Nos hemos acostumbrado a la muerte
Lo más terrible de las muertes en patera y cayuco es que ya nos hemos acostumbrado a ellas. Saltan a la actualidad, pero son noticias que se diluyen en un instante. Es terrible ver cómo tenemos distintas varas de medir las tragedias, dependiendo que quiénes se vean involucrados en ellas. Ocurre con desapariciones (ahora asesinato) como el de Marta, la chica sevillana que ha captado la atención de todos, incluyendo la selección española de fútbol.
Y eso está bien, es lo que debería ser siempre, y nos olvidamos de que los 21 cadáveres que hay en Lanzarote en el momento de escribir esta nota son otras tantas tragedias que cambian el horizonte a familias enteras, quien sabe si a poblados completos de cualquier lugar de la martirizada África. Al final, son sólo números, estadísticas y gráficos en una rueda de prensa.
Alguien dijo que tanto daño hacen los que callan como los culpables directos. Mientras en Canarias, en España y en la UE este asunto siga siendo piedra arrojadiza de la lucha partidista nuestras playas continuarán siendo la tumba de las esperanzas de todo un continente. Por eso no podemos callar.
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(La foto es de Borja Suárez, publicada en este periódico en 2005)