¡Viva Covadonga!
Marcialito, un parroquiano habitual de la partida vespertina de dominó, entró alarmado porque había escuchado en la radio que Alvarez Cascos había convocado nuevas elecciones en Asturias.
-Es prerrogativa del Presidente, como en todas las comunidades autónomas, disuelve el Parlamento y deja que el pueblo hable otra vez -explicó don Eladio, otro contertulio, muy redicho y entendido porque había trabajado en una notaría hasta su jubilación.
-Pero si apenas hace seis meses que hubo votaciones.
-Ya, cosas de la democracia, amigo Marcial, donde las dan las toman.
-Perdone que le diga, don Eladio, esto más que a democracia me suena a pitorreo. El hombre presenta un presupuesto y como no se lo votan se emperreta y ¡hala! a hacer otro gasto. Pero ya la caja del dinero tiene telarañas.
-Hombre, dicho así parece que no es práctica la democracia, y no es así, hay que defenderla.
-No me líe, don Eladio,que lo veo venir. Yo soy un demócrata, pero esta democracia tan controlada por los partidos políticos, que hacen y deshacen, no me parece buena. A veces ni siquiera me parece que sea democracia.
-Es que la otra opcion es un estado totalitario.
-¡Y dale! Pues no, don Eladio; ese cuento de que quien no piensa como yo es un fascista o un stalinista no cuela. Aquí se pide mucha flexibilidad para despedir trabajadores pero no para las listas electorales.
-No me irá a decir que es uno de esos perroflautas que se hacen llamar Indignados.
-No se hacen llamar, es que están indignados, y con mucha razón, aquí por lo visto todos somos culpables menos los que cada día son más ricos.
-Bah, bah, el típico dicurso facilón. Madure, Marcial, madure.
-Don Eladio. Esto es un ¡Viva Covadonga!
-Querrá decir Cartagena…
-No, ¡digo Covadonga, carajo! ¡Ponga ficha y no me corrija!
En fin, que un secreto es muy difícil de guardar desde que lo conoce más de una persona. Y si el asunto lleva tanto tiempo, alguien tendría que haberse ido de la lengua, y entonces, además de los participantes en alguna de las secuencias, lo sabría mucha más gente. Pero nada, pasan años y ni un solo rumor, algo que indicara lo que ocurría. De repente, se levanta la liebre y empiezan a salir conejos de todas las madrigueras: facturas falsas, minutas estratosféricas, empresas interpuestas… Un rosario de cosas que hacen proyectar una imagen casi caricaturesca del yerno del Rey. Alguien que ha hecho tanto y siempre con tan mala fe no es un duque, es don Vito Corleone. Y esa saña que se ve alentada en todos los foros casi siempre por los mismos hace que uno se pare a pensar si todo eso es posible, porque, de ser cierto todo lo que se dice, el señor Urdangarín se habría pasado todos los días y muchas larguísimas noches dando instrucciones, reuniéndose con su «consigliere» y realizando otras tareas propias de un capomafia.