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La miseria moral de las compañías aéreas

zrDSCN4201.JPGPor si no fuese bastante dolorosa la memoria del accidente de Spanair en Barajas, últimamente hay demasiadas noticias relacionadas con los vuelos a Canarias que crean inseguridad. Primero fue la solicitud de un aterrizaje de emergencia en Lanzarote de un avión por falta de combustible (dicen que la compañía lo hace adrede para que le den prioridad en las pistas y así cumplir horarios) y ahora ese avión que ha tenido que regresar a Barajas por problemas técnicos que han ocasionado daños a los pasajeros. Aquí está fallando el principio básico de que la seguridad, es decir, la vida humana, está por encima de todo; pero lo que hacen las compañías es tratar de facturar lo más posible, y la seguridad de los pasajeros y las tripulaciones es asunto secundario. Total, hay compañías de seguros que cubren accidentes y eternizan las culpabilidades en tribunales aquí y allá. Dicen que a Rayanair solo puede meterle mano el gobierno irlandés, porque es de allí, y eso me parece terrible, porque vuelan en España y por lo que demuestran los hechos no se atienen a las medidas básicas en las que todo pasajero confía. Digo yo que si hay globalización para las maduras también debe haberla para las verdes, porque es indignante que algo tan serio como la seguridad de un avión se deje atrás en favor de las cuentas de resultados. Y eso, además, acaba por manchar la imagen de Canarias, que sale en los medios por estas cosas sin comerlo ni beberlo. Indignante.

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¿Vale más un cadáver que un indigente?

zFoto0219.JPGMuchas veces me he preguntado por qué dan tanta importancia a los cadáveres. Ya sé que es el cuerpo dentro del cual alguien pasó su vida y merece mucho respeto. Hasta ahí, de acuerdo, y tendría lógica si se le diera la misma atención a ese cuerpo cuando aun vivía. Pero resulta que no. Hay cientos de ancianos a los que nadie hace caso, a veces ni los servicios sociales, y aquí, en Madrid, en Río de Janeiro o en Nueva York hay una legión de personas que viven en la calle, son menorpreciados y los llaman de mil maneras distintas y ninguna agradable. Molestan y tratan de ocultarlos; no se les hace el menor caso, son una mala imagen. Pero aparece el cadáver de un anciano que ha muerto solo tal vez hace varios días, o un indigente muere de frío, de hambre, de insolación, de hastío o porque se le para el corazón por cansancio, y entonces se convierte en algo importante; aparecen policías, forenses y secretarios judiciales; para mover ese cuerpo tiene que personarse un juez, se le hace autopsia y se origina un papeleo interminable. Un cadáver es intocable, un elemento jurídico, social y religioso que hay que tratar debidamente. Mientras era un ser humano vivo, que amaba, sufría, soñaba y se deprimía, nadie le mantenía la mirada, pero una vez muerto es algo casi sagrado. La verdad es que cada día entiendo menos el mundo que nos rodea, porque es ilógico e hipócrita, que es capaz de gastar en un entierro mucho más de lo que habría costado una cena o un abrigo.

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Libertad religiosa y fundamentalismo

zzztDSCN3784.JPGLas noticias que llegan de Mali son cada vez más preocupantes. Los radicales salafistas se han hecho con el control de muchas poblaciones, en la que aplican la Sharía o Ley Islámica, que determina terribles castigos físicos a quienes no cumplen a rajatable los preceptos que ellos han decidido. La Sharía no es una ley coránica, es una interpretación, y por lo tanto depende del fundamentalismo de cada grupo, pero el caso es que cortan brazos a los ladrones, dan palizas por jugar al fútbol y llegan a la muerte por lapidación en caso de adulterio. Esto sucede ahora mismo en el África cercana, pero brotes de todo eso hace años que se dan en Europa, especialmente en Francia y Holanda. En España, el asunto empieza a preocupar, porque desde algunas mezquitas se predica la Sharía y existen grupos de radicales que tratan de que se cumpla. Hay muchos casos de palizas porque una mujer no lleva velo (a veces al padre o al marido por permitírselo) y otros asuntos más graves. La religión es algo íntimo y personal, pero cuando se convierte en ley civil gobernada por el fanatismo estamos retrocediendo siglos, pues estas cosas también pasaron con el cristianismo, y para corroborarlo basta nombrar la Inquisición. Uno creía que el siglo XXI sería más tolerante, pero estamos entrando en un túnel tremendo.