la literatura española la daban los abogados.
-Parece imposible, en la patria de Andrés Bello.
-Pues sí señor, en la patria de Andrés Bello. Ellos daban la literatura venezolana pero la gente que iba de aquí sabíamos un poquito más de esta cosa. A ellos eso de las leyes de la evolución de la lengua les caía muy grande y me fui a Mérida. Muy buena gente, en Mérida, yo trabajé mucho allí, les hice una revista grande, importante, ellos estaban contentísimos y a los muchachos les enseñé lo que eran las palatales, las sonoras y las sordas. Allí estuve hasta que me vine para acá.
-No regresó a Canarias.
-No, tenía aquí en Madrid, este pisito, iba a Tenerife a ver a mi hermana, no tenía casa allí, porque yo siempre he sido una mujer muy pobre a Dios gracias, porque no necesito más de lo que gasto y mi riqueza consiste en no deberle a nadie un céntimo. Volví en el año 67, todavía no se había ido el ilustrísimo Franco, aunque la gente estaba mejor, después del Plan Marshall, cuando Fraga hizo los paradores y se bañó en Palomares.
z2pb1810_M-Rosa-Alonso-1996[1].jpg-Ahora Fraga ha levantado la liebre del federalismo.
-Lo Cortés no quita lo Pizarro, que dicen en Venezuela, y Fraga es un hombre muy inteligente.
-¿Qué ha pasado con el número 1 de la Biblioteca Básica Canaria, la Historia de la Literatura en las Islas?
-Querían que la escribiera, porque yo había hecho en la Historia de Canarias de Edirca un repaso hasta la muerte del viejo Millares Torres. Pero me resulta muy latoso seguir, porque tengo muchas cosas que hacer, Madrid me entretiene mucho, pertenezco a una fundación de cultura, Politeia, que me lleva mucho tiempo, preparo conferencias, tengo que hacerme mis verduras, comprarme mi pescado, ¿comprende?, y tengo que vivir. Yo para hacer una lista de teléfonos no hago una literatura, no es que quiera hacer una obra magna, pero sí algo decentito, decoroso, y eso lleva tiempo; tengo 86 años, ya soy viejita.
-No seré yo quien afirme tal cosa.
-No me sea zalamero; para los jóvenes el futuro es vida, para los viejos el futuro es muerte. En cuanto al libro, parece que va a hacerlo Sebastián de la Nuez. El me ha dicho que la hagamos juntos y yo le he contestado que él la haga por su cuenta y yo por la mía, porque él dice lo que le parece y yo también. Sebastián es muy trabajador, y seguramente hará una cosa buena.
-Usted ya hizo la edición de Antonio de Viana para la BBC.
-Sí, y casi pierdo la vista que me queda. Es un gran poema, a veces algo pesadito, pero cada época tiene su épica. Para hacer la Historia de la Literatura hay que incorporar nuevos trabajos y hacerlo es muy laborioso. Ahí ve usted los tomos del romancero de Maximiano Trapero, magnífico trabajo, y otras obras que me llegan, que debo leer con cuidado, no hacerlo a la ligera.
-Pero sí que conoce bien las generaciones de postguerra.
-Es una época interesante. Cuando Millares Sall publicó sus primeras cosas de poesía social yo trabajaba en La Laguna, y en una revista que teníamos hice una nota y casi me botan; el director era un cura y «¡uh!, ¿cómo ha hecho María Rosa Alonso esta nota? Ella no se ha dado cuenta»; no darme cuenta yo (carcajada); había que hacer muchos meandros para escapar de la censura, decir que sí, pero que no, pero que sí, que usted no se imagina. Por escribir sobre poesía social, casi me llevan presa.
-A los poetas acabaron metiéndolos en chirona.
-Oh, claro, a todos, y a Lezcano, casi lo ciquitrillan.
-Por culpa de los tiempos algunos dejaron de escribir y otros se quedaron en Babia.
-No le importe quedarse en Babia, pues hay una Babia en el norte del Perú y otra en la provincia de León.
-Y los actuales no son buenos tiempos para la poesía.
-Está cayendo, qué curioso, hay un momento de baja de la poesía y una subida de la novela. Y es natural, porque en un mundo que es un hundimiento total, porque vamos hacia un cambio de civilización, hay falta de asideros, la poesía se hace más intimista, y la gente no está por intimidades sino por exteriorizar sus problemas; eso lo recoge la novela. Y para leer poesía hay que tener un sosiego, que no siempre es posible.
-Es que vivimos un final de siglo y un final de milenio…
-Tengo para mí que estamos como estaba Occidente en el siglo V, cuando la gente dejó de ser pagana pero todavía no era cristiana, no se cree en Zeus, pero tampoco en el Cristo de unos pobres que dice que vamos a resucitar. Pues ahora estamos igual. Y ese es el drama, la gente necesita unos supuestos idealistas, que no existen, no importa, porque mientras usted quiera alcanzarlos está dando un nuevo tono al Mundo.
-En los últimos años ha habido una eclosión narrativa.
-Por lo que le decía. Después del boom narrativo de América, vino el canario. Se han escrito muchas novelas; hay algunas muy buenas, porque todo esto es como la esencia de rosas, que para hacer un frasquito hace falta un carretal de rosas. Pero tiene que ser así, y hay que mirarlas todas.
-¿Se sobredimensionó el Boom narrativo canario?
-También el hispanoamericano, aunque dio un García Márquez, un Vargas Llosa, un Bioy Casares y toda esta gente espléndida. Yo creo que es un error que en Canarias hayamos querido hacer una América chiquita, y nos inventamos nuestro pequeño Boom, todo el mundo quiso hacer su novela y eso es un poco peligroso.
-Pero gracias a eso se normalizó la narrativa.
-Sí señor, en eso estoy de acuerdo. Antes no existía novela porque Canarias carecía de madurez para tenerla. Aunque salió un genio que fue Pérez Galdós, pero a ese hay que echarle de comer aparte, como a los Iriarte, como Agustín de Bethencourt, eso es distinto, que han nacido allí pero se desarrollaron en otro espacio, y uno no es de donde nace sino de donde se hace.
-¿La novela es necesariamente un género de madurez?
-Creo que sí, porque desde el mundo clásico, cuando sale en la época helenística la novela bizantina, ya ha habido un ciclo grande de cultura clásica, no sale entes, sale después, y en Occidente empieza a haber gran novela en el siglo XIX; antes estaban Cervantes y otros, pero eran excepciones: la novela como organización colectiva de una creación empieza en el XIX.
-Tampoco hay pensamiento en Canarias.
-No puede haberlo. Canarias es muy joven. En las Islas se es centrífugo o centrípeto, o se va uno y no vuelve, o se queda y dice que como su isla no hay nada en el Mundo. No hay más que esas dos posturas.
Supongo que debe haber una síntesis de las dos.
-Ah, esa es labor de ustedes, los más jóvenes, ahí está, en eso espero yo. Tenía y tengo la idea de que un país tan pequeño como el nuestro, que está entre tres continentes, no en el centro, porque estamos al lado de África y cuesta mucho llegar a América, digo que nuestra cultura es europea, somos la estación terminal de Europa, porque nuestra tradición es clásica, por consiguiente de Hércules, el mito de Las Afortunadas, y por otro lado la medieval de San Borondón. Los guanches son prehistoria.
-Estamos entre tres continentes pero sólo habla de Europa.
-En Canarias todo es de Europa; creo que las minorías son las que salvarán a nuestras islas, la gente selecta, la gente que trabaja, que tiene un sentido de las cosas. Ni plátanos, ni tomate, que sí, que eso nos da la riqueza, pero si no tenemos un contenido, nos convertimos en una estación de turismo, de gente que entra y sale de las Islas y si te vi no me acuerdo.
De manera que centrípetos o centrífugos, no es mucho.
-Yo creo que habrá una generación, ya la hay, la de ustedes, la gente nacida en los cincuenta, año detrás año delante, que son los llamados a hacer esa síntesis. Yo no me enteraré, porque las cosas se acaban cuando se acaban, y espero que sea así.
-¿Qué me dice de la polémica sobre la Academia?
-¡Ah, Dios santo!, qué loquitos. La lengua tiene el momento del sistema y el momento del habla; cada comunidad tiene su forma dialectal de expresarse, como los chiquillos, que dicen chi-ton chi-to para decir tonto, o los enamorados que inventan una lengua para quererse. Si usted va a hacer una academia para el andaluz, para el murciano, para el asturiano, para el extremeño, eso no son academias, son cosas de locos. Tal vez esté sobrando hasta la Real Academia Española, pero no sobra porque hace unas ediciones maravillosas.
-También en Canarias se hacen ediciones sobre léxico.
-Oiga, están loquitos; ahora han sacado un diccionario diciendo que «pichirri» es un canarismo, cuando es un venezolanismo, yo no sabía lo que era hasta que llegué a Venezuela. Pichirri es un avaro en Venezuela. Lo confunden todo, y eso no es un diccionario, es un disparate. Yo publiqué dos artículos y creía que se habían detenido. Qué les ha pasado, yo creo que eso es un «andansio» (carcajada).
-¿Un dialecto no puede tener su academia?
-Un habla dialectal no justifica que se haga una academia, no que se quite el habla, porque entre otras cosas, nadie tiene poder para evitar que hablemos como nos da la gana. ¿Qué van a hacer? ¿Mandarnos la policía? Hay muchos trabajos sobre este asunto, todos interesantísimos: Pérez Vidal, Galdós, Valenzuela, Unamuno, yo misma, siempre en el plano de una cosa dialectal.
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MARÍA ROSA ALONSO DIXIT

