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Inocentadas

Con tantos días festivos, uno ya no sabe qué día de la semana vive. Hoy, por ejemplo, es lunes, pero huele a viernes, no sé por qué, y veo que la gente anda de acá para allá, haciendo recuento mental que lo que tiene que comprar, porque este es tiempo de regalos y a menudo nos gusta más regalar que recibir.
cohl01[1].jpgEste año 2008, que se las prometía tan felices, se agota en medio de una crisis que ya no sé cómo calificar. Ayer fue Día de los Inocentes y casi no hubo humor para las inocentadas de antaño, cuando la prensa publicaba fichajes futbolísticos e incluso recuerdo cuando le adjudicaron a Jerónimo Saavedra durante su etapa de Presidente del Gobierno una novia, que era una miss tinerfeña. Echo de menos ese sentido del humor, aunque no sean buenos tiempos, para hacer bueno lo de «A mal tiempo, buena cara».
Aunque para inocentadas la que nos ha dado el sistema financiero, que nos ha dejado a todos con el monigote colgado en la espalda. Y lo peor de todo es que, mientras pagábamos hipotecas a altísimos intereses, otros hacían y deshacían (más bien deshacían) sin control. Al menos, los gobiernos debieran tener tanta firmeza para vigilar el sistema como celeridad han tenido para tapar los agujeros que otros han creado.

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DOMINGOS IM-POSIBLES (I)

El Pensador
El Distrito 7 de París está en la margen izquierda del Sena, más al sur del Barrio Latino, en una zona donde el nuevo dinero colonial de finales del siglo XIX pobló de grandes residencias con jardines toda la zona. Rodin_Museum.jpgUna de estas mansiones, en realidad un palacio, es el hôtel Biron, que fue comprado por el estado francés en 1905, y allí se cobijaron algunos artistas bajo el mecenazgo de Francia. Auguste Rodin vivió allí hasta su muerte, en 1917, y entonces el estado decidió convertir la finca y sus jardines en el Museo Rodin, probablemente el escultor más notorio de la Historia del Arte desde Miguel Angel Buonarrotti.
Viajar a París es como tocar a las puertas del cielo, y si traspasas las puertas del hôtel Biron puede que entres en otra dimensión. Desde el bronce con alma de tantas esculturas, Nijhinsky bailará eternamente para quien lo mira extasiado, las manos de mil formas nos acariciarán los ojos y El Beso hará que nos planteemos las reglas de la física, porque no estamos seguros de si estamos ante el beso más sublime, el más pecaminoso o simplemente no hay beso.
pensador.jpgEl viaje por el palacete desemboca siempre en el jardín, frente a El Pensador, una talla que ha tomado vida propia e independiente como en su día lo hicieron el Moisés o el David de Miguel Angel. El Pensador fue en principio una pieza de una obra magna que tenía que ser el pórtico de un gran museo parisino que nunca llegó a construirse. Ese pórtico ideado por Rodin representaba Las puertas del infierno, tal y como las imaginó Dante en La Divina Comedia. Es más, El Pensador es el propio Dante, mirando con tristeza, confusión y acaso desesperación esas puertas infernales a donde nos llevan los vicios humanos.
El Pensador frente al horror del infierno tal vez represente a ese Dante atribulado ante el Apocalipsis humano. Sentado sobre el alto pedestal del jardín del Museo Rodín deja de ser Dante y se convierte en la Humanidad misma enfrentándose a la soledad, a la impotencia y a la fuerza de todo lo que ignora, que es prácticamente el desconocimiento absoluto de las respuestas. Esas verdades que nos hemos ido fabricando a lo largo de más de cinco mil años de historia escrita siguen siendo endebles, y ni Gilgamesh, ni Shakespeare ni Einstein han podido respondernos. El Pensador tal vez quiera decirnos que la respuesta está en el hombre mismo, y que el gran viaje con que soñamos debería ser hacia el interior de cada uno de nosotros.
Según mi parecer, El Pensador debiera llamarse El Preguntador, o mejor, El Gran Dudador, porque habitamos el paraíso de la duda. No hay certezas sobre nada, y nos perdemos entre nuestras ansias de saber y nuestra soberbia de sabios. Ya lo dijo Víctor Hugo: «Daría todo lo que sé a cambio de la mitad de lo que ignoro». Y se quedó corto.

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Lápiz corto-memoria larga

La informática nos gobierna y determina parte de nuestras vidas. Cuando tenemos un problema con el ordenador, se rompe el ritmo, nos encontramos incomunicados y ya roza la catástrofe si un virus nos inhabilita la máquina hasta el punto de hacernos perder la libreta de direcciones de nuestros contactos por correo electrónico.
Teclado-de-ordenador-28283[1].jpgDecía Unamuno que vale más tener un lápiz corto que una memoria larga, y eso sigue valiendo hoy, porque tenemos las largas memorias de los ordenadores y los móviles, pero si se nos estropea el aparatito no podemos siquiera llamar a nuestro mejor amigo. En la memoria de los móviles están los números que hemos ido introduciendo y que luego usamos sólo con la llamada del nombre, pero no nos sabemos las nueve cifras del teléfono de nuestros hijos o de las personas más cercanas.
De modo que, cuando se nos rompe el móvil o el ordenador nos quedamos fuera de circulación. Por eso es buena la medida de tener una libreta manual con esos números y esas direcciones de e-mail, usando el lápiz corto de Unamuno. Si es así, cuando se nos estropee el móvil o el ordenador siempre podremos recurrir a la memoria física de puño y letra. Hay que hacerlo, porque tarde o temprano las máquinas se paran.