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Pedro García Cabrera

El pasado miércoles, el suplemento Pleamar de la edición impresa de
Canarias7 dedicó especial atención a la figura del poeta Pedro García
Cabrera, que este año es el escritor homenajeado en El Día de Las Letras
Canarias. En esa página se publicó un artículo de mi autoría y otro firmado
por el profesor y crítico Felipe García Landín, quien ha tenido a bien
cederme dicho artículo para que lo ponga en mi blog y tengan acceso a él
personas que no pudieron leerlo el día de su publicación en papel.

TODAS LAS ISLAS DE TODOS LOS MARES
Por Felipe García Landín

En 1905 Pedro García Cabrera nace en Vallehermoso, un pueblecito próximo al mar en lo alto de la isla de La Gomera: A cara o cruz he lanzado/ una moneda; / salió cuna y nací yo: / cuna o concha es la Gomera, donde el viento se convierte en el silbo sonoro que defiende la libertad que amamos. Desde su nacimiento el poeta se sabe ciudadano del mar pues, en la mar, encontrará las respuestas a todas las preguntas. Es el océano el camino que le lleva al compromiso con todos los hombres de todas las islas de todos los mares.
Con el golpe de estado de 1936 y la guerra es detenido y encarcelado. En 1945 en libertad vigilada, regresa a Tenerife donde ya se quedará para siempre escribiendo por la libertad, soñando unas islas que no sean silencio amordazado y pidiendo a todos la alegría del mar. El mar de su infancia y la isla, todas las islas del mundo están presentes en su poesía. El mar es el interlocutor con el que establece un diálogo permanente, pues es un mar familiar, cotidiano, esencia del ser isleño: ¿Al norte? Vamos al norte. / ¿Al sur? Pues vamos al sur. / Como sea sobre el agua/ yo voy donde vayas tú. Versos de Líquenes, poesía joven donde se percibe la influencia de Lorca y Alberti: Qué solita está la mar. No la apuñala ni un barco. O Tírame la ola, / tírame la sal, /tírame tus labios /que son de coral. Versos que nos presenta a un mar conocido, íntimo como estos dedicados a su amigo Juan Ismael: Un mar que por las noches/ duerme en tu misma cama, o también estos que encuadran perfectamente en la estética vanguardista: La tarde le puso al mar/ una camisa de fuerza /hecha con aire dormido /y aplicaciones violeta. Imágenes poéticas que nada tienen que ver con el océano sonoro cargado de mitología de los modernistas. La mar de García Cabrera puede una mañana olvidarse de ponerse las bragas de las olas o ponerse traje de baño y hacer el cristo boca arriba.
zfelipe[1].jpgEn La Rodilla en el agua de 1934 su poesía se hace más humana y familiar en las formas, pues este libro es un diálogo con la isla, que es mujer: … Que recoge la falda de la espuma/ para ganar los áticos que vieron/ brotar del pecho virgen de la roca/ el silbo ardiente de un pezón de humo/… isla, madre, mujer, volcán, destino, / ven a dormir tu soledad de siempre/ – oh amada de la noche y la distancia-/ en el tibio silencio de mis brazos.
En julio de1936, unos días antes de ser detenido, escribe Dársena con Despertadores dentro del surrealismo más radical, producto de un clima ambiental que prologó la guerra española: la alegría de la libertad malherida y violada por el caos de los despropósitos. Ahora el mar es el mar de las agonías porque nuestro amigo el mar ha sido violentado y se convierte en un mar de arenas que engulle veintinueve deportados. El poeta, a pesar de la guerra y de la prisión, consciente de que la escritura y los ideales lo mantienen vivo, no dejará de establecer un permanente diálogo con el mar símbolo de la inmensidad, principio y final de la vida donde ésta se renueva y purifica, adonde se va a buscar la esperanza, la libertad y los sueños. Domingo Pérez Minik lo expresó así: «buscando las naranjas de lo absurdo halló los cuerpos de sus amigos ahogados, la paz inverosímil, la memoria de su infancia, la posibilidad de un hijo, la figura ideal de la patria, la consecución de la libertad soñada…» Nuestro poeta explicaba refiriéndose al título de Las islas en que vivo que estas son islas raíces que buscan, encuentran y se solazan con la amistad de otros archipiélagos que, más que soledades aislotadas, son regazo de penas y alegrías en el que el hombre dramatiza el reflejo de su libertad. Es decir, son reductos alzados con hambre de universalidad. La isla es como un iceberg anclado en el océano, sólo emerge una pequeña parte que es la que habitamos, pues la isla no tiene sino la rodilla en el agua.
Leer a Pedro García Cabrera es recorrer un camino poético único en Canarias, que va desde el postmodernismo hasta la llamada poesía social pasando por las vanguardias. En la celebración del Día de las letras recordémoslo en las olas de la mar, / en sus pechos andariegos… batiendo y rebatiendo las orillas/ de malpaíses y obsidianas…y sentiremos en el alma la aleluya/ de sonreír en libertad.

