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Fin de gobierno

Dicen que lo que realmente le obsesiona a Sánchez es cómo va a pasar a la historia. Creo que no debe preocuparse demasiado. Por cómo está dejando el país, por todo lo que ha mentido, por hacer exactamente lo contrario de lo que prometió y por rodearse de sectarios y fanáticos, se le recordará como el peor presidente de la democracia. El listón va a ser difícil de superar.

Pensemos en cómo terminaron los últimos cuatro gobiernos de España, anteriores a la admonición, a la mesiánica llegada del Doctor Sánchez. Los dos gobiernos del PP terminaron de modo imprevisto y precipitado, sin tiempo para que el país fuera asimilando que llegaba el final. Ambos “cierres” tienen el denominador común de la mentira y la manipulación. El gobierno de Aznar no logró superar la sangrienta trampa que le urdieron con los criminales atentados de Atocha. Me gustaría que antes de abandonar esta vida, se desvele la turbia trama que desencadenó el mayor atentado terrorista de nuestra historia. Lo que muchos intuimos, es que poco tiene que ver, con la vacua narrativa oficial. El gobierno de Rajoy cayó, sin que nadie lo atisbara, por otra mentira, la de una moción de censura por la que nadie apostaba, repleta de hipocresía y oscuros intereses, que puso en la cima a uno que su propio partido se había cargado hacía nada.

Muy diferentes son las crónicas finales de los gobiernos de González y Zapatero. Fueron procesos tortuosos, decadentes y asfixiantes, con crisis económicas, sociales e institucionales más que anunciadas que rebosaron el país de alocados derroches, especulación, pelotazos y señores “X” a mogollón. Su Sanchidad no va a ser menos que sus antecesores y dejará la poltrona a la manera que marca la vía socialista. La escenografía es la misma de siempre: la misma crisis económica, el mismo desorden en las instituciones, la caja de pensiones vacía y la deuda en sus máximos niveles, la factoría de parados “discontinuos” a pleno rendimiento y una sociedad tan cansada, como anestesiada.

El sanedrín de nuestro Gran Timonel, de su Sanchidad, nos acaba de meter otro vainazo impositivo, sin anestesia, con el incremento de contribuciones a la inexistente caja de pensiones. En 2019, último ejercicio antes de la crisis sanitaria y su histriónica gestión, la Seguridad Social presentaba un déficit del 1,3% del PIB. De acuerdo con las previsiones del propio Gobierno esta cifra se elevaría hasta el 2% en 2050, aunque son muchos los expertos que sostienen un 5,5%. Mientras asistimos al nuevo asalto de este gobierno a la castigada capacidad adquisitiva de los españoles, con la subida generalizada de cotizaciones a la seguridad social, no podemos perder la perspectiva con la situación financiera internacional, cada día más imprevisible con lo de SILICON BANK.

A diferencia de la legislación del 2013 con Rajoy, ahora se descarga todo el peso de sostener el mastodóntico déficit en los trabajadores, cuando posiblemente hubiera sido más equitativo, y ponderado, una fórmula mixta entre pensionistas y trabajadores. Esta semana se ha aprobado la eliminación del tope de las cotizaciones, incrementando la recaudación en 0,15 puntos del PIB y la introducción de la ‘cuota de solidaridad’ para los salarios más altos lo hará en 0,13 puntos adicionales. La subida de los tipos de cotización en un 1,2% ligada al Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI), por su parte, aportará otros 0,40 puntos, elevando la ganancia de ingresos hasta 0,68 puntos de PIB, una quinta parte de lo que sería necesario para compensar el incremento esperado del déficit. 

Llama la atención que este palo a nuestros bolsillos haya sido apoyado por la Comisión Europea y por los Sindicatos. Lo de los tecnócratas de Bruselas lo comprendo por la bajada de pantalones que supone para España el sistema de actualización automático de las cotizaciones, sin intervención parlamentaria, pero lo de los sindicatos de siempre, solo se comprende por el elevado precio del marisco gracias a la inflación que genera este mismo gobierno apoltronado en Moncloa. Las pensiones no estarán aseguradas hasta que se altere el sistema político. Con los de siempre, ocurrirá lo de los últimos 30 años. No es que la caja esté vacía, es que se liquidan las pensiones a base de créditos que nunca pagaremos.

En cualquier caso, si este gobierno, pese a la crisis, es el que bate récords de recaudación, convirtiendo nuestro país en un infierno fiscal que asusta al talento y a la inversión, no se plantea, ni por asomo, ajustar la política de gastos. Lo prioritario no es recaudar más esquilmando a trabajadores y empresas, se trata de administrar profesionalmente, de optimizar los recursos, y eso no tiene nada que ver con esta gestión de payasos que nos lleva “proa al marisco”.

