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Aclarar…no justificar

El pasado sábado 23 se emitió en LA CLAVE CULTURAL, coordinado por el periodista Federico Ruiz de Lobera, el primer debate plural del que tengo constancia, en estos dos meses de guerra en Ucrania. Resultó muy interesante. Se destacó de forma unánime el carácter infantil del discurso sesgado que nos está llegando acerca de este terrible conflicto, con buenos empalagosos y malos de película. No se buscaba justificarlo sino explorar las diferentes realidades comparando datos y buscando otras fuentes.

Quedó de manifiesto que la Unión Europea prohibió las agencias de noticias rusas RT y Sputnik, en todo el espacio comunitario. Por lo tanto, los españoles, al igual que los restantes ciudadanos europeos, no podemos acceder a sus sitios web y RT no puede transmitir sus programas en los países europeos. La decisión se tomó para “evitar que Rusia difunda desinformación tóxica y dañina” (cita de la Presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen).   De hecho, las autoridades de Bruselas coordinaron la censura con Twitter, lo que hizo imposible leer los tweets de RT y Sputnik. Un movimiento totalitario sin precedentes en Europa que de forma sorprendente se ha hecho sin disimulo.

¿Por qué tanto interés en sesgar la información? ¿Por qué convertir los medios en mera propaganda? Nuestros dirigentes, todos a una, se ponen en la solapa un chapita con la bandera ucraniana donde antes estaba el rosco de la Agenda 2030, un lazo amarillo o cualquier otra cosa. Lo que están sufriendo rusos y ucranianos ahora, sin obviar la inmensa complejidad de la cuestión, podría obedecer a tres perspectivas, a tres ángulos que se implementan, y que nos impiden analizar con transparencia:

  1. Perspectiva local: conflicto de baja intensidad, la guerra asimétrica que desde 2014 sufre el Donbass y donde el ejército ucraniano se enfrenta a milicias apoyadas por Rusia. Sin ambages tenemos una guerra civil sin visibilidad para occidente donde el agresor es el gobierno de Kiev con el apoyo de EE. UU. Son más de 14.000 los muertos en estos años, cometidos fundamentalmente por batallones ultranacionalistas y por el ejército ucraniano que ha bombardeado de forma reiterada a población civil. De nada han servido las medidas diplomáticas reflejadas en los Acuerdos Minsk 1 y Minsk 2, que, pese a medidos esfuerzos alemanes y franceses, han sido totalmente ignorados  por los gobiernos ucranianos, especialmente por el siempre teatral Zelensky.
  2. Perspectiva regional: una simple cuestión de seguridad internacional, de equilibrios geoestratégicos.  Las garantías de seguridad que se le habían aportado a la Federación Rusa desde la época de Gorbachov quedaron en papel mojado. Los Acuerdos de Seguridad de la OSCE de Estambul, de 1999, han sido reiteradamente incumplidos por los gobiernos ucranianos. EE. UU en su línea de no otorgarle a Rusia ningún papel relevante a nivel internacional, ha propiciado una agresiva dinámica de la OTAN, que no ha disminuido su expansionismo hacia el Este, rodeando a Rusia militarmente.
  3. Perspectiva global: como se están moviendo las fichas del tablero internacional, con jugadores de primer nivel como EE. UU, países que desean recuperar glorias pasadas como Rusia, o potencias claramente emergentes como China o la India. Hablamos de un nuevo modelo de orden mundial, de unas nuevas reglas del juego que se están implantando, con el control económico, energético, militar o mediático.

Nadie quiere la guerra, todos pretenden la paz en Ucrania. La OTAN demuestra que solo busca prolongar el conflicto y maximizar bajas y beneficios a base de enviar misiles y drones. El plan de EE. UU es cristalino, convertir Ucrania en Afganistán, y así lo reconocen y defienden figuras como Hillary Clinton o Douglas Lute. La OTAN solo es una organización “defensiva”, por mucho que se haya dedicado a la guerra de agresión desde Yugoslavia hasta Siria. Las sanciones económicas o las operaciones para desestabilizar gobiernos no han buscado conflictos, sino favorecer la paz, el progreso y la libertad.  Y de eso saben mucho en Ucrania, desde hace más de 20 años.

