La decisión de FERROVIAL de abandonar el solar patrio ha desatado una tormenta. Se estima que la multinacional pretende un ahorro anual de 41 millones de euros, lo que sin ser baladí, tampoco resulta crucial. El 82% de la facturación de FERROVIAL se produce fuera de España y el 93% de sus inversores son firmas o inversores extranjeros. Personalmente creo que la tan cacareada decisión obedece a una estrategia de progresivo acercamiento al mercado bursátil estadounidense y al diferencial de sus bonos aunque indudablemente la alocada política económica que desarrolla el actual gobierno español solo es un incentivo para “mandarse a mudar”.
La compañía controlada por la familia del Pino (el presidente Rafael del Pino es el mayor accionista con el 20%) ha reducido notablemente su presencia en nuestra nación. Esta operación se realizaría mediante una fusión con Ferrovial International, filial al 100% de Ferrovial domiciliada en los Países Bajos, siendo Ferrovial la entidad absorbida. Los contratos de obra pública en España no son un segmento determinante para FERROVIAL a pesar de que actualmente se licitan unos 30.000 millones de euros al año en contratos de este tipo en España. De su cartera de obra viva a nivel mundial, unos 15.000 millones, sólo 2.000 millones corresponden a contratos en nuestro país.
La absoluta desconexión de los ocupas de la Moncloa con la cotidiana realidad de nuestra nación resulta apabullante. Es como si no vivieran en este mundo, en la actual coyuntura que todos intentamos superar, y no vieran lo que está pasando. Lo que sí ostentan es una cara pétrea y una probada habilidad para disimular o negar la existencia de los problemas que ellos mismos generan o intensifican. A su Sanchidad y sus mariachis les gustaría que toda la unión europea fuera un infierno fiscal como España. Pero no, hay gobiernos que no necesitan esquilmar a sus ciudadanos y a sus empresas porque optimizan los recursos y tienen estrategias profesionales de gobierno. Lo que está claro es que aquí estos sátrapas, estos pijoprogres están obsesionados con las políticas de género, el catecismo de la emergencia climática, el bienestar animal y no tienen tiempo para pensar en generar riqueza y empleo, dado que toda la culpa es de Franco y de Putin. Es más cómodo y sencillo espantar a cualquier empresa que tenga la alocada idea de invertir en España.
Lo importante para los directivos de FERROVIAL es que los Países Bajos cuentan con una legislación estable. Nuestro paroxismo legal primero lo sufrieron las empresas catalanas que huyeron despavoridas de la república bananera en que se ha convertido esa parte de España subyugada y expoliada por la Generalitat y después el desparrame legislativo podemita que día sí, día no, nos regalan “decretos a tutiplen” tan imaginativos como inconsistentes y mal planteados.
Mientras el gobierno maquilla las cifras de paro contratando 380.000 empleados públicos más, los niveles de ineficiencia se multiplican. Mientras convierten a parados en ocupados intermitentes, insisten en que somos el faro que ilumina a Europa. La recaudación de hacienda se ha disparado exponencialmente pero lo que llega a la sociedad es casi nada. El déficit público es sencillamente sideral y la deuda pública va a la par. Todos estamos sufriendo la ineficiencia de un sistema, donde se ha convertido en un milagro que te atiendan por teléfono en cualquier administración, donde su estructura telemática resulta ineficaz y donde una cita médica es para dentro de seis meses. Si hablamos de su tejido productivo se multiplican las quiebras y cerrojazos con una media superior a la europea en un 160% de más. Aperturar una empresa en España es ahora una cuestión de decididos valientes con infinidad de trámites burocráticos verdaderamente asfixiantes. FERROVIAL no es la única firma cotizada que se ha embarcado en un proyecto de fusión que le llevará a tener su sede en los Países Bajos. El pasado enero la compañía audiovisual MEDIASET ESPAÑA puso en marcha una operación similar. En Europa se replican las mudanzas a Holanda por la dinastía italiana de los Agnelli.
No tienen desperdicio las recientes declaraciones de Yolanda Díaz, vicepresidente del Gobierno de España del politburó de su Sanchidad, con relación a la decisión adoptada por esta empresa española. La ministra habla de paraísos fiscales, y de dumping fiscal, cuando realmente lo que ocurre es que hay muchos países mejor gestionados, con una legislación tributaria más justa, que ofrecen los mismos o mejores servicios. Doña Yolanda Díaz asevera que la actitud de FERROVIAL es indigna y lanza consignas a todos los medios para que sea castigada. Al parecer está en deuda por haber suscrito y ejecutado infinidad de contratos en nuestro país. Como si no se tratara de competir por la licitación, cumplir lo estipulado y obtener el pago pactado.
Favorecer la prosperidad para atraer empresas y sus inversiones no se contempla por esta élite política, para eso hay que saber gestionar. Prefieren nacionalizar todo lo que se ponga por delante, que ya nos encargaremos de hundirlo todo. Por eso quieren generar leyes para condicionar a las compañías, no les basta con poner infinidad de limitaciones e inconvenientes para que las empresas puedan subsistir. Son los gobiernos los que tienen que ser verdaderamente ejemplares en tiempos de crisis. Pero estos no paran de condenar a muchos empresarios por ser “sucios capitalistas y especuladores” que se están aprovechando de la crisis. Que si el de Mercadona, que si Amancio Ortega… todo el día los ponen a parir, culpabilizándolos por su capacidad emprendedora y por sus éxitos
Ahora vemos un intenso fuego cruzado entre los miembros del gobierno y diferentes colectivos, como el apoyo que SEOPAN, la patronal de la construcción ha mostrado a la emblemática constructora madrileña, pero eso es economía y gestión, lo que no le preocupa, ni interesa, a estos iluminados de la globalización. Gastan dinero a espuertas en necedades para mantener redes clientelares y chiringuitos hipotecando el país para las próximas generaciones.
Es necesario explicar al equipo de su Sanchidad que la verdadera igualdad no es la arrogancia de pensar que no hay nadie más que tú sino la humildad de aceptar que no eres más que nadie. Si sólo te importa la poltrona, al menos no nos des lecciones de moral. En medio de este expolio ¿cómo no van a huir las empresas?
Luis Nantón Díaz
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