España debe decidir, y la soberanía nacional no debería ser escamoteada por nadie desde dentro ni desde fuera de la nación. Muchas cosas estamos haciendo mal cuando permitimos que los partidos políticos decidan las cosas no en nombre, sino en lugar de los ciudadanos. Existen determinantes decisiones  que afectan al presente y al futuro de los españoles que no se pueden dejar al criterio ideológico u oportunista de la mayoría parlamentaria de turno. La educación, el poder judicial, la independencia energética, la manera en la que nuestra nación debe formar parte de los organismos internacionales, son asuntos de vital importancia, que requieren y exigen una directa determinación de la ciudadanía.

Mientras otro fin de ciclo se aproxima, en similares parámetros que marca la tradición, ya los negociantes del caos como Pablo Iglesias se perfilan. Este especialista en deformar mensajes, salvo que tenga delante a Margallo, ya cuenta los días para incendiar las calles con redes clientelares cabreadas por el fin de las rebajas. 

Pese a todo, a lo mejor, el guión de costumbre les está pareciendo extremadamente largo a este reparto de celebridades. A lo mejor, tras el anunciado descalabro de mayo,  tenemos un adelanto sorpresa de las elecciones de diciembre. Si algo hemos aprendido de Sánchez es que no es tonto y que siempre miente. Esto que acabo de exponer es fácil de averiguar: si estos días lo niega, podemos estar convencidos de que tenemos adelanto.

Luis Nantón Díaz

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Mandarse a mudar

La decisión de FERROVIAL de abandonar el solar patrio ha desatado una tormenta. Se estima que la multinacional pretende un ahorro anual de 41 millones de euros, lo que sin ser baladí, tampoco resulta crucial. El 82% de la facturación de FERROVIAL se produce fuera de España y el 93% de sus inversores son firmas o inversores extranjeros. Personalmente creo que la tan cacareada decisión obedece a una estrategia de progresivo acercamiento al mercado bursátil estadounidense y al diferencial de sus bonos aunque indudablemente la alocada política económica que desarrolla el actual gobierno español solo es un incentivo para “mandarse a mudar”.

La compañía controlada por la familia del Pino (el presidente Rafael del Pino es el mayor accionista con el 20%) ha reducido notablemente su presencia en nuestra nación. Esta operación se realizaría mediante una fusión con Ferrovial International, filial al 100% de Ferrovial domiciliada en los Países Bajos, siendo Ferrovial la entidad absorbida. Los contratos de obra pública en España no son un segmento determinante para FERROVIAL a pesar de que actualmente se licitan unos 30.000 millones de euros al año en contratos de este tipo en España. De su cartera de obra viva a nivel mundial, unos  15.000 millones, sólo 2.000 millones corresponden a contratos en nuestro país.

La absoluta desconexión de los ocupas de la Moncloa con la cotidiana realidad de nuestra nación resulta apabullante. Es como si no vivieran en este mundo, en la actual coyuntura que todos intentamos superar, y no vieran lo que está pasando. Lo que sí ostentan es una cara pétrea y una probada habilidad para disimular o negar la existencia de los problemas que ellos mismos generan o intensifican. A su Sanchidad y sus mariachis les gustaría que toda la unión europea fuera un infierno fiscal como España. Pero no, hay gobiernos que no necesitan esquilmar a sus ciudadanos y a sus empresas porque optimizan los recursos y tienen estrategias profesionales de gobierno. Lo que está claro es que aquí estos sátrapas, estos pijoprogres están obsesionados con las políticas de género, el catecismo de la emergencia climática, el bienestar animal y no tienen tiempo para pensar en generar riqueza y empleo, dado que toda la culpa es de Franco y de Putin. Es más cómodo y sencillo espantar a cualquier empresa que tenga la alocada idea de invertir en España.

Lo importante para los directivos de FERROVIAL es que los Países Bajos cuentan con una legislación estable. Nuestro paroxismo legal primero lo sufrieron las empresas catalanas que huyeron despavoridas de la república bananera en que se ha convertido esa parte de España subyugada y expoliada por la Generalitat y después el desparrame legislativo podemita que día sí, día no, nos regalan “decretos a tutiplen” tan imaginativos como inconsistentes y mal planteados.

