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¿A qué va a Roma, Presidente?

Señor Zapatero: Una de las bases de la diplomacia y por ende de la política es la oportunidad, y su visita de hoy al Papa es cuando menos inoportuna. En primer lugar, cuando lo urgente e importante es la crisis, me parece una pérdida de tiempo visitar a un líder con una enorme capacidad de influencia que utilizaría para ahogarle aún más, como de hecho lo hace desde sus medios en España. Es verdad que el Papa es un referente espiritual para millones de personas, pero no para usted, y presentarse en el Vaticano es un brindis al Sol.
aaaaaaa1152386687_extras_ladillos_1_1[1].jpgHay muchos asuntos en los que La Iglesia y el Estado están enfrentados: aborto, matrimonios de parejas del mismo sexo, enseñanza de la religión, uso del preservativo, experimentos con células madre y por si esto fuera poco el propósito de una nueva ley sobre las relaciones del Estado con las religiones, asunto en el que La Iglesia esgrime la bandera de que el 77% de los españoles se confiesan católicos aunque muchos no practiquen, y esa cifra es la que abandera la jerarquía católica para atribuirse privilegios que no quiere perder. Todo es importante, muy importante, pero estoy seguro de que de esto no se va a hablar en una breve entrevista protocolaria. Y ahora lo que urge es lo material, lo siento mucho, porque las creencias son cosa de cada cual y a los gobiernos les toca lo colectivo. Para remachar, ya estoy viendo los chistes, las viñetas y los chascarrillos diciendo que usted ha ido a Roma a invocar un milagro. Por si le flaquean las ideas como a Juliano el Apóstata al final de sus días, piense, Señor Presidente, que los milagros existen para los creyentes, y, que yo sepa, usted no lo es. No pierda el tiempo en asuntos que encima van a complicarle la vida y de los que España no va a sacar ningún beneficio.

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Una situación muy peligrosa

Las religiones siempre fueron motivo de enfrentamiento entre los hombres. Desde que Akenathon trató de acabar con el politeísmo egipcio -que se reinstauró cuando él desapareció- las religiones han hecho derramar mucha sangre, en el circo romano, en Las Cruzadas, en la Guerra Santa y en guerras incluso entre musulmanes (omeyas-abassíes, sunís -chiítas) o cristianos (las guerras de Carlos V contra los protestantes, las guerras civiles en Inglaterra y Francia). Eso parecía haberse superado después de la Revolución Francesa, pero estamos otra vez en el mismo punto que hace quinientos o mil años.
aisrr.JPGLos fundamentalistas islámicos funcionan como la Inquisición, o como los reyes españoles que expulsaron a musulmanes, judíos y moriscos (también expulsaron a los jesuitas). Jerusalén, ciudad sagrada para las tres grandes religiones monoteístas, es motivo de pugna como en tiempos de Godofredo de Buillón, Federico Barbarroja y Ricardo Corazón de León. Lo de los judíos es un caso excepcional, porque se han mantenido unidos por la religión durante dos milenios, repartidos por todo el mundo. La torpeza de las grandes potencias y el empecinamiento de las religiones han dado lugar a un conflicto que se desarrolla en una pequeñísima parte del mundo, pero que tiene unas repercusiones planetarias. Y uno se pregunta, a riesgo de ser considerado ingenuo, cómo es posible que un pequeño estado, con la extensión de Badajoz, se atreva a desafiar al mundo y hasta a dejar plantado al Presidente de Estados Unidos. Israel se queda solo, porque esta situación le hace romper con Turquía, uno de los pocos países musulmanes con el que mantenía relaciones. No sabemos qué harán Egipto y Siria, aunque sabemos que Jordania obedecerá ciegamente a Washington. ¿Dejará Obama que lo toree Tel-Aviv como ha hecho con los últimos ocho presidentes de Estados Unidos? ¿Qué hará la UE? Creo que sé las respuestas, me temo que nadie hará nada más allá de lamentar los muertos, porque ya sabemos que las resoluciones de la ONU se las pasa Israel por el Muro de las Lamentaciones. El globo se sigue hinchando, y el equilibrio de fuerzas en Oriente Medio ya no es el mismo que hace diez, veinte o treinta años. El peligro es tremendo.

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Oriente próximo: error tras error

El ataque de Israel a la flotilla de ayuda humanitaria no tiene justificación posible. Es un crimen se mire por dónde se mire, y si una acción así fuese perpetrada por cualquier otro país la comunidad internacional tomaría cartas muy duras en el asunto. Recordemos, por ejemplo el bombardeo de Belgrado por parte de la OTAN, por poner un ejemplo relativamente reciente.
Pope-roadS[1].jpgYa sé que lo que se refiere a Oriente Medio levanta ampollas, porque estamos hablando de pueblos masacrados en algún momento de la historia. Ayer los judíos, hoy los palestinos. Sin duda uno de los grandes errores políticos del siglo XX es la creación del Estado de Israel. Gran Bretaña no estuvo muy fina y los demás aliados tampoco tuvieron visión de futuro, y dejaron que el sionismo y la vieja Declaración Balfour pesaran más que todo lo demás. Ahora, Israel parece tener carta blanca, posee armamento nuclear y está rodeado de potenciales enemigos. Está claro que si no se consigue un acuerdo nada bueno puede esperarse. Ya sé que esto suena a ingenuidad, porque nadie parece querer acuerdos sino que se encomienda a la fuerza. Con acciones como este ataque a la ayuda humanitaria se sobrepasan las más elementales fronteras de la ética. Mal vamos. Y al fondo, siempre la religión.

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(La foto es del Monte Sión, cerca de Jerusalem)