¿La novela de un loco?
Como hoy es 9 de julio, me acuerdo de Argentina (hoy es su fiesta nacional), y el hilo neuronal me lleva a Facundo Cabral, que usaba el humor para decir verdades como puños, y lo hacía en sus monólogos y en sus canciones. En un momento de su recitado dice: «la vida es una novela escrita por un loco». Pero eso no justifica la locura del mundo, porque popularmente se califica de loco a quien padece alguna enfermedad mental, de etiología psíquica, química o incluso fisiológica. Es decir, padeciendo depresión o esquizofrenia, pasando por la bipolaridad y otras tantas afecciones, locos ha habido siempre en el campo de la narrativa: Dostoievski, Virginia Wolf, Malcom Lowrry, Edgar Allan Poe, Mary Shelley, Marcel Proust y muchos más. Padecían tremendas enfermedades mentales, que en algunos casos los llevaron al suicidio. Hubo otros novelistas que quisieron pasar por locos, porque la locura resulta muy literaria, y así, Umbral paseaba con bufanda por la Gran Vía en verano, Azorín salía con un paraguas rojo aunque no hubiese lluvia y Valle-Inclán iba a la plaza de Oriente y se ponía a gritar frente al palacio real para despertar a Alfonso XIII.
Los locos de verdad y los que fingían locura escribieron grandes novelas, que funcionan de manera muy lógica, muy cuerda, incluso cuando entran en el territorio de la fantasía más exagerada, porque una novela, si se desmanda, ya empieza a ser mala. Por eso este mundo tan cruel, hipócrita y sádico no responde a la estructura de una novela seria, es tan disparatado que si se contuviese en un libro nadie lo entendería. Por eso creo que esta locura de mundo es una novela escrita por gente muy cuerda (eso sí, muy malvada).
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(El cuadro es El Aquelarre de Goya)