«Hay que desarrollar el espíritu artístico y creador y no andarse con bobadas. Darle contenido a las Islas y lo que tengan serio sacarlo y defenderlo. Nuestro contenido insular y nuestra manera de salir al Mundo requieren un trabajo en serio, en vez de estar enfrentados, que no nos hace progresar. ¡Eso nos está matando!, el canarión y el chicharrero. Los hay que vienen hablando guanche, cuando el guanche no existe, es prehistoria, y el guanche tiene su base bereber, que está contra el árabe; ¡bobos! Canarias se ha hecho con el acarreo de Europa, su base literaria es europea, y todos tenemos apellidos extranjeros. Guanches, que son los de Tenerife, y canarios, que son ustedes, que nos han dado el nombre a todos, se acabaron, porque los granujas de los conquistadores no tenían más comercio que vender a la pobre gente. La mitad de los grancanarios se quedaron en Sevilla y los de Tenerife se esparcieron. Y a base de eso quieren hacer una Historia; mire, no: haga usted una maravillosa, una conmovedora Prehistoria. En serio no sabemos casi nada, porque casi todo se lo han inventado. Nuestra Historia la hicieron los portugueses de Madeira, luego se han sacado todo de la manga, como Júpiter se sacó a Minerva de la frente. A mí que no me vengan con boberías, he cumplido muchos años estudiando a mi tierra. Ya tenemos cinco siglos de cultura, que la hemos sacado adelante con gente meritoria; un país no se improvisa diciendo bobadas y falsedades, nuestra tradición es europea, española y andaluza, nos guste o no. La jota se suaviza en isa, la folía es portuguesa y la malagueña andaluza. Nuestra lengua se matiza, se llena de diminutivos, se llena de ternura; poco a poco, las generaciones se enraizan. Allí no ha habido petróleo, ni diamantes, ni nada, y es conmovedor cómo ha hecho el campesino su tierra de la nada, sin agua, y ha salido adelante, ha educado a sus hijos, y tiene su sentido europeo insularizado. Yo me defino una mujer atlántica, y ustedes defínanse atlánticos, porque es la isla, es el mar. Eso es lo que yo espero. Nadie es puro, qué tonterías son esas, ¿vamos a ser Hitler? Pues no».