La alianza estratégica Rusia-China suscrita en tiempos de Obama saltó todas las alarmas en Washington: la colaboración de dos potencias con economías muy complementarias podía incrementar los deseos expansionistas de los comunistas chinos, en su estrategia de sustitución. Por eso, mermando la economía rusa debilitan a su principal competidor e implicando, más bien, subyugando a la unión europea eliminan cualquier posibilidad de unión euroasiática. Caos controlado, de eso saben mucho los estrategas de la globalización.

El otro día escribía sobre el fenómeno Twitter, y la exitosa incursión de Elon Musk, con un singular abanderamiento para recuperar la libertad, y evitar la cultura de la cancelación, que predomina en un mundo globalizado. Vamos a ver ahora, como pretende hacerlo, y, sobre todo, si cumple sus propios postulados. Aparentemente, como hemos visto antes, los estados occidentales están utilizando cada vez más su poder para decidir qué son noticias “reales” o “falsas”, y qué es correcto o inadecuado. Intentan privarnos de la posibilidad de pensar y decidir por nosotros mismos, promocionando una monocolor sociedad en la que los individuos solo registran las opiniones y noticias aprobadas por el estado y son demasiado pasivas para investigar cualquier cosa por sí mismas.

Al menos, los patrocinadores de la agenda 2030 cada día actúan más públicamente y no cuidan los detalles. Su poder es tal, que les da lo mismo. Ya nadie puede decir con seriedad que la Unión Europea es un faro de libertad y democracia. Ha quedado claro para todos, su absoluta subordinación a los intereses de la elite de EE. UU, que poco tiene que ver con su ciudadanía. Esta deriva totalitaria, esta imposición de un discurso único se implanta con severa e irrevocable celeridad.

Quien sea crítico, quien levemente dude de la información con la que nos abarrotan, quien intente ser ecuánime entre la propaganda de cualquiera de los interesados, es sospechoso de traición, de negacionista, de belicista o de la infame etiqueta con que te lapiden. Tenga cuidado, eso puede incluirle a Usted, o a mí, por leer o difundir textos que pongan en duda la información oficial.

Luis Nantón Díaz

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El color del cristal


En un reciente artículo de Fernando del Pino Calvo-Sotelo nos transmite su asombro por el espectáculo circense que montaron los diputados de nuestro Parlamento Nacional, ovacionando enfervorecidamente a un actor profesional, que brillantemente está desarrollando su papel de peón de la globalización, aún a costa de su propia gente. A mí, lo que también me asombra es que un hombre que desarrolla una responsabilidad tan grande como Fernando del Pino, tenga el enorme valor de defender posicionamientos tan valientes. Porque hay que ser desprendido, por sostener banderas, por las que muchos te van a despreciar. 

Incluso para los niveles de falsedad actuales, no deja de provocar estupefacción la canonización como campeón de la libertad de un tipo como Zelenzky. Una creación de Soros, y otros mundialistas, que arresta al líder de la oposición democrática de su país, clausura medios de comunicación y prohíbe las actividades de once partidos opositores. Casi nada, pero ¡cómo le aplaudían desde las diferentes cámaras europeas! Entre la prohibición en Europa de medios rusos, que provocan un discurso tan uniforme como sesgado, y las sobreactuaciones de Zelenzky es muy difícil comparar versiones, mantener un posicionamiento independiente. Bravo por el presidente ucraniano, que, con su cuidada puesta en escena, con su barba de tres días y camiseta militar, está centrado en ganar la batalla de la propaganda de la opinión pública occidental. Esto es mucho menos importante para Putin, no porque no fuera decisivo, sino porque esas batallas ya las tenía perdidas desde el primer momento.

Esta visión unilateral, este discurso único que tenemos del conflicto en Ucrania, oculta una guerra entre Estados Unidos y Rusia. Un evitable conflicto que se generó en gran medida por la trampa estadounidense tejida desde 2005-2014, consistente en radicalizar a la Rusia de Putin con el señuelo rojo de la OTAN, empujándole a emprender lo irreparable en Ucrania para aislar definitivamente a Rusia de la Unión Europea y forzar el control estadounidense de Europa.

