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Y ellos bailando en El Trianón

María Antonieta celebraba una fiesta detrás de otra en un palacete anejo al de Versalles que llamaban Trianón. No bien acababa una empezaba la otra, con música, bebida, danzas y una gran competencia en el vestuario, tanto masculino como femenino. El gasto era inmenso, y una corte corrupta dilapidaba el dinero que le sacaban al pueblo. Desde luego, no sería porque no se les dijera, porque muchos llegaron a Versalles avisando de que la gente estaba ahogada y resultaba cada día más difícil contener el descontento. Se cuenta que en el último invierno antes del estallido de la Revolución la reina estrenó una media de cinco lujosos vestidos por día, que jamás repetía, aderezado con joyas, sombreros y zapatos de similar rango. Llegaban más advertencias, pero ellos seguían bailando en El Trianón. Luego pasó lo que pasó.
versalles[1].jpgLa comparación es evidente. Mientras unos siguen de fiesta en su Trianón de viajes, grandes salarios superpuestos, beneficios incontables, robando directamente y creyéndose seres especiales con derecho a todo eso, otros pagan y pagan más, y cobran menos, estrangulados y encima aguantando reproches de los que miran desde el palacete. Y ya están cansados. De vez en cuando, por la ventana lanzan a la multitud una Eurocopa, pensado, como los romanos, que al pueblo se le doma con pan y circo. Lo que pasa es que empieza a haber poco pan. La historia se repite si no se aprende de ella, y por eso la gente sale a la calle muy cabreada por esa música que llega desde El Trianón. Están avisados.

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¿Estamos en un tiempo de estupidez?

zzFoto0401.JPGMirando la historia de los pueblos, vemos que ha habido épocas de gran clarividencia, en las que sucedieron hechos que significaron pasos adelante, otras más grises en las que las sociedades vegetaban sobre lo conseguido y aun otras en las que todo el mundo parecía haberse quedado ciego, por la torpeza con que se actuaba y que conducía a un retroceso. La Humanidad ha vivido en muchas ocasiones esos tiempos de estupidez, cuando quienes tienen la capacidad de actuar hacen exactamente lo contrario de lo que sería lógico. No ven o no quieren ver, y si no no se explica cómo fueron posibles dos guerras mundiales en el pasado siglo, con las naciones más poderosas haciendo titánicos esfuerzos destinados únicamente a la destrucción y el aniquilamiento. Es como si pasara una nube de locura y nadie fuese capaz de hacer otra cosa que almacenar torpezas, que en otros tiempos se habrían resuelto de otra manera. Los humanos más listos se vuelven tontos, no sé si empujados por la avaricia o porque dejan de fluir sobre La Tierra (o fluyen demasiado) determinados rayos cósmicos que los científicos aún no han descubierto. Viendo lo que está sucediendo desde hace unos años, me pregunto si hemos entrado en uno de esos agujeros en los que nadie con poder es capaz de pensar en lo que puede suceder más allá de los próximos cinco minutos, como si de repente todos tuviésemos memoria de pez. Es la única explicación que se me ocurre para tratar de entender por qué se actúa de manera tan torpe.

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¡Qué gente más lista!


zppoDSCN4046.JPGEn estos días, se me han abierto los ojos como platos leyendo algunas declaraciones, unas porque Perogrullo sería un genio al lado de algunos y otras porque para decir según qué cosas hay que tener cierto respaldo profesional y moral. Es más, cualquiera puede expresar cualquier opinión, pero determinadas personas, aun teniendo ese derecho, calladitos se parecen a Georges Clooney. Pero siempre hay gente por ahí que no se sonroja por nada y está dispuesta dar lecciones a Casillas de cómo se para un penalty. El primero de estos caballeros es el señor Draghi, máximo dirigente del BCE; ha dicho ante la comisión de Asuntos Económicos de la Eurocámara que subir el IVA agudizará la recesión. Ya descubrió la pólvora, como si legiones de especialistas no lo hubieran dicho antes por activa y por pasiva. Hablar es fácil, pero cuando tiene que comprar deuda o bajar el tipo de interés en cifras que incidan en el mercado mira para otra parte. Luego viene Rodrigo Rato y nos dice que es correcta la gestión de la crisis por parte del Gobierno. Ya me quedo más tranquilo, leyendo la opinión de este reputado economista que fue ministro de un gobierno que permitió y atizó la burbuja inmobiliaria, que al frente del FMI ni olió el castañazo que se avecinaba y que fue el patrón del banco más problemático de la historia de España. Por no hablar de Montoro, que debe esperar que los funcionarios incuben billetes de 500 euros si los tiene sentados media hora más cada día. En mi pueblo, cuando alguien quedaba en evidencia siempre había otro que decía aquello de «yo es que me quedo bobo». Pues eso.