Mientras el gobierno maquilla las cifras de paro contratando 380.000 empleados públicos más, los niveles de ineficiencia se multiplican. Mientras convierten a parados en ocupados intermitentes, insisten en que somos el faro que ilumina a Europa. La recaudación de hacienda se ha disparado exponencialmente pero lo que llega a la sociedad es casi nada. El déficit público es sencillamente sideral y la deuda pública va a la par. Todos estamos sufriendo la ineficiencia de un sistema, donde se ha convertido en un milagro que te atiendan por teléfono en cualquier administración, donde su estructura telemática resulta ineficaz y donde una cita médica es para dentro de seis meses. Si hablamos de su tejido productivo se multiplican las quiebras y cerrojazos con una media superior a la europea en un 160% de más. Aperturar una empresa en España es ahora una cuestión de decididos valientes con infinidad de trámites burocráticos verdaderamente asfixiantes. FERROVIAL no es la única firma cotizada que se ha embarcado en un proyecto de fusión que le llevará a tener su sede en los Países Bajos. El pasado enero la compañía audiovisual MEDIASET ESPAÑA puso en marcha una operación similar. En Europa  se replican las mudanzas a Holanda por la dinastía italiana de los Agnelli.

No tienen desperdicio las recientes declaraciones de Yolanda Díaz, vicepresidente del Gobierno de España del politburó de su Sanchidad, con relación a la decisión adoptada por esta empresa española. La ministra habla de paraísos fiscales, y de dumping fiscal, cuando realmente lo que ocurre es que hay muchos países mejor gestionados, con una legislación tributaria más justa, que ofrecen los mismos o mejores servicios. Doña Yolanda Díaz asevera que la actitud de FERROVIAL es indigna y lanza consignas a todos los medios para que sea castigada. Al parecer está en deuda por haber suscrito y ejecutado infinidad de contratos en nuestro país. Como si no se tratara de competir por la licitación, cumplir lo estipulado y obtener el pago pactado.  

Favorecer la prosperidad para atraer empresas y sus inversiones no se contempla por esta élite política, para eso hay que saber gestionar. Prefieren nacionalizar todo lo que se ponga por delante, que ya nos encargaremos de hundirlo todo. Por eso quieren generar leyes para condicionar a las compañías, no les basta con poner infinidad de limitaciones e inconvenientes para que las empresas puedan subsistir. Son los gobiernos los que tienen que ser verdaderamente ejemplares en tiempos de crisis. Pero estos no paran de condenar a muchos empresarios por ser “sucios capitalistas y especuladores” que se están aprovechando de la crisis. Que si el de Mercadona, que si Amancio Ortega… todo el día los ponen a parir, culpabilizándolos por su capacidad emprendedora y por sus éxitos

Ahora vemos un intenso fuego cruzado entre los miembros del gobierno y diferentes colectivos, como el apoyo que SEOPAN, la patronal de la construcción ha mostrado a la emblemática constructora madrileña, pero eso es economía y gestión, lo que no le preocupa, ni interesa, a estos iluminados de la globalización. Gastan dinero a espuertas en necedades para mantener redes clientelares y chiringuitos hipotecando el país para las próximas generaciones. 

Es necesario explicar al equipo de su Sanchidad que la verdadera igualdad no es la arrogancia de pensar que no hay nadie más que tú sino la humildad de aceptar que no eres más que nadie. Si sólo te importa la poltrona, al menos no nos des lecciones de moral. En medio de este expolio ¿cómo no van a huir las empresas?

Luis Nantón Díaz

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Proteger a los más jóvenes

No hay negocio más lucrativo que luchar por derechos que ya se tienen, en nombre de opresiones que no existen, con el dinero de aquellos a quienes se tacha de opresores. Thomas Sowell, economista y teórico social estadounidense con sus 92 años, arrastra un prolongado sendero de controvertidas experiencias. Se inició políticamente en el marxismo en su juventud para progresar a posiciones intelectuales más complejas y estructuradas a medida que adquiría años, madurez y conocimientos. Una de las cosas que aprendió Sowell en su dilatada experiencia en las filas del partido demócrata, se condensa en la frase que encabeza este artículo. El wokismo, la moderna izquierda, se ha especializado en convertir en máquinas de producir dinero, las antiguas luchas por derechos sociales, combinándolo con oscuras estrategias de ingeniería social, encaminadas a mantenerse en el “negocio de la política”. Estamos inmersos en una debacle del absurdo, en un concurso de quien suelta la legislación más insensata y todo ello con nuestro colaborador silencio. Es una verdadera locura continuar con este esperpento porque su Sanchidad necesita de una panda de desquiciados e incompetentes, para mantenerse en el poder.

En los últimos meses, por amistad, he conocido la pesadilla que están sufriendo varios padres con hijos adolescentes, que se están planteando, algunos incluso exigiendo, iniciar procedimientos quirúrgicos y tratamientos hormonales para cambiar de sexo.