Y ahora el mío:

NUESTRO MIGUEL HERNÁNDEZ

Pedro García Cabrera es un poeta muy especial en la historia de nuestra literatura. Además de ser una de las voces más nítidas de la poesía de esta tierra -sin duda con una fuerza equiparable a la de sus contemporáneos peninsulares que coinciden con el Grupo del 27 y la llamada Generación del 36-, tiene todas las características de todos los intelectuales comprometidos en cualquier época, pues siempre estuvo en la vanguardia literaria e ideológica y cuando la vida lo colocó ante el espejo de la coherencia, siguió hasta el final, convirtiéndose en un hombre de acción, como Lord Byron, José Martí o Miguel Hernández. El propio PGC homenajea con versos sangrantes al poeta oriolano «No y no. Que no te busquen bajo tierra./ Estás aquí, viviendo con nosotros,/ arándonos el pecho».
zpedrogc[1].jpgPor desgracia hay demasiados poetas con los que se puede establecer un paralelismo con el poeta cabrero, y en Canarias se me ocurren varios, entre ellos Domingo López Torres, asesinado en 1936, y sin duda PGC, al que una vez definí como nuestro Miguel Hernández con un poco más de suerte. Tuvo suerte PGC porque logró escapar de una primera prisión en África Occidental. El y un grupo de presos lograron llegar a territorio francés cuando España se consumía en una sangrienta guerra civil. Pudo haber hecho lo que hicieron muchos, quedarse en el exilio, pero él regresó y se incorporó al ejército de la República. Volvieron a capturarlo y pasó años en un campo de concentración andaluz y cuando al fin lo liberaron era un hombre marcado. Pero él siguió siempre firme, a pesar del sufrimiento. Cuando en un hombre se da la coherencia entre el pensamiento, la palabra y la vida, estamos ante un ejemplo. Y en ese sentido PGC lo es.
Desde el punto de vista literario, PGC recorrió el siglo XX desde las vanguardias. Fue contemporáneo de sí mismo, un baluarte del surrealismo y luego un buscador de agua en el desierto de una dictadura a la que sobrevivió solo seis años. Al final, cada movimiento en el que hurgaba era una herramienta, porque su poesía es tremendamente personal, desde Transparencias fugadas, aquel libro iniciático y luminoso que anunciaba una nueva forma, hasta sus Elegías muertas de hambre, ya en el ocaso de su vida. Mucha poesía, dos docenas de libros y una obra teatral de los años 30, Proyecciones, un texto muy moderno y a la vez muy clásico porque indaga en los distintos matices del ser humano.
Personalmente, me toca muy de cerca su poemario de 1940 La arena y la intimidad, escrito durante su segundo cautiverio. Trata del primero, entre las ardientes arenas saharianas, y traslada tan certeramente la grandeza, la angustia y la generosidad del desierto que en mi novela El llano amarillo (1985), que transcurre en el Sahara, puse en el umbral de cada capítulo dos versos de este poemario, porque como dice el poeta dirigiéndose al desierto: «Golpeas de tal modo mi horizonte /que me amellas los filos de la vida». PGC no sólo es un poeta para celebrar puntualmente, es la palabra eterna que nace de un hombre que pensó, escribió y vivió de la misma manera.
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Y como dice Bugs Bunny, «Eso es todo, amigos»

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¿Volveremos a hablar latín?

