Reescribir la historia
Ahora, TVE se empeña en volvernos a otros tiempos con series como Isabel, tratando de vendernos la grandeza de la España sacrosanta del siglo XV. Y mienten la serie y los voceros que en todos los medios hablan no solo de la unidad sino de la uniformidad de España, pues los fueros que hoy se alegan provienen precisamente de otras épocas, y en tiempos de los Reyes Católicos eran distintos los tratamientos según los territorios. Nos engañan adrede porque, para empezar, es mentira que España se unificara con Isabel y Fernando, primero porque eran monarcas de dos reinos distintos, Castilla y Aragón, que luego heredaron sus descendientes y sólo se unían en la corona, porque cada territorio tenía sus fueros y su sistema diferenciado, que curiosamente ellos respetaron, cosa a la que hoy algunos no parecen muy proclives. España no es España como estado hasta la Constitución de 1812. Canarias, por ejemplo, tenía un trato fiscal distinto desde los tiempos de Carlos V y la reina Juan La Loca, y todo fue así durante siglos. En el siglo XV, había una hacienda en Castilla y otra en Aragón, bien es cierto que dirigidas por el mismo hombre, don Luis de Santángel, ejércitos distintos y cortes diferentes. También es mentira que todo el territorio que hoy es España estuviera bajo sus coronas, puesto que el reino de Navarra sería conquistado temporalmente por Fernando el Católico años después de la muerte de Isabel (el problema vasco viene de lejos). Es evidente que pretenden reescribir la historia. Con este sistema y siguiendo hacia atrás, pronto veremos a Calígula convertido en una hermanita de la caridad.
La Real Academia fue fundada hace ahora 300 años, y se ha ocupado de ordenar y fijar criterios que han ido estableciendo usos, y al revés, acogiendo usos que finalmente la Academia ha aceptado. Sabemos que siempre hubo un componente machista en la lengua, consecuencia de la sociedad que la hablaba, y mucho de esto permanece, pero es el tiempo el que acaba absorviendo la evolución de la sociedad. Y si la RAE puede establecer normas sobre la ortografía, el uso y la gramática de las palabras, tiene muy complicado atajar las variables erróneas que se producen cada día, porque la combinación de palabras para expresar ideas tiende al infinito. Todos, hasta los más doctos, cometemos errores, y no sería raro que en este post hubiera más de uno.