¿De aquí o de fuera?
Aunque nos pese, la actividad cultural canaria está marcada por las administraciones públicas, sean cabildo, gobierno o ayuntamiento. Siempre son los políticos los que deciden qué y cómo hacer las cosas, de manera que finalmente a la hora de ejecutar una trayectoria cultural quienes en verdad crean cultura simplemente son comparsas que muchas veces ni siquiera bailan. Y siempre acuden a los mismos nombres, qua ya suenan a tópicos de tanto marearlos: cuando no nos atiborran con Galdós acuden a Oscar Domínguez, Martín Chirino o Manolo Millares. Es decir, los que han sido certificados por Madrid, París o Nueva York son los que valen. Es como una velada invitación para que quienes quieran hacer algo salgan pitando de aquí, que luego, si les parece, les pondrán una calle o la harán una exposición retrospectiva. No se trata de si lo que se hace vale o no vale, sino de que haya salido o sea un «pringao» que vive en Canarias. La última muestra la hemos visto en el reciente Festival de cine, en el que actrices canarias mediocres (incluso alguna malísima) son invitadas y recibidas con rango de capitán general, y les aseguro que por aquí las hay muy buenas, pero no cuentan, viven en Canarias. Para los políticos, la cultura canaria fetén es la que se hace en Madrid, París o Londres. Es lo que hay.
En este país, en el que buena parte de la población dice que el Estado debe ser laico, la Semana Santa es una de las vacaciones clásicas. No he visto que haya movimientos para suprimir estas fiestas en el calendario laboral, y resulta contradictorio puesto que tanto estas vacaciones como la Navidad y las fiestas de los santos patronos y la mil vírgenes que pueblan España son las que rigen no sólo el calendario laboral, sino la guía de las tradiciones de muchas comunidades. Aparte de la significación religiosa que puedan tener para los creyentes, estas fiestas, como otras muchas, son el referente de asuntos culturales y artísticos (es inmenso el arte que hay en las iglesias) y de tradiciones seculares que han ido conformando unas sociedades europeas en las que sin duda el cristianismo es una de sus columnas culturales. También es cierto, que con motivo de esta o aquella festividad, hay costumbres que podríamos ir desterrando, porque por mucha tradición que haya es una salvajada martirizar un toro en una vega de Valladolid, realizar encierros y espectáculos con toros en los que suele haber accidentes mortales o lanzar cabras desde los campanarios. La religión es una cosa, la tradición otra y la cultura otra, aunque, como ocurre en Semana Santa, se dan la mano.