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La tostada de Groucho

Yo no sé qué diría Mafalda de todo esto, pero su madre le diría algo sobre la sopa. El caso es que el balance del verano oficial no puede ser más desalentador. Aparte de los muertos en la carretera que por desgracia ya no nos llaman la atención, hemos tenido incendios a manta, accidentes aéreos, violencia etarra y de género y los forcejeos políticos de siempre. Es que se hunden hasta los submarinos, que es el colmo, porque ya se hunde hasta lo que está hundido por definición, como el euro, que bien listos fueron los ingleses cuando se quedaron fuera del sistema monetario europeo.
mafalda.JPGY encima no llueve y nuestras reservas de agua están todas en el Atlántico para que las potabilicemos a golpe de petróleo, o sea, de dólares a precio estratosférico. Si hacemos caso a la dichosa ley de Murphy, una cosa, por muy mal que esté, es susceptible de empeorar. Es decir, todavía las cosas pueden ir a peor, porque la tostada siempre cae por el lado de la mantequilla.
Y ahora dicen unos que la gripe A va a venir más fuerte de lo previsto en principio, y otros que es un montaje para que determinadas empresas farmacéuticas se hagan de oro vendiendo vacunas y antivirales. Cualquiera sabe, y en este caso yo prefiero ser optimista porque esta mañana se me cayó una tostada y lo hizo hacia arriba; por eso quiero creer a Groucho Marx, y pensar que las cosas de ahora en adelante irán a mejor porque a peor no pueden ir.

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Datos que sorprenden

DSCN2401.JPGNos inundan de datos a los que la mayor parte de las veces no les hacemos caso, o al menos no los estudiamos en profundidad. Son cifras, estadísticas, y muchas de ellas tienen que ver con algo tan importante como la línea que separa la vida de la muerte.
En estos días he visto que cinco millones de personas mueren al año en la UE, lo que equivale a una media del 1%, y en España algo menos, el 0,9%, unas cuatrocientas mil. Es decir, muere una de cada cien personas vivas. Este es el dato desnudo, los números que son manejados entre otros por las funerarias como perspectiva de negocio.
Al ver esta información, me sorprendí, porque mi impresión es que muere mucha más gente, y cuando hablé de esto con varias personas a todas les pareció una cifra muy baja. Vemos cada día esquelas, asistimos a tanatorios, entierros y funerales casi siempre como acto social, y como todos los días la muerte está presente nos parece que los muertos son más.

(Tranquilo, Caronte, no hay prisa)

Pero como a todos la muerte nos toca de cerca alguna vez (un día nos dará de lleno) su amenazadora presencia nos la hace más grande, más numerosa, más visible. Y esa persona de cada cien dejará de existir, lo cual es una lección para que cuando veamos este tipo de informaciones pensemos que detrás de esos números hay seres humanos: nosotros.

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Polemistas de cartón-piedra

Hay algunos humanos terribles, sobre todo aquellos que tienen pasión por discutir, porque se invisten de un ropaje de intocables y siempre son los demás quienes tienen la culpa. Da igual de lo que se hable, siempre están enfrente.
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Hace unos años, cuando el telecupón lo dadan unas chicas ligeras de ropa, solía verlo junto a una persona mayor. Un día yo le decía que era muy agradable ver el sorteo con chicas tan guapas, y esa persona se me oponía tratando a las muchachas de lo peor. Al día siguiente yo decía que las chicas eran unas desvergozadas vestidas así, y la misma persona las justificada diciendo que eran muchachas serias y que de algo tienen que vivir.
Hagan la prueba; ante este tipo de personas -que abunda, no crean-, defiendan una postura sobre algo y esa persona sacará la otra, y discutirá aunque se trate de la ley de la gravedad. Si en otra ocasión defienden la opción contraria con la misma persona, no crean que va a estar de acuerdo, volverá a ponerse enfrente. Son así, polemistas de cartón-piedra, porque he oído decir cien veces que Zapatero o Rajoy están equivocados. Y la gracia está en que la misma persona me ha dicho un día que Zapatero lo hace mal y al día siguiente el inepto es Rajoy, depende siempre de a quién primero yo le haya colgado la eficacia o la ineptitud. En el fondo, son divertidos, porque uno no puede tomárselos en serio.