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Menos lobos, señores eurodiputados


Creo que lo ocurrido en el Parlemento Europeo con el cambio de los billetes de los diputados a clase turista para predicar con el ejemplo se cometa por sí solo. No voya a hacer llover sobre mojado porque la evidencia es sangrante, pero no podía dejar pasar una desfachatez como esa sin tomar nota. En realidad no me sorprende, viendo en lo que se gastan el dinero los políticos, zz4.JPGcomo esa propuesta (ojalá se aparque) de quitar la pista de atletismo del estadio de Gran Canaria, una instalación nueva, magnífica y carísima, que ahora resulta que no hace presión porque el público queda lejos. Y me pregunto si para hacer eso van a hundir más el césped y hacer más gradas en el espacio resultante, con lo que tendremos un Maracaná para un equipo de segunda. También me pregunto si merece la pena gastarse el dineral que va a costar el nuevo pabellón deportivo con la disculpa de un par de partidos de baloncesto en el Mundial 2014. Tendrá un aforo de 10.500 espectadores. ¿Cuándo se va a llenar? Supongo que el mismo día que que se llene el Estadio de Gran Canaria, con la UD Las Palmas jugando las semifinales de la Champion. Y después no hay dinero para Sanidad, Educación, Justicia… Por eso no me extraña lo de los eurodiputados, al fin y al cabo son políticos, las disculpas llegan tarde, perdieron su oportunidad.

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A buenas horas mangas verdes

1194991448_f[1].jpgCuando en el año 2003, la ONU declaró el 7 de abril como Día Internacional de Reflexión sobre el genocido de Rwanda, el entonces Secretario General Ban Ki-moon dijo:
«Mientras tratamos de aprender de las enseñanzas del genocidio de Rwanda, hay dos mensajes de suma importancia. El primero es no olvidar jamás. El segundo, nunca dejar de trabajar para prevenir otro genocidio. Nuestros pensamientos están con las víctimas: los más de 800.000 inocentes que perdieron su vida a una velocidad aterradora. Nuestros pensamientos están con los supervivientes. Su capacidad de recuperación siguen siendo una fuente de inspiración para nosotros. La responsabilidad de todos nosotros es apoyarlos para que reconstruyan sus vidas. Cuán diferente habría sido si nosotros, la comunidad internacional, hubiésemos actuado como era debido y a su debido tiempo.»
Y yo digo que a buenas horas mangas verdes, y esta expresión viene al pelo porque viene de cuando en el siglo XV Los Reyes Católicos crearon La Santa Hermandad, una especie de policía que vestía con casaca con mangas verdes que la hacían reconocible y que siempre llegaba tarde cuando se la necesitaba. Miro el mapa y veo Libia, Pakistán, Darfur, Palestina, Liberia, Costa de Marfil… y denuncio la hipocresía de las potencias, como el reciente viaje de Cameron a Oriente Medio acompañado de empresarios de compañías armamentísticas. Da asco.

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No vale todo ni para los ladrones


eeermmmi.JPGHasta hace unos años, había honor hasta entre los ladrones. Existía lo que llamaban el código del hampa, que consistía en no robar a la gente que se ganaba la vida en la calle, como los vendedores de lotería o los repartidores de gas. No es que los ladrones fueran seres ejemplares, pero, por ejemplo, había cosas que eran sagradas, intocables, y una de ellas la religión. Ahora ya ni eso. En estos días han robado en una iglesia de Tenerife y otra de Lanzarote, y han ido demasiado lejos, a tocar lo más venerado por los creyentes. Cuando los ladrones entraban antes en las iglesias, robaban obras de arte, que siempre han tenido un mercado negro muy lucrativo, y los raterillos como mucho abrían el cepillo de las limosnas que estaba en manos de un monaguillo de yeso con sotana roja y alba blanca al que en mi pueblo llamaban Cirilito. Pero objetos sagrados nunca. Leo en los medios que en los robos mencionados se han llevado hasta un cáliz. Eso es intolerable, porque se está mancillando algo que tiene otra dimensión para los creyentes. Y eso hay que respetarlo por encima de cualquier cosa, porque es atentar contra lo más íntimo de muchas personas. Hasta el dinero del cepillo de una iglesia es sagrado, porque si bien suelo ser muy crítico con algunas actitudes y acciones de la jerarquía eclesiástica, no puede negarse la evidencia de la labor que realizan las obras sociales de La Iglesia, que son muchas y nunca cierran las puertas a nadie. La sociedad tiene que reaccionar ante este «vale todo». Pues no, no vale todo, porque lo que se han llevado tiene un valor más allá del baño de oro del cáliz de una modesta parroquia.