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Política sin políticos

Estamos ante un momento en el que cambiará la historia, del calibre de las revoluciones burguesas del siglo XVIII (inglesa, americana y francesa). La doctrina general emanada de los acontecimientos de hace dos siglos ha ido alumbrando el camino de la democracia participativa, la negociación de mayorías y situaciones y el desarrollo de la habilidad para llegar a acuerdos, y cuando esto no se ha hecho bien el resultado siempre fue terrible: la guerra o la dictadura. Esto significó un gran avance por el que el pueblo, además de estar representado según su propia voluntad expresada en las urnas, también tenía la oportunidad de alcanzar la dirigencia, cosa que antes del siglo XVIII y retrocediendo al comienzo de la historia escrita estaba siempre en manos de reyes, emperadores, generales y otros especímenes que hacían su voluntad única, aunque a veces desde el absolutismo algunos consiguieron momentos históricos brillantes (no sé si para todos). Podía tocar un iluminado como Akenaton, un bestia como Calígula, un fanático como Felipe II o tipos razonables como Justiniano o Alfonso X El Sabio. Era cuestión de suerte.
zzzpoliticosssz.JPGPero con Rajoy, Mas y sus bongoseros, hemos dado un paso más: la ciberpolítica. No hacen falta políticos, todo funciona de forma automática, y el paso siguiente será quitar jueces, porque la justicia también será despachada por un ordenador. Es fácil: si se propone un proceso soberanista, secesionista, o el padre que los engendró (es por dar variedad), la máquina da error y genera un WhatsApp que llega automáticamente a la terminal del Tribunal Constitucional, que, sin demora y sin intervención humana, pone en funcionamiento una aplicación que deja sin efecto la propuesta. Para dar algo de lustre informativo, en lugar de que un tipo que se presenta como presidente de Gobierno y lee un par de folios y en las respuestas repite exactamente lo que ha leído, la máquina lanza un comunicado a todas les redes sociales y el asunto queda zanjado. Y con la justica igual, la máquina tiene unos baremos que aplica, aunque para no perder la costumbre se le pueden añadir unos índices correctores para que determinadas personas puedan como siempre eludir las sanciones. En vista de que no hay diálogo, negociación ni debate, política en una palabra, sobran los políticos, y ya que se disminuye el número de profesores, sanitarios o trabajadores sociales sin problema, suprimimos a los políticos y en su lugar ponemos a un par de docenas de programadores informáticos y técnicos en telecomunicaciones para que controlen la máquina, los programas y las aplicaciones. Es decir, política sin políticos. Las generaciones del futuro estudiarán a los propulsores de esta nueva manera de gobernar, especialmente a las grandes figuras de Rajoy y Mas, como hasta ahora hemos estudiado a Voltaire, Diderot, Pitt, Jefferson, Danton y Marat. Se abre una nueva era más allá de Huxley y Orwell.

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Soraya y el doble seis


imagenhhjk55.JPGArtur Mas tiene una ficha de dominó que él dice que jugará cuando le convenga y que es buena, y el gobierno central asegura que tiene la que va a conseguir cerrar el camino a ficha tan valiosa. Mas la pondrá sobre la mesa seguramente cuando menos le interese al otro jugador. Y lo tiene ad hoc (queda más elegante ponerlo en latín que decir «a huevo»), porque el Jefe del Estado anda por Estados Unidos, Rajoy va a irse a China y en medio queda la responsabilidad de prepararlo todo al ministro de Justicia…¡Ah, carajo! Era Gallardón, ya no está, y aunque ya sabemos quién lo va a sustituir no podrá ejercer hasta que no jure, cuando vuelvan los que se fueron a China y Estados Unidos. Pero no hay problema, está la superwoman Soraya Sáez de Santamaría, que es la que lleva sobre sus espaldas todo el peso del estado; bueno, todo no, Cristiano Ronaldo y Messi están ayudando bastante para entretener la espera. El caso es que esta señora acumula por nombramiento la Vicepresidencia del Gobierno, el ministerio de La Presidencia y la Portavocía del Gobierno, y por elección su acta de diputada y sus cargos en el partido. Ahora, añade a su mochila la Presidencia en Funciones del Gobierno en ausencia de su titular (el que se fue a China), y asume el ministerio de Justicia hasta que tome posesión el nuevo titular. Ya solo falta que los vecinos de su portal la elijan Presidenta de la Comunidad. Así que, tranquilos, que estoy convencido de que Soraya sabrá qué hacer con el doble seis.

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Chile, Canarias, Chiloé… Siempre igual

Muy bien, voy a preguntar, por ti, por ti, por aquél
por ti que quedaste solo y el que murió sin saber
(Víctor Jara)

Septiembre es un mes triste en Chile, aunque llegue la primavera a Santiago, Y hoy lo recordamos porque los sátrapas del dinero mandan siempre, aunque una presidenta democrática ocupe el palacio de La Moneda, y así avasallan por la fuerza a los pobres que expulsan intempestivamente de sus casas. Chiloé es un archipiélago muy al sur de Chile, y allí, como aquí, hacen lo que quieren aunque la gente quiera otra cosa. La apisonadora del dinero y la injusticia se manifiesta lo mismo poniendo en riesgo ecológico a unas islas por el dinero de un petróleo que encima siempre sería ajeno, que derribando una biblioteca pública mientras se mantienen en pie hoteles ilegales sentenciados.
zzzchiloe.JPGY la memoria nos devuelve tiempos idos, como la época terrible de los años setenta en Hispanoamérica. El 18 de septiembre, es la fiesta nacional de Chile, la que fecha que cantaba Violeta Parra, la que recordaba Víctor Jara, la que estremece a los biennacidos en la cueca larga que es Chile, desde Antofagasta a Puerto Mont. Y el 18 de septiembre, fecha gozoza para los chilenos, ha quedado incrustada en medio de otros dos números septembrinos, dolorosos ambos, a la distancia triste de un cuarto de luna: el 11, fecha maldita en la que Allende entregó su vida a la democracia, y el 24, cuando la atronadora voz de Pablo Neruda enmudeció de pena bajo la lluvia pobre de Santiago, después de firmar de nuevo el poema Sátrapas, escrito ya en España en el corazón. Cambió sólo los nombres porque la tiranía siempre se escribe igual; por la ley de la fuerza y el dinero.