Resulta lamentable que tras más de 14.000 muertos en la guerra civil que asola Ucrania en los últimos años, y de las que Occidente ha callado oprobiosamente, nadie vaticinara una reacción de este calibre. De hecho, estas regiones no pretendían separarse, sino obtener un estatus autónomo que les garantizara el uso del idioma ruso como lengua. El primer acto legislativo del nuevo gobierno resultante del ilegal derrocamiento del presidente Yanukóvich fue la abolición, el 23 de febrero de 2014, de la ley Kivalov-Kolesnichenko de 2012, que hacía del ruso una lengua oficial. Es como si unos golpistas catalanes decidieran que el castellano ya no se puede utilizar en Cataluña…ahora que lo pienso, aquí casi lo han conseguido.

A partir del 2014 explotó una feroz represión contra las regiones de habla rusa (Odesa, Dnepropetrovsk, Járkov, Lugansk y Donetsk) y que condujo a una militarización de la situación y a algunas masacres (en Odesa y Mariupol, las más importantes). De aquellos polvos vienen estos lodos, hasta febrero del 2022. El día 07, durante su visita a Moscú, Macron reafirmó ante Putin su compromiso con los Acuerdos de Minsk, compromiso que repitió al final de su reunión con  Zelensky al día siguiente. Pero no sirvió para nada, dado que, en las posteriores reuniones celebradas en Berlín, los negociadores ucranianos, aupados por EE. UU, insistían en su irresponsable incorporación a la OTAN, y a no alterar nada, para solucionar el conflicto armado de las regiones rusas de Ucrania. Mientras Biden animando el cotarro anunciaba que Rusia atacará Ucrania en los próximos días. ¿Cómo lo sabía? Pero desde el día 16, los bombardeos de artillería sobre las poblaciones de Donbass aumentaron espectacularmente, como reportaron los observadores de la OSCE. Más tarde se dirá que se trata de desinformación rusa. De hecho, parece que Occidente y algunos países han mantenido deliberadamente en secreto la masacre de la población de Donbass, a sabiendas de que provocaría la intervención rusa. Naturalmente, ni los medios de comunicación, ni la Unión Europea, ni la OTAN, ni ningún gobierno occidental movieron un dedo.

No pretendo narrar la verdad, dado que resulta imposible, pero sí pretendo aportar datos contradictorios, para que podamos reflexionar, como mínimo, instigando una sana curiosidad, propiciando ver  lo que está detrás de muchas cosas. Un necesario escepticismo también provoca no obtener conclusiones precipitadas ante los horribles hechos de Bucha, que deben ser investigados hasta el final. Resulta extraño que Rusia, que dominaba la zona y posteriormente la abandonó anunciándolo con antelación, deje pruebas de una matanza de civiles con todos los cadáveres ordenados en una calle. Si tienen acceso a los innumerables videos que hay, como mínimo, es para sumergirse en un terapéutico mar de dudas.  Que un vídeo y unas fotos aportadas por uno de los contendientes sean suficientes para sacar conclusiones es una prueba más de lo fácil que es manipularnos. La guerra nunca dejará de ser horrible y atroz, pero no es lo mismo la muerte de civiles de forma colateral en enfrentamientos armados, a que sean ejecutados a sangre fría. En caso de que la investigación siga su curso podremos saber quién es el culpable, y en caso de no investigarse, también. Lo mismo ocurre con tantos episodios, que ya se ha demostrado, que han sido instigados por fuerzas ucranianas no regulares. Es lo de siempre, el primer caído es siempre la verdad.

Importante emplear la lógica para intentar tener claro quién obstruye realmente los corredores humanitarios. ¿Quién se beneficia de ello? Los rusos rodean y atacan las ciudades porque los combatientes ucranianos se han refugiado en ellas evitando enfrentamientos en campo abierto y utilizando cruelmente a su población como escudo humano. Entonces, ¿quién está interesado en impedir que los civiles abandonen el área, los sitiadores, que no pueden bombardear a discreción, o los sitiados, que se benefician de ello?

