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Caritas in Veritate

Quienes me hayan leído habrán comprobado que suelo ser muy crítico con la Iglesia Católica, porque entiendo que tiene una gran influencia sobre millones de personas y no pocos poderes. Por ello apelo continuamente a la responsabilidad de sus dirigentes, y en contra de lo que algunos puedan pensar, no me mueve ningún sentimiento anticlerical, pues por otra parte respeto profundamente las creencias de cada persona.
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Y si soy coherente, también tengo que aplaudir cuando entiendo que ese poder que sin duda tiene La Iglesia se ejerce con responsabilidad de la que hablo. No soy un estúpido y por ello sé también que a la jerarquía eclesiástica le importa un comino lo que yo diga, pero, como ya he señalado, a mí sí que me importan sus mensajes.
En Papa Benedicto XVI acaba de publicar la encíclica Caritas in Veritate (Caridad en la Verdad). No he tenido ocasión de leer el documento en su totalidad, pero por lo que se desprende de los resúmenes publicados en los medios, el Pontífice ha puesto el dedo en la llaga, y ha establecido un discurso solidario, crítico con los que abusan de sus poderes económicos, un discurso que clama por la lucha contra la pobreza y señala con el dedo a los traficantes de ilusiones y finalmente de vidas. Apuesta por una ONU con verdadero poder para reolver conflictos, y no la pantomima que es ahora. Y lo ha hecho coincidiendo con la reunión en Italia de los dirigentes del G-8. Más oportuno y claro no ha podido ser y por ello esta encíclica, que es un documento siempre importante en la trayectoria de un papado, merece ser leída, divulgada y aplicada.
Lo siguiente creo que debiera ser una proyección en la Capilla Sixtina de la película Las sandalias del Pescador, y a ver si empezamos a aplicar la teoría.

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Darwin tenía razón

Hablaba hace unos días del becerro de oro, y creo que me quedé corto. Que la gente busque falsos dioses cuando está desesperada es una reacción hasta cierto punto explicable, pero viendo lo que está sucediendo con Cristiano Ronaldo y con Michael Jackson creo sinceramente que la Humanidad se ha vuelto loca, o lo que es peor, imbécil.
zmonoo.JPGCreo que los seres humanos disfrutan y se emocionan con cosas que les gustan, y por lo tanto el fútbol y la música entran en ese paquete. A mí me maravilla un pase a un hueco inexistente (que luego resulta que existe) de Iniesta, con un dominio del movimiento y el espacio que roza la magia, como ocurre en la danza o en las artes plásticas.También entro en trance cuando escucho un nocturno de Chopin, que es tan sencillo y a la vez tan sublime que me deja sin habla, y, para no dármelas de exquisito, lo mismo me sucede con muchas canciones de Freddy Mercury, Serrat, Elvis, Lennon y hasta si me apuran me excita escuchar el desgarro de la copla cuando alguien se arranca con La bien pagá.
Sin embargo, esa idolatría rayana en la estupidez de un estadio lleno de gente histérica, que ha aguantado un día de cola bajo el criminal sol madrileño de julio para ver de lejos a un futbolista que no va a jugar esa noche, o el circo que se ha montado alrededor de las exequias de Jackson, es algo que no es humano, ni tiene que ver con la emoción o el gusto por el deporte o la belleza. Es simplemente la constatación de que Darwin tenía razón, es un comportamiento simiesco y regresivo, que por lo que se ve hace sonar sin tregua el timbre de la caja registradora.

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Dos presidentes, qué derroche

En tiempos difíciles, cuando los líderes hablan al pueblo suelen poner esperanza en sus palabras, para que haya al menos una pequeña brizna de luz al final del túnel. Y eso está bien, pero una cosa es lo que los líderes digan y otra muy distinta que tengamos la cuota de ingenuidad precisa para que podamos al menos concederles el beneficio de la duda.
cafe3.JPGLa economía es un arcano que se puede estudiar científicamente a toro pasado, como los partidos de fútbol. Mientras se mueve el balón puede pasar de todo y a menudo cosas imprevisibles; es cuando los comentaristas, en ocasión de que Estados Unidos le meta dos goles a Brasil, dicen aquello de «esa es la grandeza del fútbol». Pero es un comentario inútil, porque finalmente siempre, gana Brasil. En economía es igual, no sabemos quién gana (lo suponemos) pero sí que sabemos quién pierde siempre.
A veces nos habla el Presidente de Canarias, a veces el de España, pero ayer nos hablaron los dos, después de la reunión que mantuvieron en Las Palmas. Dos presidentes, casi nada, poniendo esperanza en sus palabras y apuntando a una supuesta luz que tendrá que empezar a verse al fondo de un momento a otro. «Esa es la grandeza de la política», que diría Luis Aragonés metido a primer ministro. Si ya es difícil creer a un presidente, tragarse la esperanza predicada por dos es una exhibición de candor. Pero seamos optimistas, que volviendo la frase al revés viene a ser un realista mal informado.
¿Un cafecito, señores presidentes?