Feliz día de San Juan
Como hoy es día de San Juan, no voy a cansarles, pero aprovecho para felicitar a los muchos Juanes que conozco y a los que no. También a las Juanas.
Sobre la teórica diferencia entre humanos y bestias
Como hoy es día de San Juan, no voy a cansarles, pero aprovecho para felicitar a los muchos Juanes que conozco y a los que no. También a las Juanas.
Hoy celebramos la Noche de San Juan, que en Gran Canaria tiene que ver con los tres municipios mayores, aunque en Las Palmas de Gran Canaria la disculpa son las Fiestas Fundacionales, pero finalmente lo que se celebra, con hogueras y fuegos artificiales es un Sanjuanito más. Esta noche tiene fama de mágica, y también su lado oscuro, porque es cuando el demonio, en forma de macho cabrío, se reúne en aquelarre con las brujas. Vamos, como un consejo de ministros cualquiera, pero en negativo. En Canarias el fuego tiene una larga tradición, como creo que en muchas culturas, y nosotros somos herederos de la cultura mediterránea, y también de la celta, pues aquí llegaron genoveses y mallorquines pero también bretones y normandos. El caso es que esta noche de solsticio de verano, fiesta pagana donde las haya, ha sido aclimatada por la Iglesia Católica como festividad de San Juan Bautista, que es uno de los santos de élite. Bien que se ocupa siempre La Iglesia de las cosas terrenas, y ha perdido una gran oportunidad para callarse -por mero respeto- mientras el cuerpo de Saramago estaba aún caliente.
A veces las personas que influyen en el mundo se mueren a pares. Así ha sucedido con Saramago y Carlos Monsiváis, el gran intelectual mexicano, heredero de fernando Novo y Alfonso Reyes. Alguien me dijo una vez que si quería entender el alma de México tenía que leer a Monsiváis, porque Rulfo, Paz, Fuentes, Azuela, Pacheco, Restrepo, Poniatowska y muchos más la han ido reflejando, pero que si prescindes de uno, falta un poco, pero queda lo demás; con Monsiváis no ocurre eso, hay que leerlo obligatoriamente, porque en él está todo, pues entra en sesudos estudios sociológicos, poéticos o históricos y al mismo tiempo habla de lo popular y cotidiano, de eso que los encumbrados intelectuales suelen despreciar. El no, para él México era todo.
Con Saramago se está dando una ironía curiosa. Una vez le hablé del fado y de Amalia Rodrigues, y Saramago se puso serio, casi cabreado, porque decía que el fado era un mecanismo para hacer de Portugal un pueblo débil, y de Amalia Rodrigues no quiso hablar, pero entendí que no era santo de su devoción por la cercanía de ella al régimen salazarista, como Lola Flores con el franquismo. Y la ironía consiste en que, según los noticiarios (la noticia aún no está confirmada), las cenizas de Saramago van a descansar en una panteón de portugueses ilustres que hay en Lisboa, donde reposa también Amalia Rodrigues. Si finalmente eso es esí, no deja de ser un contrasentido.