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DIARIO DE CUARENTENA. Jornada 48: Día de perolas. (01/05/2020).

Uno de Mayo, Día del Trabajo. Qué ironía. Desde adolescente, siempre he seguido esa especie de tradición de celebrar esa fiesta, acudiendo a la manifestación que convocan habitualmente los sindicatos (no siempre unidos). Sigue siendo 1 de mayo y seguramente este año hay más razones que nunca para estar alerta sobre el futuro de las relaciones laborales, porque ya sabemos que estas cosas suelen aprovecharse para seguir aumentando las diferencias sociales y económicas. Pero ese es otro debate, de gran envergadura, que se pregunta hacia qué mundo vamos (ya existía antes de esta crisis). En este caso, esa ausencia de las celebraciones del 1 de Mayo hace que exista otro vacío, que llenábamos saludando a amigos y amigas que a veces solo veíamos una vez al año. Está claro, como el protagonista de Casablanca, en el fondo soy sentimental.

Ayer, víspera de puente, hice acopio de víveres. Al anochecer, preparamos un estofado, que será el plato estrella de hoy, y media perola de puré de calabaza, que lleva, además, otras verduras. Rememorando los tiempos en que teníamos que hacerlo de vez en cuando, pera tener comidas congeladas cuando llegásemos del trabajo, ahora lo hacemos porque un primer plato de puré de verduras es siempre una salvación. En un par de horas hacemos comida que luego nos sirve durante semanas.

Por la tarde nos asomamos a la calle. Sofía, Diego y sus padres han tomado la dinámica de dejarse ver por la nueva ventana, aunque solo sea un poquito. Y ya hablamos, mientras la niña nos mira y nos saluda con la mano. Volvió a decir hola, y esta vez también escuchamos al perro de la familia. Solo sé de él que es blanco y negro, calculo que debe ser de tamaño medio, aunque desconocemos la raza. Pero es otro reflejo que nos llega junto a la luz de Diego y Sofía. Buen día.

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DIARIO DE CUARENTENA. Jornada 47: Hitchcock profético. (30/04/2020).

Como en estos días se cumplieron 40 años de la muerte de Hitchcock, se habló mucho del gran maestro del suspense. La foto que más aparecía en las redes es una en la que está rodeado de varios pájaros, en referencia a la enigmática película del mismo título, que protagonizaron Tippi Hedren, Rod Taylor y Jessica Tandy. Los pájaros se vuelven locos y nunca llegamos a saber por qué se reúnen en grandes bandadas y atacan a la gente. Este tiempo es tan misterioso como el momento que narra la película, aunque  de este director, aparte de La ventana indiscreta a la que ya hemos aludido en otro diario, podríamos aplicar varios títulos a estos días: Con la muerte en los talones, Vértigo, Psicosis…

El tema más candente sigue siendo las fases de la desescalada. Ya sabemos que, se haga como se haga, siempre habrá quien dirá que tiene que ser de otra manera, por lo que las opiniones, los augurios apocalípticos y la utilización política del asunto están resultando casinos, y en algunos casos incomprensibles. Debe ser que tengo un excesivo amor a la vida, porque no me entra en la cabeza que, en una situación tan dura, para mucha gente la carreta siga estando delante de los bueyes. Y claro que tengo objeciones, sobre todo por la falta de claridad y los discursos entrecruzados de los distintos niveles de las administraciones. Y hay otros debates que tienen que ver con el futuro a medio y largo plazo, pero este no es el lugar ni poseo más datos que cualquier ciudadano para poder entrar.

Quienes están convirtiéndose en mis nuevos héroes personales del atardecer son los padres de Sofía y Diego. Ayer venían del paseo y la niña estaba de mal humor porque quería seguir en la calle. Pero al final salieron, y como no había manera de verlos ni de que nos vieran, los padres buscaron otra ventana de su piso y por allí quedó un hueco visual para poder saludarlos como cada tarde. Y eso le agradecemos, como le agradezco a mi vecina Ana que tuviera el detalle de hacer una foto a la fachada de mi piso para dejar constancia de algunos de los collages que ha hecho mi compañera. Buen día.

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DIARIO DE CUARENTENA. Jornada 46: El aliento de Sofía . (29/04/2020).

 

Con la estancia permanente en nuestras casas, hacemos uso de los utensilios de una manera más continuada. Pero a veces las máquinas se estropean, se desconfiguran y, en definitiva, dejan de funcionar, lo cual en estas circunstancias nos aumenta la sensación de impotencia y aislamiento. Eso me sucedió el domingo, cuando el router que distribuye las señales en mi casa se quedó sin wi-fi. Todo lo demás seguía funcionando, pero al llamar a la empresa a la que estoy abonado me dijeron que era el anuncio de que lo demás dejaría de funcionar en breve porque era un modelo que ya estaba dando problemas.

Me dijeron que al día siguiente me traerían un router nuevo y actualizado y que solo tendría que desenchufar el viejo y poner el nuevo. Confié en sus palabras, y curiosamente el lunes a primera hora llamaron al portero automático, bajé con las precauciones de rigor y un mensajero me entregó el artilugio. Para no cansarles, conseguí que todo funcionase, no sin la ayuda telefónica de la compañía, tras una razonable espera. En una hora estaba todo resuelto y me liberé de una tensión añadida, que en mi caso es habitual, porque lidiar con las nuevas tecnologías me pone muy nervioso. Y eso es desde siempre; nadie es perfecto.

Ayer por la tarde, Sofía (más bien el padre) se las ingenió para que, aunque fuese solo unos segundos, asomara media cara por un resquicio y nos enviara su sonrisa. Es  muy de agradecer la sensibilidad del padre para inventarse la manera de que pudiéramos verla. Fue solo un instante, pero vale un Potosí, aunque la niña volvió a saludarnos con su vocecita ya reconocible. Acababa de hablar Pedro Sánchez sobre las fases de desescalada y que hay que ir asumiendo eso que llaman nueva normalidad. Ver a Sofía nos dio aliento. Buen miércoles.