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Huelga de profesionales contra aficionados

Escribo la víspera de la huelga de la Enseñanza para unirme a ella y no escribir el día 24 de octubre. Y entiendo que es toda la sociedad la que se opone, aunque ya desde las almenas del gobierno y medios afines emponzoñan y hablan de que es una huelga laboral encubierta, dirigida por los sindicatos rojos y demás. Es decir, no cuenta el alumnado, los padres y los sectores que se han pronunciado en rechazo de una ley destructiva, la LOMCE. Y si en última instancia fuese como ellos dicen, también sería legítima, porque sería una huelga de profesionales contra aficionados que ejercen de ministros una temporada gracias a un carnet político o unas simpatías del Presidente. Lo mismo ocurre en Sanidad, cuando el personal sanitario se opone a diletantes que lo único que persiguen es privatizar y ganar dinero, no prestar un servicio público.
zzzjjj1.JPGY es que los aficionados dan miedo. Cuando voy en un avión, en la guagua o en un taxi, me pongo en manos de una persona profesional, lo mismo que confiamos en los ingenieros cuando atravesamos un túnel, en los peluqueros cuando nos cortan el pelo y en los médicos cuando nos recetan un medicamento. No vamos igual de tranquilos cuando quien conduce es alguien con el carnet reciente o si somos invitados por un amigo a comernos una paella que es su primera aventura culinaria. Y es que la profesionalidad da confianza. Y si nos paramos a pensar, los políticos solo son profesionales de la política (justo lo que no deberían), y aunque se rodeen de técnicos son los que tienen la última palabra. En una democracia, una profesora de Filosofía puede ser ministra de Obras Públicas, un Músico ministro de Defensa, un médico Gobernador de un estado y un químico Presidente del Gobierno. Ah, y un analfabeto funcional alto cargo de cualquier cosa. Ya ha ocurrido. Es decir, la última palabra la tiene siempre alguien que no es profesional.
zzzjjj2.JPGEntonces hemos de convenir que estamos en manos del azar, y una vez más se escenifica la lucha de siempre: profesionales contra aficionados. Lo más triste es que estos últimos suelen tener el poder y en lugar de servir a la gente sirven a quienes los ha puesto ahí para su beneficio. Y en todo caso, los padres, las madres y el alumnado, de alguna forma son profesionales de lo suyo.

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Reescribir la historia

Ahora, TVE se empeña en volvernos a otros tiempos con series como Isabel, tratando de vendernos la grandeza de la España sacrosanta del siglo XV. Y mienten la serie y los voceros que en todos los medios hablan no solo de la unidad sino de la uniformidad de España, pues los fueros que hoy se alegan provienen precisamente de otras épocas, y en tiempos de los Reyes zzhitDSCN4462.JPGCatólicos eran distintos los tratamientos según los territorios. Nos engañan adrede porque, para empezar, es mentira que España se unificara con Isabel y Fernando, primero porque eran monarcas de dos reinos distintos, Castilla y Aragón, que luego heredaron sus descendientes y sólo se unían en la corona, porque cada territorio tenía sus fueros y su sistema diferenciado, que curiosamente ellos respetaron, cosa a la que hoy algunos no parecen muy proclives. España no es España como estado hasta la Constitución de 1812. Canarias, por ejemplo, tenía un trato fiscal distinto desde los tiempos de Carlos V y la reina Juan La Loca, y todo fue así durante siglos. En el siglo XV, había una hacienda en Castilla y otra en Aragón, bien es cierto que dirigidas por el mismo hombre, don Luis de Santángel, ejércitos distintos y cortes diferentes. También es mentira que todo el territorio que hoy es España estuviera bajo sus coronas, puesto que el reino de Navarra sería conquistado temporalmente por Fernando el Católico años después de la muerte de Isabel (el problema vasco viene de lejos). Es evidente que pretenden reescribir la historia. Con este sistema y siguiendo hacia atrás, pronto veremos a Calígula convertido en una hermanita de la caridad.

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la Humanidad puede morir de éxito

zsssFoto0714.JPGEn la actualidad, si sumamos todos los grandes simios (gorilas, orangutanes…) que hay en el planeta, alcanzamos una cifra aproximada a los cien mil ejemplares, y el número de seres humanos pasa de los ¡siete mil millones! Eso da una idea de la eficacia de la raza humana para sobrevivir en La Tierra, algo que no se da en ninguna otra especie, pues el equilibrio entre mamíferos, aves peces e insectos se ha mantenido de manera similar durante milenios. Sólo el hombre ha dado ese salto gigantesco y matemáticamente deslumbrante.
Por eso es el hombre el elemento que rompe el ecosistema general, pues el planeta puede aguantar ese crecimiento exagerado, pero no la capacidad de transformación del entorno que ha desarrollado el hombre. Es casi una alucinación ver el recorrido de los humanos desde que se pusieron de pie hasta la potencia tecnológica que hoy dominan. Y todo sale de La Tierra, el hombre ha aprendido todos los pasos de su desarrollo, que es tal que ha llegado el momento en que lo ha sobrepasado y puede conducirlo a la destrucción. Tampoco sería la primera vez, y de eso los arqueólogos podrían ilustrarnos largamente. Por eso la desaparición de una civilización no significa la de los humanos, puesto que por pocos que sobrevivan pueden volver a repoblar el planeta y a desarrollar otras civilizaciones tan poderosas o más que la nuestra. Es la metáfora de Adán y Eva repetida hasta que el Sol nos absorba, pero para eso todavía faltan 75 millones de años, y no sé cuántas veces puede el hombre levantar y destruir civilizaciones en ese tiempo. La Humanidad puede morir de éxito.