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La gata de Teresa Iturriaga

iturriaga.JPGEn una especie de prólogo a su libro Gata en tránsito, Teresa Iturriaga dice que nadie sabe qué es la poesía. No es cierto, la poesía es una forma de comunicación (desisto de la llamada poesía del conocimiento) que trata de explicar lo inexplicable, o como decía el payador argentino, la sombra de un pájaro en el río. Dice Teresa que «No es fácil/ seguir el protocolo del alma»; no lo es, porque eso que llamamos alma pretende ser la viga de las ilusiones, los proyectos y hasta las renuncias. Pero está el destino, lo inevitable, que funciona como un reloj suizo de la destrucción desde las tragedias de Sófocles a la muerte anunciada del personaje de García Márquez. Y es que somo eso, personajes de Sófocles, o si quieren de García Márquez, pues Santiago Nasar es un Edipo con guayabera. A pesar de esa proclividad a lo inevitable, ese determinismo que casi no nos deja elegir (algunos dicen que sin casi), se impone el pensamiento ético seguido de actos consecuentes. Y eso es lo que se destila en el magnífico poemario Gata en tránsito, donde la poeta insiste en lo esencial: «Me niego al socorrido túnel del todo vale.» Porque finalmente, como Teresa, todos somos animales en tránsito hacia no sé dónde. De momento (habrá que preguntar a Sófocles y a García Márquez).

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Novelas de éxito

Dicen que una obra de arte, si lo es en verdad, es intemporal (no eterna), aunque haya sido producida en la Grecia Clásica, en el Barroco o en el siglo XXI. No estoy muy de acuerdo con esta afirmación que tanto se prodiga, sobre todo si se refiere a literatura, si bien hay algunas obras que mantienen su vigencia porque son origen de mitos que se adaptan a los tiempos (Edipo, Don Quijote, Hamlet…) nnovelll.JPGOtras, la mayoría, aun contando con su extraorinaria calidad y habiendo sido pilares de la cultura de una época, han de ser leídas teniendo en cuenta siempre su contexto, es necesario por tanto tener una idea aproximada de la sociedad en que nacieron.
Pero hoy lo que manda no es el discurso, sino la necesidad de éxito inmediato. Y nacen las modas. De unos años a esta parte son superventas novelas históricas, novelas de detectives que ahora les ha dado por decir que son del género negro sin serlo y relatos que rocen lo esotérico. Es evidente que entre tanta edición hay buenos textos, porque una novela tiene que ser ante todo literatura, pero el éxito sobreviene por la presión de los editores y los medios afines, que se han empeñado en que se ha de escribir en esos géneros, que son los que venden. Ahora todo el mundo habla de cátaros, el Santo Grial, las profecías de Nostradamus (por cierto, ahora hasta Newton se ha vuelto adivino), los extraterrestres en la antigüedad, el Arca de Noé… Y así se construye una novela de éxito. Pues venga, a escribirla.

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Siempre la intolerancia

Impactado aún por la muerte de la actriz francesa Annie Girardot, que nos dio momentos cinematográficos inolvidables (Rocco y sus hermanos, Morir de amor…), me llega la noticia de que un grupo de intelectuales argentinos, encabezados por el Director de la Biblioteca Nacional Horacio González, quiere vetar la presencia y la palabra de Mario Vargas Llosa en la Feria del Libro de Buenos Aires que se celebrará en abril. girardott.JPGEs paradójico que quien ostenta el cargo que en su día ocupó Jorge Luis Borges encabece un movimiento que lo único que pretende es que no se oigan voces arrítmicas con el peronismo reinante. Con ese mismo baremo, Borges hoy no podría hablar en Argentina. No es de recibo que se niegue la palabra a nadie, y menos desde un sector que debiera defender a marchamartillo la libertad de expresión, pero es que, encima, no se la niegan a cualquiera, sino al único Premio Nobel vivo de nuestra lengua, que, además, es Premio Cervantes. Vargas Llosa es esencialmente un demócrata, y se puede discrepar de sus ideas, pero vetarlo tan descaradamente es una jugada política evidente, pues en Argentina están en vísperas de elecciones y los peronistas en el poder no quieren que nadie, y menos alguien con el predicamento de Vargas Llosa, vaya a colocar en la mesa un discurso diferente. Y es que cuando la literatura le hace el juego al poder mal vamos.