Aquí, y sobre todo en el terreno económico, es Europa la gran perdedora. Parafraseando a Fernando del Pino Calvo-Sotelo, ¿Es tan difícil comprender que el deber de los gobiernos europeos era defender los intereses de sus pueblos, y que éstos lógicamente orbitaban alrededor de obtener gas ruso barato a través del gasoducto y no de adoptar una actitud agresiva con un importante socio comercial con el que no tenía conflicto alguno? “El extraño giro de 180 grados de la Unión Europea por el que se pasó de expulsar a Rusia de Eurovisión a anunciar que enviaría misiles para matar soldados rusos supone el suicidio económico de Alemania, su tercera derrota a manos de EEUU y la confirmación de que, a pesar de las apariencias, sigue siendo un país ocupado.” 

Resulta patético que un país como EEUU, que mantiene más de 750 bases militares en 80 países diferentes, sin importarle si son democráticos o no, pueda acusar de expansionismo a otro. Y no lo olviden, mientras el democrático Gobierno Chino frotándose las manos. Ya tienen más cerca el relevo. Como siempre, nada es verdad, ni es mentira, todo depende del color del cristal con que se mira.

Luis Nantón Díaz

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Primera víctima

 

 

 

Creo que es una afirmación del griego Esquilo: “La primera victima de la guerra es la verdad”. Insisto en la creencia, dado que en redes sociales la frase se la apuntan hasta  los futbolistas. Mi padre, que es un hombre pragmático y fogueado en algunas batallas siempre recuerda que “Ni Caín era tan bueno, ni Abel era tan malo” y los hechos refrendan sus maduras reservas.

Ya deberíamos estar acostumbrados a detectar las maniobras manipuladoras de los que nos gobiernan, controlan y dominan. Creo que estamos más que habituados, porque lo aceptamos mansamente, como si fuera algo inherente, e inevitable al ejercicio del poder. A lo mejor es así, pero desde lo de las Torres Gemelas, las dosis de venenosas mentiras se incrementan, convirtiéndose, en ocasiones,  en algo realmente indigerible. Además, ahora, y sobre todo en estos dos últimos años de terror sanitario, se han percatado de lo útil que les supone combinar mentiras, manipulación y miedo. Mientras mayor es el pánico, mas apacible resulta nuestra resignación.

Toda esta exposición se origina por una nueva representación mediática, con el habitual maniqueísmo, donde tenemos a protagonistas muy buenos, frente a otros muy injustos, agresivos, irresponsables y, por supuesto, locos. Si, estoy hablando del conflicto de Ucrania. Perdón, ya me estoy saliendo del guion. Ahora es una guerra, hablamos de conflictos cuando se trata de bombardear un país para regalarles su sacrosanto concepto de democracia, como en Yugoslavia, o para “eliminar” armas de destrucción masiva en tantos y tantos ejemplos. Me gustaría, con honestidad, aportar otro prisma, otra perspectiva histórica, que nos permita obtener una fotografía más independiente de lo que esta aconteciendo. No hablo de verdad, me limito a una lógica cuestión de perspectiva. Son tantas las verdades…

La Ucrania posterior a la independencia ha cabalgado entre gobiernos prorrusos y europeístas antirrusos, en un delirante y forzado ejercicio pendular. La mal llamada revolución naranja en 2004 conllevó la llegada al poder de los europeístas que tomaron la iniciativa, pero múltiples casos de corrupción, como el que llevó a la Sra.  Timoshenko a prisión, provocaron la vuelta al poder del prorruso Yanukovich en 2010, que, en 2013 rechazó el Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la Unión Europea para estrechar relaciones con la Federación de Rusia con el fin de ingresar en la Unión Aduanera Euroasiática, ultimo remedo de la extinta CEI.

Los intereses de EE. UU., unidos a los de diferentes oligarcas con estrategias divergentes a los que imponía la Federación Rusa en sus acuerdos, genero “espontáneamente” una serie de protestas, principalmente en Kiev, que se intitularon Euromaidán, convocando a más de 1.000.000 de manifestantes de toda Ucrania. A partir de aquí los hechos son confusos, pero se apreciaba un enorme olor a dólares por todos lados. Las sospechas de intervención de USA en este cambio de gobierno favorable a sus intereses son evidentes. Se acusa a Interior de reprimir violentamente las protestas, pero entre los manifestantes actuaron grupos paramilitares que respondieron con la fuerza y generaron una situación de enfrentamiento civil, con centenares de fallecidos, que tuvo como consecuencia la caída del gobierno prorruso de Yanukovich y el retorno al poder de los partidarios de la corriente atlantista proamericana.

