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La memoria rescatada por Trapero

Treinta años de trabajo
son el blasón de su escuela,
y aunque a más de uno duela,
quiero dejar esta cita:
ha dejado pequeñita
La Flor de la Marañuela

***


0_24251_5[1].jpgHace nueve años, Maximiano Trapero me concedió el privilegio de acompañarle en la presentación del libro Romancero general de Cuba, que hizo en colaboración con Marta Esquenazi. Si hablábamos de poesía popular, pensé que lo más adecuado era hacer mi parte de la presentación en versos de ese estilo, bien en décimas espinelas, en romance o en pretenciosas sextinas del Martín Fierro, como la que encabeza este post. En estos nueve años mucho es el trabajo de Trapero que ha visto la luz, y el último de ellos es la magna obra -más propia de un equipo multidisciplinar que de un solo hombre- Religiosidad popular en verso. Últimas manifestaciones o manifestaciones perdidas en España e Hispanoamérica. Como su figura intelectual se agiganta en cada trabajo, poco puedo decir de Trapero que ya no haya dicho, y simplemente como curiosidad acompaño algunos pasajes salteados de aquella presentación verseada de 2002, que sigue sirviendo para mostrar en perspectiva a uno de nuestros grandes intelectuales:

…Pero entre todos los vivos,
desde el Paraná hasta el Duero,
desde la isla de Cuba
hasta la isla de El Hierro,
me permito mencionar
a Maximiano Trapero
como vara de medir
la voz popular del verso,
el cantar improvisado,
el peso del romancero…
…Es porque si hablo de romances,
tengo que hablar de Trapero.
Maximiano es un canario
que más que nadie es herreño,
aunque viera luz primera
en la Ribera del Duero,
denominación de origen
de un catador muy experto
de vino, amistad y cepas,
de palabras y consejos.
Trapero lo es por su padre,
y por su madre Trapero,
no es una casualidad
que rime con romancero.
Trapero tiene figura
de jefe de un regimiento,
firme, cabal y elegante,
un escuchador honesto
que cuando habla define
porque acumula argumentos.
No lo nombro general
porque no tiene el aspecto:
los generales son calvos
y tienen brillo grasiento
y en los bailes de salón
no se mueven de su asiento;
el general literario,
el que imagino en mis cuentos,
conspira con las marquesas
gordas, con poco resuello
por las perlas del collar
con tres vueltas en el cuello.
En cambio los coroneles
son bailarines apuestos,
que no conspiran con nadie,
y cuando tienen resuelto
el protocolo del vals
vuelven a su regimiento.
Maximiano es coronel
y yo le niego el ascenso
a general gordo y calvo,
político y marrullero…
…Cuando hablo de Trapero
No me encadila el afecto.
Es verdad que soy su amigo,
somos cómplices añejos,
aliados en la palabra
que no se ocultan defectos,
porque es gran deslealtad
engañar al compañero…
…Si lo proclamo, repito,
es eso lo que yo pienso,
aunque a nadie ha de extrañar
si ya conoce a Trapero,
su trabajo y su rigor,
su eterno vagabundeo
por legajos y caminos,
rastreando vericuetos,
romances y romancillos,
décimas o cualquier verso
que naciera en culta pluma
y ya pertenezca el pueblo…
***
Y Remacho con cuatro versos de ahora, que son la constatación de lo que él mismo dijo en la presentación del libro el pasado día 20 de octubre en el salón de actos de la Casa de Colón:
Y aunque Maxi nació lejos,
es isleño y de los buenos;
no es canario por la cuna,
lo es por conocimiento.

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La hipocresía del mercado literario

Esta noche se falla en Barcelona el Premio Planeta, y cada año me da ternura ver la candidez de cientos de escritores que presentan sus novelas con la esperanza de ganarlo. Todavía no se han dado cuenta de que forman parte de una pléyade de autores que, creyendo en la honestidad de los jurados, piensan que va a ganar la mejor obra después de haber sido leídas todas. Siempre pasan de cuatrocientas, pero es patente que todo es una gran puesta en escena; zzzDSCN3669.JPGporque es posible y hasta probable que siempre gane una pluma consagrada porque por algo tiene un gran nombre, y Eduardo Mendoza, Vargas Llosa o Bryce Echenique son buenos novelistas. La pregunta es si alguna vez, aunque fuese por casualidad, hubiera una novela de alguien desconocido que pueda ser considerada la mejor. No creo que eso pase ahora porque mandan los mercados y la imagen, y la editorial apuesta por caballo ganador, hasta el punto de que no creo que sea posible el milagro de una voz nueva, sencillamente porque ni siquiera leerán las 400 novelas presentadas. A veces, los propios ganadores meten la pata, porque cuando Fernando Savater quedó finalista con una novela sobre Voltaire dijo que había merecido la pena pasarse todo el verano escribiéndola. Claro, si las bases dicen que las novelas han de presentarse antes del 15 de junio, escribirla en el verano suena a encargo. Y así, esta noche sonará uno de los 30 nombres mediáticos que aún no haya ganado: Javier Sierra, Lorenzo Silva, Rosa Montero… O personajes mediáticos metidos novelistas como Boris Izaguirre o Javier Sardá. Pasen lista y será uno de los que falte. Otra cosa sería una sorpresa y una alegría porque querría decir que alguien puede darse a conocer a lo grande en un premio, como antaño pasó con Delibes, Carmen Laforet o Carmen Martín Gaite. Eran otros tiempos tal vez más honestos y era el Nadal, donde ahora tampoco es posible el milagro.
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Debates estériles

zzFoto0110.JPGCreo que esa casta que suele ser llamada «intelectuales» pierde demasiado tiempo en tonterías y en guerras que solo tienen perdedores. Y es que se repite el mismo debate en las cuatro últimas décadas y todo sigue siendo un proyecto. Cómo será la cosa que, siendo escritor, no tengo la menor idea de si debo decir literatura canaria, en Canarias o de Canarias. Y además, tampoco me preocupa saberlo mientras me queden fuerzas para escribir, que es de lo que se trata. Creo sinceramente que los debates son otros, por ejemplo, cómo dar respuesta al envejecimiento de la población, qué hacer con nuestros jóvenes, cómo acabar con la violencia doméstica, de qué manera vamos a parar el inevitable colapso demográfico… Y en eso poco van importar palabras como colonialismo, esbirro, patria o españolismo. Incluso tiemblo cuando oigo hablar de libertad, en cuyo nombre se han cometido las mayores atrocidades cuando sale de la boca del fanatismo o de la tiranía. Las palabras a veces son una bomba de relojería, cuidado con ellas.