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Frío y lotería

loteria.jpgMiles de personas mueren de frío en Georgia y en mitad del desierto de Tinduf, donde está helada la indiferencia ante el sufrimiento del pueblo saharaui. Y es que este año hace mucho frío, no sólo del que impone la estación invernal, sino el frío del desamor, el odio y la insolidaridad. Hace tanto frío que ha congelado los cerebros de la gente y siguen sin darse cuenta de hay quien hace negocio hasta de las catástrofes, y si no pregunmten a Al Gore con el cambio climático.
Hace frío en las ciudades, donde los sin techo tiritan de soledad, en las costas donde las pateras arriban llenas de miedo, en el corazón de los palestinos, los kurdos y los tibetanos, sojuzgados por otros pueblos en aras de no se sabe qué privilegios. Hay frío en todas partes, pero donde más frío hace es en el corazón de los que hacen ostentación de opulencia, insultando a los desposeídos.
Queda tan solo el calor de la familia, la memoria de los que se fueron y la esperanza de que alguna vez haya paz en la Tierra y buena voluntad entre los hombres. Encima nos montan la cantinela anual de la lotería de Navidad, algo que no acierto a comprender, porque tiene tirón mediático algo que se retransmite por todas las cadenas de radio y televisión simultáneamente. Es como la sublimación colectiva de la idiotez, y eso no hay tradición que lo salve.

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Solidarios de pacotilla

De repente se nos han iluminado las calles y nos han sembrado la ciudad de belenes, nos ha visitado la lluvia y el mar se ha embravecido. Es Navidad, y nos llaman a la alegría aunque a veces nos inunde la tristeza. Es un ajuste de cuentas con el tiempo, esa máquina inexorable que no necesita reloj.
solidarios.JPGNos ha sorprendido la Navidad sin habernos preparado para que nos deseen felicidades por sistema, ni para soportar los telemaratones, donde se nos viene a decir que somos culpables de las penurias ajenas, y en un supremo acto de generosidad acuden muchos famosos a hacerse publicidad. Tienen su residencia fiscal en Mónaco o en Miami, porque allí casi no pagan impuestos, y luego hay que darles las gracias porque rifan una camiseta o una foto firmada. Lo que deberían hacer es pagar impuestos en España, eso sí que es solidaridad.
Estas cosas me cabrean, pero no es la Navidad lo que irrita; es la hipocresía. Estoy hasta las narices de tanto solidario que vive como un rey, que va de progre y se permite darnos lecciones de ética, mientras forma parte de una especie de mafia artística en la que llevan mandando los mismos desde 1980. Los nombres los ponen ustedes, que hace mucho frío para pasar por el juzgado.

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En Belén con los pastores

Un amable comunicante me sugiere pastorcillos para quitar el mal sabor de boca del vídeo brutal del comentario anterior. La verdad es que siempre me he preguntado por qué sólo adoraron a Jesús hombres que se dedicaban al cuidado de rebaños. pastores.jpgSe me dirá que eran los que estaban en el campo y vieron la estrella de Belén, pero todo eso es rebatible con el Evangelio en la mano y con el sentido común.
Para empezar, la estrella debía guiar a los magos de Oriente, y por lo tanto andaría lejos de Belén, señalando el camino. Es verdad que había un ángel anunciando gloria a Dios en el cielo y en La Tierra paz a los hombres de buena voluntad, pero los clamores del ángel podían ser escuchados por cualquiera, especialmente por los panaderos, que son los que tradicionalmente trabajan de noche.
También podían oírlo los campesinos agricultores e incluso los urbanitas de una ciudad pequeña como Belén, pues no creo que hubiera mucho ruido de motores en aquella época. Además, se supone que los rebaños pastan de día y por la noche vuelven a los corrales, donde se hace el ordeño y se fabrica el queso. De manera que eso de los pastores de Belén no resiste un análisis medianamente serio, porque arrieros, repartidores, soldados, carpinteros que tienen atrasado el trabajo y otros profesionales suelen trabajar sin horario. En fin, que hasta los evangelistas en este caso andaban en Belén con los pastores.