Cada día nos llega una nueva versión del idioma. Por una parte están los escritores, que se dicen que crean lenguaje precisamente porque a menudo se saltan la norma, lo cual lleva a los estudiantes a una empanada mental, porque leen en sus manuales que Gómez de la Serna es un maestro de la lengua riguroso y preciso (sigue la norma a rajatabla) y le dan el mismo título a Juan Goytisolo porque fuerza el lenguaje, lo que les induce a pensar que se lleva por delante media Academia. Por otra estan los comentaristas deportivos, que dan significados distintos a las palabras; dicen, por ejemplo, que Pichici convirtió el penalty, y cabe preguntarse si lo convirtió en mariposa o en conejo, y como ya uno no se cree nada piensa que cuando el locutor dice que el defensa «encimó» al delantero, transformando un adverbio de lugar en verbo, está cometiendo un error, y resulta que no, que el verbo «encimar» está recogido en el diccionario de la Real Academia. Más empanada. Vienen después los políticos, cuyos maestros son sin duda Grucho Marx y Cantinflas, porque hablan y nunca se sabe exactamente lo que dicen, aunque da igual porque siempre significa que vas cobrar menos, pagar más impuestos y tener peores servicios; y los profesionales del Derecho, que vete a saber de dónde sacan tanto tecnicismo que no se corresponde con la vida, hasta el punto de que el Tribunal Supremo puso por escrito ayer mismo al sentenciar sobre el caso de los crímenes del franquismo que Garzón «erró al calificar los hechos como crímenes contra la humanidad»; que yo sepa, los muertos no eran gatos siameses ni palomas mensajeras, sino seres humanos exterminados por sistema. Sigue la empanada.
zlatines.JPGY siempre están los lingüistas, que son los técnicos del asunto, y hasta ellos yerran, porque si dos están en desacuerdo (cosa que ocurre con frecuencia) es que al menos uno está equivocado. Por eso me da mucha risa cuando dicen los editores peninsulares que los canarios abusamos del «ustedes», que por cierto está permitido y documentado por la sacrosanta RAE, y son los mismos que tildan de maestro del idioma a Miguel Delibes, que cometía un laísmo cada dos renglones, lo cual me parece bien porque así se habla en Valladolid, que es el habla que usaba don Miguel. Así que, al final, está el pueblo, que somos todos, hasta los catedráticos, y metiendo eso en una coctelera sale un jugo que es la lengua, y que cambia constantemente. Si no cambiase, seguiríamos hablando latín (ahora entiendo lo del Vaticano).

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Stefan Zweig setenta años después


Fue un día muy triste aquel 22 de febrero de 1942, cuando el escritor vienés Stefan Zweig decidió quitarse la vida junto a su esposa en un hotel de Petrópolis, una pequeña localidad cercana a Río de Janeiro. Zweig era judío pero nunca ejerció de tal porque sus padres también lo fueron por accidente. Pero eso nada le valía con Hitler y los suyos, de manera que, en 1936, se marchó del país donde nació y vivió siempre, y que ya pertenecía al III Reich tras la anexión de Austria. Después de recorrer medio mundo se instaló en Brasil, país que llegó a amar profundamente y al que auguró un gran futuro en uno de los últimos libros que escribió. Cuando vio que Hitler era dueño de Europa (ya había invadido Rusia), Zweig creyó que el nazismo se implantaría en todo el mundo, y viéndose con 66 años muy cansado para empezar de nuevo, decidió suicidarse como un atormentado personaje de Dostoievski, el escritor que más admiraba.
zStefanZweig[1].jpgSu nombre quedó eclipsado durante décadas, a pesar de que alguna de sus obras fueron llevadas al cine. Por suerte, en los últimos años se ha recuperado para el gran público a un autor que cultivó el teatro y el ensayo a gran nivel y fue un novelista extraordinario (Carta de una desconocida, Veinticuatro horas de la vida de una mujer, Novela de ajedrez…) , pero sin duda su faceta más conocida es la de biógrafo, pues retrata a personajes cruciales de la historia con un gran precisión y compone sus vidas como si de una novela se tratase. Freud, Casnova, Tolstoi, Erasmo, Magallanes, Balzac, Dostoievski y muchos más personajes se hicieron reales al pasar por su privilegiada pluma, pero de entre todos ellos destacan sus trabajos deslumbrantes sobre María Estuardo, Fouché y María Antonieta. Algunos especialistas lo consideran el mejor biógrafo conocido, pues a su rigurosa pluma une un trabajo de documentación asombroso, que se desliza por sus libros sin agobiar al lector. Para mí es el supremo maestro del género, y con un poco de sorna suelo decir que Napoleón en realidad no fue tan importante puesto que Stefan Zweig nunca escribió su biografía. Ahora, setenta años después, su obra empieza a colocarse en el lugar en el que siempre debió estar.