La coyuntura que rodea estas situaciones no sólo no aporta soluciones sino que incrementa las dificultades. No hablamos de orientación religiosa, política o sexual, sino de procedimientos médicos irreversibles, que en los países que nos llevan mucha delantera en estos dislates han generado problemas psiquiátricos y de adaptación. Reino Unido, Francia, Noruega y Suecia ya han dado marcha atrás a legislaciones como las que acaban de aprobar en España porque permiten la ausencia de control y asesoramiento previos. Facilitan el acceso a estos tratamientos a menores que en algunos casos presentan trastornos que no tienen relación con la identidad sexual. La Ley Trans aprobada en el Congreso de los Diputados prohíbe explícitamente, en contra de la opinión de la práctica totalidad de sociedades científicas españolas, que un profesional de la salud mental proporcione tratamiento a quien se autodetermine en un sexo diferente al suyo. La interpretación del artículo 19.3 de la controvertida ley, es más que discutible. Sólo establece un acompañamiento, si el paciente lo demanda, para ayudarle con las vicisitudes del tratamiento hormonal y las cirugías. Pero a buen seguro, que ya saldrán a decir, que la legislación es maravillosa, pero que son los jueces y tribunales quienes están aplicando la ley inadecuadamente.

En España ya tenemos la primera demanda por una situación como la que estamos describiendo. El caso de una joven, Susana Domínguez, frente al Servicio Gallego de Salud, que denuncia un diagnóstico incorrecto de disforia de género -el nombre técnico de ese estoy-en-el-cuerpo-equivocado- y la ausencia de asistencia psicológica durante su transición. Es la primera demanda de este tipo que se presenta en España, el paso previo a una potencial demanda en los tribunales fundamentada en la obligación del Estado y de sus profesionales sanitarios, de proteger la salud de los ciudadanos y no causarles daños innecesarios.

Acabo de leer unas magníficas líneas de Arturo Ezquerro, médico psiquiatra y psicoterapeuta, profesor en el Institute of Group Analysis de Londres y el primer español en conseguir una Jefatura de Servicios Públicos de Psicoterapia en Reino Unido.  Comenta los trabajos del Dr. Domenico Di Ceglie, autor del texto de 1998 “Un extraño en mi propio cuerpo” quien creó el GIDS (Gender Identity Development Service) en St George’s Hospital, también en Londres. El servicio se trasladó a la Tavistock Clinic en 1996 y continuó con las pautas exploratorias y psicoterapéuticas que él había utilizado en sus primeros años de ejercicio, a fin de asesorar a niños y adolescentes con dudas sobre su género a construir sus identidades del modo más saludable.

El enfoque exploratorio fue progresivamente sustituido por una estrategia asertiva, mucho más simplista en su análisis, que propiciaba decisiones de cambio de género en menores de edad. Se multiplicaron las terapias hormonales a estos menores para retrasar la pubertad o para adquirir características del otro sexo, sin ponderar adecuadamente las consecuencias. Como suele ocurrir, cuando estos movimientos coinciden con estrategias de ingeniería social, empezó a fluir dinero en importantes cantidades a organizaciones y departamentos vinculados a estas discutibles estrategias.

Se cita el informe británico Cass Review que señala un alarmante aumento de pacientes remitidos al GIDS y que la evaluación diagnóstica de estos menores era insuficiente. No se tenían en cuenta factores fundamentales en la cimentación de la propia identidad como el historial de relaciones de apego, el desarrollo neurológico o el grado de madurez. En el ejercicio de abril 2009 a abril 2010 se remitieron a GIDS 77 casos de disforia de género, de abril 2019 a abril 2020 se remitieron 2.728 y en el ejercicio siguiente se superaron los 5.000. Estas son cifras terroríficas, que no obedecen a una realidad, sino a una verdadera alteración distópica de la sociedad.

Según expone este profesional de la psiquiatría y el informe citado, el diagnóstico de «disforia de género» ha crecido exponencialmente. En algunos casos esa etiqueta diagnóstica enmascara otros posibles diagnósticos coexistentes como el autismo, la depresión o el estrés postraumático causado por el acoso escolar u otros problemas sociales o familiares.  No olvidemos la frase del inicio de estas líneas «No hay negocio más lucrativo que luchar por derechos que ya se tienen, en nombre de opresiones que no existen, con el dinero de aquellos a quienes se tacha de opresores», pero sobre todo tengamos en cuenta la obligación que tenemos de proteger a los menores. Estamos hablando del futuro, estamos hablando de algo trascendental.

No se trata de no defender los derechos de los más jóvenes. Ni siquiera se trata, como dice la señora Ministro de Igualdá, de que no se acepte su existencia. De verdad que no tengo ni la menor reserva en dirigirme a ti como tú prefieras, pero estimo honradamente que se trata de lo contrario: de no aceptar que la ideología convierta el lenguaje en las nuevas cadenas que, queriendo liberar, encarcelen a perpetuidad a un solo niño o joven confundido.

Luis Nantón Díaz