Día mundial de las estupideces
Como estoy cansado -y tampoco quiero cansarles- de tanta cosa seria y reivindicativa, trataré de hablar de alguna tontería, que al fin y al cabo es lo que conforma la vida, que no deja de ser un rosario de estupideces que creemos importantes. Por ello declaro un par de días mundiales de la estupidez. Muchas son fruto de la invención, aunque otras pueden documentarse, y a veces son ocurrencias puntuales, como cuando Milos Forman nos presentó en la película Amadeus a un Mozart al que le faltaba un punto para ser tonto de baba. Puede que no tuviera muchas habilidades sociales, pero desde luego Mozart tonto no pudo ser. Es imposible, un tarado nunca podría componer La flauta mágica.
Los tiempos van cambiando la percepción de las cosas y hasta la interpretación. Cuando escuchamos una obra de música clásica, ponemos un disco actual, o la escuchamos en un auditorio con una orquesta estructurada seguramente de otra manera a como se hacía hace siglos. Hay por ahí investigadores que incluso tienen grupos de música que tratan de reproducir el sonido que se escuchaba en tiempos de los grandes compositores clásicos. Por lo que yo sé, la cuerda ha ido ganando terreno, y hoy los violines, las violas y los chelos son la base de la reproducción musical de una orquesta sinfónica. En el siglo XIX había menos cuerda y sobresalía el metal, por lo que es de suponer que un concierto de Tchaikovski sonaría más a banda de lo que suena hoy el vals de El lago de los cisnes.
Y así supongo que ocurrirá con todo; un ejemplo es que en algunas novelas y películas ambientadas en el Renacimiento o el Barroco, aparecen prebostes italianos comiento pasta con tomate. Pero eso es imposible, porque si Marco Polo trajo la pasta de China en el siglo XIV y el tomate -oriundo de América- estuvo proscrito en Europa (salvo en la mitad sur de España) hasta casi el siglo XIX porque se creía que era venenoso por su parecido con la mandrágora), los italianos estuvieron comiendo pasta sin tomate durante cuatro siglos. Así que hay tradiciones que no son tan lejanas, pero tendemos a perpetuar lo que aparece escrito en alguna parte.
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(La fotografía apareció en Canarias7 y el autor es Gustavo Montesdeoca)