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El miedo

Atahualpa Yupanqui, inolvidable payador argentino, dice en uno de sus recitados: «Ha de saber el mortal,/ con ocasión de un enriedo, /no tenerle miedo al miedo, /para más miedo le va a dar». Y ese es el mundo en que vivimos, porque se explota el miedo por todas partes: que va a venir una terrible ola de calor, que no se sabe cuál va ser el futuro de las pensiones, que se acerca una tormenta espantosa, que hay por ahí un virus que no sé qué… Los telediarios abren con noticias que acojonan, sean de tráfico, de guerras o de asesinatos; es como si se pretendiera tener atemorizada a la gente. Antes, cuando la religión tenía una gran incidencia en nuestra forma de vida, nos amenzaban con la condenación eterna. Recuerdo a un sacerdote de más de un metro noventa, delgado y huesudo, que acudía al colegio en el yo trabajaba. Se metía en las clases de los niños pequeños, y le gritaba : «¡Los pecadores irán todos al infierno!» Los niños temblaban al ver a aquel gigante vestido de negro que se les venía encima anunciando a gritos el castigo. Como entonces yo tenía responsabilidades directivas, le impedí que visitase las clases de los párvulos, y me amenazó con la excomunión. Todavía el Vaticano no me ha enviado el papel.
zosito.JPGAhora es como si nos anunciaran cosas terribles a modo de plagas bíblicas. Con esto de la crisis, el miedo es un factor determinante, y lo usan, siempre a favor de algún propósito, pues no dicen que tal o cual coeficiente ha subido o ha bajado dos décimas, y como en general desconocemos cómo va a incidir en nuestra vida diaria, nuestro inconsciente responde con el miedo. Y sobre todo, lo que más miedo me da es que sospecho que nunca me dicen la verdad. Somos como peluches en manos de un niño caprichoso, y el arma que usan para controlarnos, como antaño los curas, es el miedo.

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El médico chino

zz-medico chino.JPGLa playa da para mucho, y las tardecitas cálidas de Gran Canaria inducen a la tertulia. Al final, mi amigo Clodoaldo y yo hemos llegado al acuerdo de que en Canarias no hay burguesía, y lo que se da por tal es un entramado de intereses económicos bien diferenciados, según hablemos de Gran Canaria o de Tenerife. La supuesta burguesía tinerfeña, politizada desde hace siglos, mira hacia el pueblo y se implica con él porque sabe que sin él no puede llegar a ninguna parte. La grancanaria, en cambio, hace la guerra por su cuenta porque da igual la tesitura económica general de los isleños, a los que tienen el dinero siempre les va bien, porque tienen una vida económica que no depende de los grancanarios. Así las cosas, los partidos políticos, reflejo siempre de los realmente poderosos que están en la trastienda, carecen de margen de maniobra. En resumidas cuentas, esto no lo arregla ni el médico chino, a no ser que fiche por la UD.

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Cien años no es nada

aaxxxxx.JPGParece que lo de que La Tierra gira sobre sí misma es verdad, porque si miramos una hemeroteca vemos que hay noticias de hace cien años que parecen actuales, o al revés. La cruzada que el ínclito Nicolás Sarkozy está perpetrando contra los gitanos rumanos en Francia suena a anacronismo. A principios del siglo XX, en Francia hubo un gran movimiento xenófobo, y hay por ahí filmaciones de los Hermanos Lumiére en las que grupos de manifestantes fanatizados enarbolan pancartas en las que se lee «Francia para los franceses» (en francés, claro).
Merodeando páginas francesas, el escándalo de corrupción actual que salpica a las cercanías de la presidencia tiene ecos del famoso proceso Dreyfus, en el que tanto se implicó el novelista Emile Zola, que acabó en el banquillo tras publicar su famoso artículo «Yo acuso» (también en francés, que es una manía que tienen los franceses). Es como si no hubiera pasado un siglo, y lo mismo que pasa en Francia ocurre en cualquier otra parte, porque parece que en cien años sólo hemos cambiado de número de móvil.