DOMINGOS IM-POSIBLES (V)
Lilith-Lolita (1)
Cuando Adán, después de haber pedido compañía al Creador, despierta de un profundo sueño y encuentra a su lado a Eva, dice: «Esto sí que es carne de mi carne». ¿Por qué dice Adán, «Esto sí»? ¿Es que había tenido otras opciones que le llevaron a decir no? Pues sí que las tuvo, al menos una: Lilith. Cuenta la tradición cristiana de los primeros siglos de nuestra era que Dios creó a todos los animales y al hombre en parejas de ambos sexos. El varón era Adán, la mujer Lilith. Pero resultó que Lilith no se conformó con ser la sumisa compañera de Adán, sino que se comportó de manera igualitaria. Adán no estuvo de acuerdo, se quejó al Creador y éste expulsó a Lilith del Paraíso. Adán quedó solo y reclamó compañía adecuada a sus conveniencias, esto es, Eva. El resto de la historia ya es bien conocida, y tal vez por eso Adán pronuncia la frase que, como hemos visto, se refería a hechos anteriores.
¿Qué fue de Lilith? Según tradiciones muy desarrolladas en algunas zonas del Medio Oriente y en las culturas eslava y germánica, Lilith pasó a ser un incordio, una especie de encarnación maligna rabiosamente feminista. Según la tradición judía, Lilith fue la primera mujer de Adán. Se negó a yacer en la posición dominante del varón, es decir, debajo del macho, y por algo tan leve y al mismo tiempo tan simbólico fue desterrada del Paraíso, es de suponer que previa petición de Adán al Creador. Lilith, ya fuera del Paraíso, expulsada de un idílico lugar como lo había sido Luzbel, se convirtió por definición en una diablesa que se casó con el rey de los demonios. Este es un punto muy paradójico, pues se habla de matrimonio entre dos fuerzas del mal, creadas por Dios. O sea, que el mal también es obra de Dios si seguimos este razonamiento. Unos relatos dicen que era un ser alado que asesinaba recién nacidos, y otros que era un súcubo que se dedicaba a robar el semen a los hombres durante el sueño. Ese es otro de los terrores adolescentes que infundían a los púberes varones cuando tenían sus primeras poluciones nocturnas.
En este sentido, Lilith, la mujer libre, es condenada y sin duda es la base del mito de la mujer fatal, devoradora de hombres, que utiliza el sexo para dominar la virilidad, desposeyendo al macho de su esperma, su dignidad y, por supuesto, de su tarjeta de crédido. Lilith está casi desterrada del mundo cristiano, aunque existe una mención a su figura en la Biblia (Isaías, 34:14), en la que se la sitúa en el desierto, rodeada de hienas y otras alimañas. Curiosamente, el personaje también es nombrado en el milenario, épico y mesopotámico Poema de Gilgamesh, en el que aparece viviendo en un árbol custodiado por un dragón. Cuando el héroe mata al monstruo, Lilith huye al desierto.
Pero todo esto ha permanecido oculto durante siglos para docenas de generaciones de seres humanos, porque desvelarlo habría sido funesto para una civilización que basa su poder en el falo, que es precisamente donde la vengativa y justiciera Lilith socava su fortaleza. Este ha sido el secreto mejor guardado de la historia de la Humanidad, pero el siglo XX se encargó de quitar ese velo, y el tirón final lo dio una niña-mujer, reencarnación de Lilith, y se llama Lolita porque Nabokov era eslavo y sabía de lo que hablaba (Lilith-Lolita).
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(La parte gráfica se corresponde con la llamada «Placa de Burney», que procede el ámbito paleobabilónico y que se conserva en el Mueso Británico).