Como sabemos, sobre todo en política, lo que no sale en la tele, sencillamente no existe. Casi todo el mundo desconoce que en Ucrania sufren desde hace casi una década, una brutal guerra civil, donde el gobierno ucraniano realiza cómodas prácticas de tiro en las regiones de población mayoritaria rusa existentes en su territorio. Se trata de una guerra sistemáticamente ignorada durante años por los medios de manipulación de masas. Un conflicto hasta ahora localizado en la región del Donbass (Donetsk y Lugansk) que hasta diciembre de 2021-citamos datos de la ONU- había costado cerca de 15.000 muertos y 39.000 heridos, de los cuales 3.404 muertos y más de 8.000 heridos han sido víctimas civiles indefensas. He visitado Ucrania en seis ocasiones, y como es lógico mantengo una visión parcial, debo reconocerlo, pero cuando estas allí te percatas de la enorme cantidad de ciudadanos que se consideran rusos. Por eso clama al cielo que cientos de miles de personas se han visto obligadas a abandonar sus casas; y, en general, toda la población de la zona ha sido sometida sistemáticamente a bloqueo económico, dado que las dotaciones e infraestructuras son muy inferiores a las del resto del país. No ha salido en la tele, y por tanto nada de lo que digo es verdad, pero mientras los gobiernos occidentales, dirigidos por USA miraban para otro lado, la población civil es asesinada por el gobierno ucraniano con el patrocinio y la provisión de armas estadounidense.

Ya no logro ordenar en este confuso cronograma la respuesta de la ciudadanía rusa en las zonas en los que era mayoritaria,  pero se produjo la independencia de facto de Crimea y Sebastopol, así como la progresiva intensificación de la guerra civil en el Donbass. Es esta Ucrania desestructurada, en la que un gobierno legítimamente democrático,  con sensibilidad hacia una parte importante de su población que se siente rusa,  fue sustituido, sin que mediasen elecciones, por otro indudablemente más favorable a Estados Unidos,  en condiciones difusas la que está sirviendo de escenario al enfrentamiento entre Rusia y la OTAN. Todo ello sin mentar el acoso de la OTAN, ampliando su zona de influencia a áreas que suponen una directa agresión.

Cuanto menos resulta curioso que la Federación Rusa, tras cerca de diez años de desolación, haya lanzado una ofensiva para que, de repente, nos enteremos de la existencia de una guerra ante la que durante una década nos han cerrado los ojos. ¿Podemos reprochar a Rusia que decida intervenir para atajar una masacre de compatriotas en el Donbass que se prolonga tantos años? ¿Cuántos muertos más eran necesarios para que el movimiento ruso estuviese justificado?

Y que bien le viene toda esta historia,  a todos estos gobiernos que estos últimos años nos han desplazado a una situación económica y social tan delicada, para justificar unos problemas que ya estaban enquistados por su incompetencia. Occidente está en una situación muy difícil. El proceso inflacionista desencadenado tanto en la UE como, especialmente, en los EE. UU., después de años de inyectar cantidades brutales de dinero en el mercado, ha disparado las reacciones más perversas de la economía liberal: pérdida de poder adquisitivo, abusivos incrementos de precios, caída de la inversión productiva, alocado aumento de los presupuestos públicos y de la presión fiscal, deudas públicas disparadas y de las que ya solo se aspira a liquidar los intereses y un largo etc. Hay que añadirle a esta situación el inviable modelo de economía globalizada donde los centros de poder financiero continúan apostando en la medida en la que satisface sus intereses, pero no los de una ciudadanía, transformada en meros consumidores.

Magnificas explicaciones para esta crisis económica, ya imparable, donde la “guerra” y las “sanciones” a Rusia, van a intentar justificar la ruina que nos han metido. Y que mejor que un conflicto de esta envergadura, para el necesario cambio de tercio con el asunto de la pandemia. Pasamos de noticiarios cargados de positivos, caos sanitario, anárquicas medidas restrictivas…de un día para otro. Ya lo verán, las noticias sobre los aumentos de los tipos de interés, los desajustes económicos, problemas de abastecimiento, el precio de la luz, todo, absolutamente todo, se explicará por una guerra que no es guerra. Todo a su tiempo

Luis Nantón Díaz