¿La invasión de los ultracuerpos?
Este empieza a ser un Estado que, si te lo cuentan, piensas que el otro delira. Porque es delirante que los controladores aéreos paralicen las comunicaciones de todo un país por un cabreo espontáneo que origina una reacción en cadena, que no haya el comedimiento necesario para entender que la economía y la imagen de España se verá afectada, que los dirigentes del sindicato de controladores no hayan sido capaces de controlar (no es un juego de palabras) una acción que necesariamente no terminará bien para nadie.
Y es que todo suena muy fuerte, porque no me dirán que no les recuerda a la película La invasión de los ultracuerpos escuchar y leer que coroneles del ejército del aire toman el mando de las torres de control de los aeropuertos, que el Jefe del estado Mayor de la Defensa forme parte del Gabinete de Crisis, que 2.300 personas consigan bloquear un país. Y no quiero hablar de la pedrada a Canarias en la frente de un puente que era un respiro. Siempre pasa con los pilotos y los controladores, cuyas carreras son carísimas y no se facilitan en las universidades, cosa que tendría que hacer un Estado serio que vela por los servicios de interés general. Es un coto cerrado y eso da mucho poder. No sé cuándo empezó a crecer el monstruo, si viene de la época de Magdalena Alvarez, de la de Alvarez-Cascos o de más atrás, el caso es que ahora mismo tiene muchas cabezas. Está claro que aquí hay mucha gente que ha metido la pata, y algo o mucho se ha hecho mal en el ministerio de Fomento y en AENA. Tampoco se ha lucido la dirección del sindicato de controladores, cuyos responsables han quedado en la picota al ser incapaces de evitar este caos.
Todavía no estoy seguro de si estoy hablando de un hecho real, si estoy viendo la mencionada película de Don Siegel (o leyendo la novela en que se basa, de Jack Finney), o es una historieta para muñequitos de playmovil. Pero ya me lo creo todo, y no me sorprendería que lo siguiente fuera que en vez de aviones volaran burros. Es como si una fuerza alienígena se hubiese inflitrado y convirtiera a los cuerdos en locos y suicidas. Lo que digo: La invasión de los ultracuerpos.
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Por otra parte, estar en paro es angustioso, ser jubilado y estar todo el día escuchando el zumbido de este o aquel rumor no es plato de gusto, y la gente que está trabajando lo hace con sus salarios empequeñecidos y el miedo a perder el trabajo. Se ajustan las plantillas de las empresas y a menudo la misma tarea la tienen que hacer menos personas que antes, y calladitos no vaya a ser que pisen la acera. Eso es cansancio físico y psicológico, y encima hay cabreo porque vemos que los políticos siguen su ritmo de gasto personal de siempre: viajes, comidas, coches, dietas. Yo me pregunto por qué cobra dietas un parlamentario por ir al Parlamento si se supone que ya cobra un salario por ello. Hace unos días se publicaba que el turismo ha subido en Canarias un 16%, pero no veo que ello genere nuevos puestos de trabajo. El empresariado también debería ajustar su cuenta de resultados, porque la crisis siempre recae en los trabajadores (y no hablo de las PYMES, que ya tienen bastante).