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90 años después

Hace hoy 90 años que acabó la que ahora conocemos como I Guerra Mundial (1914-18), que entonces fue llamada Guerra Europea (transcurrió en Europa aunque intervino Estados Unidos) y también Gran Guerra. Terminó con una herida cerrada en falso porque se firmaron varios tratados de paz, cada vencedor y cada vencido por su lado, como en una especie de liga inacabable que puso las bases para una nueva guerra dos décadas después.
me.jpgLa importancia de esta guerra es que cambió un mundo que ya parecía inamovible. Prusia se partió en dos por el corredor polaco, semilla de una nueva contienda. Desapareció el Imperio Austro-Húngaro, uno de los más poderosos de Europa. Turquía era expulsada de Europa y sólo se le dejó la actual Istambul y alrededores. Crecieron Checoeslovaquia, Rumanía y Yogoeslavia, lo que implicó el empequeñecimiento de Hungría y la desaparición de lo que había sido la Gran Serbia.
Paralelamente, en Rusia cayó el zarismo y se instauró el Imperio Soviético. Y así, más o menos se ha mantenido el mundo hasta ahora, aun con la II Guerra Mundial y la Guerra Fría de por medio, pero de repente, cuando cayó el primer ladrillo del Muro de Berlín empezó a cambiar todo. Estamos en otra encrucijada de la Historia, tratando de hacer una Europa sin fronteras (hoy una utopía) y el mundo que hagamos hoy durará al menos hasta que acabe el siglo. Siempre fue así, y a lo mejor algún día aprendemos la lección.

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La memoria de Garzón

sima.jpgMenuda carajera se está montando en torno al empeño del Juez Garzón en abrir las fosas de los fusilados del franquismo. Si no fuese porque estamos hablando del asesinato de miles de personas, una limpieza ideológica sistemática que tal vez entre en el apartado de genocidio, la verdad es que el asunto se pone interesante desde muchos puntos de vista. Por una parte está el político, si es o no oportuno hacer esto ahora y de esta forma; por otra el jurídico, puesto que si se entiende que hubo una operación similar a la llamada «solución final» de los nazis se trata entonces de crímenes contra la Humanidad, y estos no prescriben con la ley de Amnistía de 1977, como no prescribieron las matanzas argentina con la Ley de Punto Final. La cuestión es quién determina si son o no crímenes contra la Humanidad.
Lo cierto es que hay mucha gente que se está poniendo nerviosa, y no porque pueda acarrearle castigo, puesto que quienes así procedieron están todos muertos, sino porque ello puede influir incluso en su patrimonio. Si se declara que hubo delito y que por esos abusos hubo familias que se apropiaron de patrimonio de las víctimas, habrá que ver qué pasa con esas propiedades, porque entonces vendría otro debate: si los herederos de los asesinados tienen derecho a reclamar ese patrimonio y como consecuencia perderlo los herederos de los verdugos.
Luego está la visión de los historiadores, y la traspolación del asunto a las batallitas políticas diarias. Hay instituciones, como La Iglesia, que prefieren que no se remueva el pasado, porque saldrían a la luz actitudes e incluso conductas que tienen poco que ver con el Evangelio. Y, claro, hay opiniones para todos los gustos, dependiendo de qué línea tiene cada medio de comunicación.
Fotos: ¿Les suena de algo la Sima Jinámar?

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¿Quién dijo ideologías?

wall.jpgEn momentos como el actual cabe preguntarse para qué elegir a este o aquel partido, a este o aquel candidato, si finalmente todos hacen lo mismo, es decir, engrasar la maquinaria de siempre. Resulta curioso ver cómo las recetas aplicadas por Alemania y Francia (con gobiernos conservadores), son las mismas que las que aplican Madrid y Londres, donde se supone que laboristas y socialistas deben tener otras políticas. Y, por supuesto, todos hacen lo mismo que Bush, cuya administración es la bestia negra en todo este lío, por dejar retozar a sus anchas a los tiburones de Wall Street.
El Estado avala a los bancos y garantiza un fondo de muchos millones. La cadena debiera seguir con el control de a dónde va el dinero de esos bancos, y luego qué hacen las empresas que lo consiguen. De este modo se podría incidir en menos despidos, salarios más dignos y bienestar de todos. Pero la cadena no llegará ahí, porque hablan de flexibilización del mercado de trabajo (menudo eufemismo), contención de salarios (ganamos un 34 % menos que en el resto de la UE) y presumo que nadie va a ir en ayuda de una familia que puede perder su casa porque la hipoteca la ahoga. No van a cambiar el sistema, van a repararlo para seguir haciendo lo mismo (en este enlace lo explican perfectamente). Y, la verdad, acaba uno pensando que da igual Zapatero que Rajoy, Obama que McCain, Berlusconi que Prodi… Todos son admistradores del capitalismo más feroz.
¿Quién dijo ideologías?