90 años después
Hace hoy 90 años que acabó la que ahora conocemos como I Guerra Mundial (1914-18), que entonces fue llamada Guerra Europea (transcurrió en Europa aunque intervino Estados Unidos) y también Gran Guerra. Terminó con una herida cerrada en falso porque se firmaron varios tratados de paz, cada vencedor y cada vencido por su lado, como en una especie de liga inacabable que puso las bases para una nueva guerra dos décadas después.
La importancia de esta guerra es que cambió un mundo que ya parecía inamovible. Prusia se partió en dos por el corredor polaco, semilla de una nueva contienda. Desapareció el Imperio Austro-Húngaro, uno de los más poderosos de Europa. Turquía era expulsada de Europa y sólo se le dejó la actual Istambul y alrededores. Crecieron Checoeslovaquia, Rumanía y Yogoeslavia, lo que implicó el empequeñecimiento de Hungría y la desaparición de lo que había sido la Gran Serbia.
Paralelamente, en Rusia cayó el zarismo y se instauró el Imperio Soviético. Y así, más o menos se ha mantenido el mundo hasta ahora, aun con la II Guerra Mundial y la Guerra Fría de por medio, pero de repente, cuando cayó el primer ladrillo del Muro de Berlín empezó a cambiar todo. Estamos en otra encrucijada de la Historia, tratando de hacer una Europa sin fronteras (hoy una utopía) y el mundo que hagamos hoy durará al menos hasta que acabe el siglo. Siempre fue así, y a lo mejor algún día aprendemos la lección.