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Reflexiones post-preelectorales

28mmay.JPGUna, dona,
tena catona
quina, quinete,
estando la reina
en su gabinete.
Vino David
rompió el candil…

¿O era «vino Gil, mató a Cuadril»? Sobre como termina hay opiniones, una o más por territorio. ¿O es que David mató a Cuadril y fue Gil el que romió el candil? ¿El resultado de la final de la Champions significa algo para el PSOE? (Lo digo porque Rubalcaba es madridista y Chacón culé) ¿Fichará Valdano por el Barça o se hará del movimiento Democraciarealya.com? Sarkozy defiende a España y Merkel sigue con la perra, ahora con los pepinos de Almería. Tiempos de tribulación… Me arriesgo:
Cuadril mató a Cuadrón
cuéntalas bien que las veinte son.

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El confuso rito de la unción de Rubalcaba


Después de la reunión celebrada ayer por Zapatero con los barones territoriales (curiosamente también todos son varones) del PSOE, toca hoy la solemne unción de Rubalcaba como candidato a ser cabeza de su partido en las próximas elecciones generales. Pero digo yo que la unción será flojita, porque la Secretaría General del partido sigue en manos de Zapatero. David_anointed[1].jpgDesde tiempo inmemorial, se ungía a alguien con aceites, grasas y perfumes para designarlo para una misión, casi siempre sucesoria en un liderazgo. En tribus muy salvajes, el vencedor se ungía a sí mismo con la grasa del vencido (su antecesor derrotado por él) para apropiarse de sus poderes, y en otras latitudes se untaban con grasa de león para adquirir su fiereza. Lo más normal es que alguien con autoridad ungiera al designado, como Samuel -uno de los jueces del Antiguo Testamento con suprema autoridad moral- ungió a David para que fuese rey de Israel. El poder de la unción proviene del peso moral de quien la realiza y no del ungido, por lo que no veo esa fuerza en Zapatero ni en un Comité Federal que ha estado bailando la yenka. Napoleón arrebató al Papa la corona de sus manos cuando este iba a coronarlo y se impuso a sí mismo el símbolo de su poder. De alguna forma su ungió a sí mismo. Rubalcaba será ungido hoy (no confundir ungir con uncir, que esta segunda palabra es sujetar al yugo los bueyes o las mulas), aunque, por mucha conferencia política que celebre el PSOE (otro eufemismo), Rubalcaba está UNGIDO por el Comité Federal pero UNCIDO a los siete años de la era zapaterista y a la última etapa del felipismo. Demasiados amarres. Si es eso lo que quieren…