Obama y el Nobel de la Paz
La concesión del Premio Nobel de la Paz a Barak Husein Obama ha causado sorpresa, pero les aseguro que no es un hecho extraordinario e inaudito. En primer lugar, hay que decir que es el curato presidente de Estados Unidos que lo recibe, aunque sólo Woodrow Wilson lo recibió, como Obama, siendo Presidente (1919); en 1906 lo recibió Theodore Roosevelt y en 2002 Jimmy Carter. En 1973 se veía venir que iban a dárselo a Richard Nixon por los acuerdos de Cam David sobre Oriente Medio y su retirada de Vietnam (derrota), pero al surgir el escándalo Watergate optaron por darse a su Secretario de Estado Henry Kissinger.
Tampoco es nuevo que se le dé a un dirigente político de incidencia mundial cuando está en pleno proceso o cuando incluso está en sus inicios. Así pasó con Willy Brandt para apoyar su idea sobre la Ostpolitik y a Gorvachov para impulsar su Perestroika. Ahora ocurre con Obama, y la verdad no quisiera estar en su lugar, porque si ya se esperaba mucho de él ahora es que se le va a exigir, si no quiere pasar a libro de los renuncios como Kissinger y algunos más.
Como es evidente, el Premio Nobel de la Paz tiene su miga y sus curiosidades. Ha habido premios muy polémicos, aunque a nadie se le ocurre discutir los merecimientos de muchos de sus ganadores, como La Madre Teresa de Calcuta, como el presidente Wilson por su impulso a la Sociedad de Naciones, como Martin Luther King, Nelson Mandela o Desmond Tutu, por su lucha por la igualdad entre las razas, o a Henry Dunant, el fundador de la Cruz Roja, Y otra curiosidad es que aparte del Nobel a su fundador, la Cruz Roja es la única entidad o persona que he recibido el mismo premio más de una vez, hasta tres, en 1917, 1944 y 1963. Pero la curiosidad mayor de este premio es que Gandhi nunca lo recibió, aunque existe la creencia general de que así fue, e incluso se le considera el paradigma del Premio Nobel de la Paz. Pero no, nunca se lo dieron aunque, según cuentan las crónicas, es verdad que estuvo entre los finalistas en cinco ocasiones.
En todo caso, ojalá este premio comprometa a Obama de forma irreversible en el camino de la desnuclearización y en la apuesta por el diálogo y no la fuerza bruta.