La crisis no es para ellos
La primera memoria de las celebraciones de días y años internacionales de algo la tengo de 1975, que fue el Año Internacional de La Mujer. Luego cada año se lo dedican a una cosas (seguramente antes también), y durante el año es recurrente la celebración de fechas señaladas para destacar algo por lo que merece la pena luchar, sea contra una enfermedad terrible, una lacra social o una injusticia repetitiva. Y es que el mundo está hecho un desastre, porque sabemos lo que ocurre y cómo resolverlo, pero quienes pueden hacerlo se dedican a acumular más dinero, a especular o a generar guerras con las que también hacen caja. Escuchaba hace unos días en la radio que en Guatemala el 75% de los niños están desnutridos, y un periodista comentaba que en el aeropuerto de la capital están los concesionarios de las grandes marcas de automóviles de lujo, al lado de las chabolas de la miseria. Por lo visto en ese país se venden eso lujosos coches más que en España, lo que da idea de que unos pocos acumulan y dilapidan lo que da el país. Otra cifra: el 1% de la población mundial posee la mitad de todo, y eso es la media del planeta, porque en los países del Tercer Mundo las cifras deben ser áun más injustas. Nadie mueve un dedo, y esas fortunas multimillonarias crecieron en 2009 en un 8%. La crisis no es para ellos.
La cuestión es que este asunto no puede resolverse en plan barricada, y por eso creo que las sucesivas flotillas que lleguen a El Aaiún tendrán el mismo final. Por mucho que grite Willy Toledo el gobierno de Madrid -el que sea- mirará hacia otro lado. Hay que ser firmes y consecuentes, lo sé, pero no parece muy práctico dar una y otra vez coces contra el aguijón. Como llevo treinta años clamando en el desierto sobre este asunto (la mayor parte del tiempo solo) puedo permitirme decir que cada flotilla que llegue al Sahara desde Las Palmas o Santa Cruz lo único que conseguirá es poner a Canarias en el mapa de la información internacional como zona de conflicto, y encima el asunto saharaui no se moverá ni un milímetro. A ver qué turista europeo va a subirse en un avión rumbo a un lugar que acaba de ver en los noticiarios como escenario de un conflicto, porque desde lejos se magnificará y parecerá mucho mayor.