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¿La invasión de los ultracuerpos?

Este empieza a ser un Estado que, si te lo cuentan, piensas que el otro delira. Porque es delirante que los controladores aéreos paralicen las comunicaciones de todo un país por un cabreo espontáneo que origina una reacción en cadena, que no haya el comedimiento necesario para entender que la economía y la imagen de España se verá afectada, que los dirigentes del sindicato de controladores no hayan sido capaces de controlar (no es un juego de palabras) una acción que necesariamente no terminará bien para nadie.
ar4313[1].jpgY es que todo suena muy fuerte, porque no me dirán que no les recuerda a la película La invasión de los ultracuerpos escuchar y leer que coroneles del ejército del aire toman el mando de las torres de control de los aeropuertos, que el Jefe del estado Mayor de la Defensa forme parte del Gabinete de Crisis, que 2.300 personas consigan bloquear un país. Y no quiero hablar de la pedrada a Canarias en la frente de un puente que era un respiro. Siempre pasa con los pilotos y los controladores, cuyas carreras son carísimas y no se facilitan en las universidades, cosa que tendría que hacer un Estado serio que vela por los servicios de interés general. Es un coto cerrado y eso da mucho poder. No sé cuándo empezó a crecer el monstruo, si viene de la época de Magdalena Alvarez, de la de Alvarez-Cascos o de más atrás, el caso es que ahora mismo tiene muchas cabezas. Está claro que aquí hay mucha gente que ha metido la pata, y algo o mucho se ha hecho mal en el ministerio de Fomento y en AENA. Tampoco se ha lucido la dirección del sindicato de controladores, cuyos responsables han quedado en la picota al ser incapaces de evitar este caos.
Todavía no estoy seguro de si estoy hablando de un hecho real, si estoy viendo la mencionada película de Don Siegel (o leyendo la novela en que se basa, de Jack Finney), o es una historieta para muñequitos de playmovil. Pero ya me lo creo todo, y no me sorprendería que lo siguiente fuera que en vez de aviones volaran burros. Es como si una fuerza alienígena se hubiese inflitrado y convirtiera a los cuerdos en locos y suicidas. Lo que digo: La invasión de los ultracuerpos.

¿O es otra cosa?

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Profetas con retraso

Jordi Pujol dijo que los expresidentes son como los jarrones chinos, muy valiosos pero que nadie sabe dónde ponerlos. No hace mucho que se decidió que los expresidentes del Gobierno español pasan a ser miembros natos del Consejo de Estado, cargo que aceptan o dilatan según les va conviniendo por aquello de las incompatibilidades. Ahora mismo, fallecido Calvo-Sotelo y enfermo Adolfo Suárez, sólo quedan disponibles Felipe González y José María Aznar.
aaapreside.JPGCuando estos personaje ya históricos abren la boca casi siempre ponen en un brete a su propio partido, cuando no al Estado. Así que sería deseable que se dedicasen a sus actividades privadas o que ejercieran de consejeros de Estado con la discreción que se le supone al cargo. Pero no, hablan, porque son ciudadanos libres y hay libertad de expresión, pero deberían cortarse un poquito porque a veces el jarrón chino no sólo se rompe, sino que lo pone todo perdido porque nunca estamos seguros de qué contiene. Y me entra la risa cada vez que saltan a la palestra González o Aznar, dando recetas magistrales para esto o para lo otro, cuando tuvieron mucho tiempo de presidencia para tratar de resolver esos problemas (o no crearlos). Ahora suelen venir con soluciones mágicas, con el porte de estar por encima del bien y del mal, criticando medidas que en su día ellos también tomaron, o profetizando posibilidades si no se hace lo que ellos ven muy claro. Dan la impresión de que el Arcángel San Gabriel se les hubiera aparecido en sueños con mensajes divinos, y hablan como si estuviesen dotados de ciencia infusa; lo que pasa es que estas instrucciones llegan con diez, quince, o incluso veinte años de retraso. Por lo visto el Arcángel todavía no tiene ADSL ni satélite y transmite en diferido, y en estas circunstancias los expresidentes calladitos son clavaditos a Brad Pitt, vamos, que están más guapos.

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Estamos crispados y agotados

Ayer hubo temporal y fútbol, pero ya ni me acuerdo porque de un tiempo a esta parte, observo que la gente está cansada, incluso muchas personas son conscientes de ello y se quejan del cansancio. Esto puede ser debido a muchas causas, pero a primera vista parece que tiene que ver con al ambiente general de pesimismo ante la crisis económica. Unas causas son claramente psicológicas, porque estar todo el día recibiendo malas noticias y peores presagios, no saber quién está diciendo la verdad y mirar a un futuro en el que de momento no se vislumbra la luz al final del túnel crea estrés, y como consecuencia cansancio. La gente no duerme bien y esa es otra pesa que añadir a la balanza.
z8cansancio-4[1].jpgPor otra parte, estar en paro es angustioso, ser jubilado y estar todo el día escuchando el zumbido de este o aquel rumor no es plato de gusto, y la gente que está trabajando lo hace con sus salarios empequeñecidos y el miedo a perder el trabajo. Se ajustan las plantillas de las empresas y a menudo la misma tarea la tienen que hacer menos personas que antes, y calladitos no vaya a ser que pisen la acera. Eso es cansancio físico y psicológico, y encima hay cabreo porque vemos que los políticos siguen su ritmo de gasto personal de siempre: viajes, comidas, coches, dietas. Yo me pregunto por qué cobra dietas un parlamentario por ir al Parlamento si se supone que ya cobra un salario por ello. Hace unos días se publicaba que el turismo ha subido en Canarias un 16%, pero no veo que ello genere nuevos puestos de trabajo. El empresariado también debería ajustar su cuenta de resultados, porque la crisis siempre recae en los trabajadores (y no hablo de las PYMES, que ya tienen bastante).
Esta angustia generalizada genera crispación, y la gente está tensa como las cuerdas de un violín, salta a la mínima, o sin motivo alguno, y eso tampoco es bueno para las relaciones sociales. Creo que esta es una situación en la que todos tendríamos que hacer una piña y poner cada uno lo más que pueda, porque si la carga va ladeada -como es el caso- el barco se hunde.