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Ley de Costas sí y no

z242221-1g[1].JPGAplicando la dichosa Ley de Costas se han ensañado con algunos caseríos canarios que fueron levantados junto al mar hace décadas. Bien está todo eso de cuidar el medio ambiente y urbanizar con cabeza, pero nadie acaba de entende por qué es tan urgente y necesario derribar casas en unos lugares y sin embargo nada pasa en otros. Parece ser que la cifra mágica es 90 metros desde el agua, y como no conozco la ley -ni ganas- debo suponer que en los núcleos urbanos eso no es aplicable, porque si así fuera habría que derribar muchos metros cuadrados en Las Palmas de Gran Canaria, Santa Cruz de Tenerife, Málaga, la costa sur de Gran Canaria y no sé cuántos lugares más. Siempre acaban derribando pequeñas construcciones -algunas que vienen de bisabuelos o antes- en las que habita gente humilde. Ahora le toca a Tufia, y si es verdad que estoy de acuerdo con tratar de respetar la naturaleza, que alguien me explique por qué, de repente, las casitas de Tufia suponen un peligro para el ecosistema y hoteles de cinco estrellas batidos por las olas siguen en pie.

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Defensa desclasifica cuando es inútil

Parece ser que el Ministerio de Defensa va a desclasificar 10.000 documentos fechados entre 1936 y 1968. A buenas horas, porque, salvo para engrosar tesis doctorales, de poca utilidad será saber detalles que incidieron sobre personas que en su mayor parte ya no existen o están muy mayores. Los que hicimos el servicio militar en los años setenta nos hacemos muchas preguntas, especialmente los que fuimos destinados al Sahara Occidental en sus últimos momentos como provincia española (colonia para ser realistas). Aquellos soldaditos españoles a los que hacían desfilar a los sones del pasodoble-marcha Banderita nos seguimos preguntando qué demonios hacíamos allí mientras otros vendían el Sahara en visitas fugaces a Casablanca. También nos preguntamos por qué un número desproporcionado de soldados de entonces padecieron cánceres que a menudo se los llevó a la tumba antes una docena de años después de haber estado en determinado lugar o cerca de vaya usted a saber qué materiales.
zzgranadasss.JPGConozco a muchos soldados que entonces hicieron la mili en el Sahara -en Canarias y en La Península- y la mayor parte de ellos tiene dolencias muy parecidas, que suelen afectar a la vista, el oído, la voz, el sistema nervioso y diversas áreas del cerebro. Y esto les sucede desde hace décadas (los que no se han muerto, que también son muchos más de los que estadísticamente corresponde a su edad). No puede ser casualidad que esto suceda a un número alto de personas que vivieron las mismas circunstancias. Si hay algo, deberíamos saberlo ahora, y en su caso tratar de poner remedio, aunque para muchos sea tarde, porque el asunto se sospecha desde hace más de 25 años, cuando incluso se llegó a hablar en los medios del «mal del Sahara», que curiosamente muy pronto quedó silenciado. Desclasificarán los documentos que arrojen luz sobre estos asuntos dentro de otros treinta o cuarenta años, cuando todos estemos muertos y ya nadie pueda pedir responsabilidades. Ministerio de Defensa. ¿Defensa de quién?
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(Si este post tuviera un cierto nivel de ruido mediático, me pregunto cuánto tardarán en tratar de desacreditarlo)

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Gobernar es fácil

Qué razón tienen cuando dicen que para ser dirigente político no hace falta preparación especial. Para gobernar solo hay que hacer cuatro cosas:
1.- RECORTAR. Con cuidado, hacerlo solamente en Sanidad, Educación, Servicios Sociales, Cultura. No tocar las subvenciones a las importaciones de alimentos y a todo lo que mosquee a las grandes empresas.
2.- ENCARECER agua, luz, teléfonos, transporte y todo lo que haya que pagar que engorde las cuentas de resultados de las multinacionales.
3.- BAILARLE EL AGUA A LA IGLESIA. Sin comentarios.
4.- SEGUIRLE EL JUEGO A MERKEL Y A LA CASABLANCA. También sin comentarios.
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Y ya está. Gobernar está tirado. Nada de pupitre, nada de ética,
¿qué es eso de velar por el interés general?
¡Qué antiguos! ¡Totorotas!
Lo que vale es la universidad de la vida,
que vivimos en la patria del Lazarillo de Tormes.