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El mar

Vivir en una isla es una manera especial de vivir. Y al decir una isla, me refiero a una isla pequeña, con limitaciones de espacio y la inmensidad del mar presidiéndolo todo. Para los efectos, Gran Bretaña, Irlanda, Cuba, Nueva Guinea o Madagascar no son islas. Son tan grandes que es como si se habitara un continente.
Nosotros vivimos en islas-islas. Que crecen con la bajamar y se apiñan cuando la pleamar nos empuja hacia adentro. Y casi nunca nos percatamos de que el mar está ahí, para bien y para mal. Salvo un porcentaje muy pequeño de la población que sí es consciente de esto, la gran mayoría de los canarios ignoramos nuestra condición marítima.
DSCN2419.JPGEl verano nos abre más hacia el mar, aunque casi siempre controlamos las mareas para concretar la hora del baño. Por alguna razón que desconozco, a la mayoría de la gente le gusta más la marea baja, seguramente porque hay más espacio y porque el océano nos enseña algunos de sus secretos, sobre todos en las grandes mareas como las que ha habido estos días.
DSCN2428.JPGEl mar se me impone como una entidad a la que hay que amar, temer y sobre todo respetar, igual que el desierto, aunque el mar es menos humano. El desierto siempre protege a quienes lo aman y lo conocen; el mar puede dar un zarpazo siempre, da igual cuanto lo ames o lo conozcas. Y está ahí, rodeando la isla, haciendo de carcelero y de autopista hacia el mundo. Pero no le perdamos el respeto, es imprevisible.

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La TDT, el enésimo timo

Hoy es el primer día sin televisión analógica, lo cual nos viene a recordar que somos marionetas en manos de no sabemos muy bien quién, que es a su vez manejado por otros y así hasta un ente que es el sistema y que posiblemente es un monstruo que entre todos ayudamos a mantener.
tdt.JPGEs bueno que haya avances tecnológicos, pero estoy convencido de que la TDT es simplemente otra forma de transmitir señales. Bien que se veían las señales analógicas, pero había que crear otro monstruito que vendiera antenas y adaptadores y que abriera la puerta a nuevos canales que finalmente son meros puntos de venta de esto o lo otro.
Eso que nos dicen que la TDT es interactiva es otra paparruchada que no puede creer nadie que tenga dos dedos de frente. Que puedas comprar desde tu mando a distancia, o participar en una encuesta estúpida sin rigor no es interactividad, porque el televisor es una tienda y quienes deciden están siempre en un lado. El telespectador nunca decide. Hace unos años nos obligaron a poner puertas corredizas en los ascensores diciéndonos que era cosa de la UE, y luego resulta que no, que en otros países de la UE no son obligatorias, luego nos dieron el timo del euro, también el de los canales digitales para pagar los fichajes multimillonarios por medio de los contratos de las televisiones con los equipos de fútbol, ahora nos timan con la TDT y, claro, el año que viene con los impuestos municipales. Lo de siempre.

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El cabestrillo del Papa

1753181[1].jpgLas imágenes nos llegan de todas partes, unas terribles, otras informativas y la mayoría con escaso contenido novedoso, porque poca noticia es la enésima fotografía o el vídeo tropecientos de determinados personajillos. También nos suelen repetir paisajes o edificios famosos: El Gran Cañón del Colorado, la Torre Eiffel…
Hay otras imágenes que sí resultan curiosas, por insólitas o por paradójicas. Esta semana, me ha llamado la atención la imagen distribuida por el Vaticano en la que se ve a Benedicto XVI con un brazo en cabestrillo, porque como saben sufrió un accidente doméstico y tuvo que ser intervenido de la mano diestra.
Hasta ahí todo normal, pues hasta el Papa de Roma puede romperse una muñeca. El color del cabestrillo suele ser blanco, y vendría muy bien con el blanco papal, pero lo curioso es que en su caso es ¡AZUL! y resalta que es un primor sobre la sotana blanca. Que Ratzinger aparezca con un cabestrillo azul es llamativo, aunque en él empiezan a no sorprender, pues ya sabíamos que tenía afición por los atuendos pontificios más desconocidos y especialmente por los sombreros exóticos, hasta el punto que en una ocasión se calzó un tricornio de la Guardia Civil en plena Plaza de San Pedro.