1×10 Paso a paso en la oscuridad (2022 revisited)

Para su sorpresa, Laura terminó abrazando el silencio de la madrugada. Decidió deslomarse en un nuevo proyecto cuando las interrupciones fuesen impuestas exclusivamente por su falta de inspiración o bien por su originalidad para desconcentrarse. Disfrutaba recalentando el café hecho por la mañana antes de recluirse en su dormitorio con sus personajes, tramas y a saber cuantos borradores.

Inclinada sobre su escritorio, escuchaba a sus protagonistas a través de sí misma. Ellos eran tan reales como sus padres, su hermana pequeña o cualquiera que hiciese eses calle abajo. Los habitantes de sus historias formaban parte de este mundo aunque no viviesen en el. Ellos guiaban con facilidad el lápiz, pero desaparecían si eran expuestos ante la curiosidad ajena. Ellos la mantenían cuerda en los momentos difíciles, pero abandonaban el barco al escuchar conversaciones relacionadas con la productividad. A pesar de esto, siempre estaban pendientes de ella. Si por algún casual tenían que marcharse a saber qué lugar, Laura aprovechaba para anotar innumerables aspectos personales de cada uno: muletillas, expresiones, inseguridades, manías, secretos… Aunque siempre, más tarde que temprano, retornaban a sus páginas.

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Un día, los padres de Laura mostraron una repentina sinceridad al aconsejarle –y que conste que este no fue el término que utilizó para describir la situación– compaginar la escritura con un trabajo de nueve a cinco. El que fuera. Terminó por defender a gritos el tiempo que invertía en Ellos mencionando que, simplemente, necesitaba tiempo. Más tiempo. ¿Puedes imaginarlo? ¿Y quién no, Laura? Metió cuatro tonterías en una mochila y zanjó una histeria guardada bajo llave dando un portazo del que rendiría cuentas días después. Media hora más tarde le puse la mano en la boca y la guíe en la oscuridad hasta mi habitación.

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En realidad me lo veía venir –susurró con rabia mientras ahogaba por quinta vez la almohada en una funda–. No exactamente así, pero algo parecido. Es que vamos, ¿cómo no voy a sentir ese desprecio? Si señalas que debería estar haciendo otra cosa estás diciendo poco menos que debería dejar de hacer lo que estoy haciendo. ¿Cómo esperan que no me afecte o…?

Es terrible sentir eso, ¿eh? 

¿A quién no le afectaría algo así?

¿A quién? ¿Cómo se llamaba el pibe de la facultad que aparentaba ciento dieciséis años? El que fumaba los cigarrillos del revés y decía que iba a misa para pensar en los cortos.

¡Aufff, no! Galindo no. Ahora no, por Dios…

¡Galindo, Galindo! ¡Esteban Galindo! Madre mía, ¿te acuerdas cuando en segundo de carrera, Valentina…?

En este momento quisiera tener una máquina del tiempo…

¿Para matar a Hitler?

Para evitar que dijeses ese nombre —Soltó muy seria antes de que estallásemos en carcajadas silenciosas. Qué bueno. Esas con las mejores risas, las que tienes que aguantarte como sea. No es que mis padres tengan sueño ligero, pero tú sabes. Al rato, soltó un suspiro y continuó de una forma distinta—. Escucha, no es que sea muy correcto, creo; pero créeme cuando te digo que algún día escribiré algo verdaderamente real. No hablo de La Obra Maestra De Nuestro Tiempo ni nada de eso sino algo que lo leas y digas: “¡Ah, claro!”. Quiero conseguirlo con lo que tengo en mente aunque a lo mejor tengo que parar y modificarlo todo. Aún así, quiero intentarlo sin que nadie me haga sentir mal por ello. Sin que nadie intente convencerme de que otra manera es la correcta. Y creo que… ¿Me estás escuchando? Si pudiese materializar todo lo que tengo en mi cabeza en el papel… Vamos, sería una maldita convención para todas esas cosas que pensamos que son «de verdad». Nunca vi nada más claro en toda mi vida. ¿No te ha pasado eso alguna vez?

¿El qué?

¿Nunca viste algo con una claridad tan obvia y sentiste que debes hacerlo sin más? Digo, sin pensar en las opiniones de la gente, de tu familia, amigos, el mundo, Pepito y tal.

La miré a los ojos durante horas.

Es complicado.

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