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Nadie se muere la víspera

«Me moriré en París con aguacero,/ un día del cual tengo ya el recuerdo». Así comienza uno de los más hermosos poemas del siglo XX, escrito por César Vallejo como una premonición. Y me temo que al final nos moriremos cuando viene marcado en el bote, porque acabaré por creer que cada persona trae impresa su fecha de caducidad. FOTO51.jpgUno ve gente desahuciada que se recupera y personas sanas que se mueren de pronto, y aunque suene a determinismo, tengo que empezar a creer a mi madre, que solía sentenciar: «Nadie se muere la víspera sino el día».
Hablamos constantemente de los avances en medicina. Es cierto que en muchos aspectos se ha avanzado, y para entenderlo sólo hay que mencionar descubrimientos como las vacunas o los antibióticos. Sin embargo, en determinadas enfermedades seguimos igual que hace cincuenta años. Los investigadores han descubierto diferencias entre unos síndromes y otros, y le han ido dando su nombre, pero en la mayoría de los casos sólo hay diagnóstico, no tratamiento.
De vez en cuando nos llega la noticia de que se ha descubierto el gen que transmite hereditariamente tal o cual enfermedad, o un tratamiento preventivo para evitar que otro mal se desarrolle, pero el caso es que la gente se sigue muriendo de esos males. La medicina preventiva evitaría una parte de esas muertes, y siempre nos hablan del diagnóstico precoz del cáncer, pero luego te cuentan que a menudo una mamografía no es fiable. Es decir, nos moriremos tal y como estaba previsto y de la enfermedad designada el día que nos toque y eso no va a evitarlo ni el médico chino. De todas formas, no hay prisa.
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(El cuadro es la reproducción de una foto de César Vallejo que le hizo en 1929 su amigo Juan Domingo Córdoba en Versalles)

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Los Reyes Magos

Las fiestas navideñas, la famosa quincena del amor, es por el contrario la época del año en que se notan más las diferencias sociales. La temporada festiva tiene su colofón en el día de Reyes, cuando los niños madrugan para ver si los magos de Oriente les han puesto todos los regalos que han pedido. Hay muchas familias sin trabajo, sin seguro de desempleo y hasta sin techo, pero la televisión llega a todas partes, no sé cómo.
rodin-auguste-haende-1163633[1].jpgLos niños que apenas pueden comer porque esta sociedad ha devorado las ilusiones de sus padres, esperan que Melchor, el generoso rey capitalista, Gaspar, el pelirrojo y tacañón mago que no da mucho para que haya para todos, o Baltasar, el rey que representa a los marginados de Occidente, se acuerden de ellos. Es entonces cuando sienten el terrible dolor de la pobreza; si los Reyes Magos proceden de lugares del Tercer Mundo, podrían vivir en cualquier barrio de nuestro cinturón urbano.
Durante años, escribí cartas a los Reyes, pero no volveré a hacerlo porque ya es tarde para que se haga realidad ese sueño que, como todos, tuve cuando era importante que se cumpliese; ahora ya casi es mejor que no se cumpla, porque las cosas a destiempo vienen envueltas en un celofán amargo y burlesco. Nada espero de los magos de Oriente, porque ya sé quiénes son. De quiénes sí espero es de los seres humanos. Hoy quiero esas cosas tan manidas que suenan cursis; resumiendo ingenuamente, quiero que cesen de una vez la injusticia y el sufrimiento. Si algo o todo se hace realidad, será por el empeño y la obra de personas honestas, coherentes y realistas, no de cruzados mágicos. Por eso nada pido a los Reyes Magos; es que me dan grima los falsos profetas.
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(Las manos de la foto fueron esculpidas por Auguste Rodin)