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Anotaciones «modo caraja»

No suelo llevar esa libreta que el mito asigna a los escritores, ni acabo de creer que cruzando un paso de peatones me asalte una idea genial, la salida a una historia a medias o simplemente una frase ingeniosa. Los artículos y la novelas suelen llegarme cuando les parece y con los contornos bien definidos, nunca juntando frases de un block itinerante. Así que, no tiro de libreta ni de notas digitales en el móvil. Pero sí que hago anotaciones, y tal vez confíe demasiado en mi memoria; voy a menudo por la calle con un despiste descomunal, y cuando estoy en «modo caraja» es que tomo notas mentales; unas se convertirán en novelas, reflexiones o artículos y la mayoría se perderán en el limbo del desinterés. Esta semana han ido entrando algunas, todas ellas con vocación de artículo trabajado y tomando partido, pero es que los apuntes son sobre temas tan claros que me da pereza darle más vueltas a la noria de lo obvio. Al mismo tiempo, me parece que afectan a cuestiones fundamentales y no puedo dejar que pasen sin que al menos exprese mi oposición, por aquello de que quien calla otorga. Por ello desisto de formular textos secuenciados y razonados, porque quienes se toman la molestia de leerme habitualmente ya deducen incluso el orden aproximado en que iba a colocar las 300/500 palabras que suelo utilizar. Veamos algunas:
xxojo1.JPG1. Gran indignación por el uso de armas químicas en Siria. Yo también estoy indignado, igual que cuando bombardean un hospital con armas convencionales, que por lo visto son buenas y no condenables. Continuar leyendo «Anotaciones «modo caraja»»

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Pompeya y el amor sin adjetivos

Hay nuevos datos sobre los dos cuerpos entrelazados en la Pompeya arrasada por el Vesubio el año 79 de nuestra era. Cuando fueron descubiertos petrificados bajo toneladas de cenizas en el año 1922, en la Italia siempre tan dada al amor carnal se dio por hecho que en el momento en que los sorprendió el volcán estaban en pleno acto sexual, y por inercia del pensamiento único de la gente de orden, se decidió que era una pareja heterosexual. Para empezar, imaginar que era un encuentro sexual es una hipótesis aventurada, porque la posición del hallazgo no asegura sino que hay un cuerpo con la cabeza recostada en el lado derecho del torso del otro. Pero se trataba de la Italia roja y negra de Mussollini, la de la pasión, la Italia del mito de Romeo y Julieta, y más tarde de las canciones de Celentano y de los seductores papeles de Gassman y Mastroianni (Visconti y Pasolini molestan en el cuadro que quieren pintar); quedó establecido que era un acto sexual «de toda la vida» porque ya diría Rafaella Carrá que para hacer bien el amor hay que venir al sur. Se llegó a especular más tarde que podrían ser una madre y una hija, o un padre y un hijo, aunque siempre se imponía el orgullo prepotente de la sensualidad latina: definitivamente, eran amantes.
pompeya.JPGPero la ciencia acaba poniendo tarde o temprano las cosas en su sitio, y las nuevas técnicas forenses, con los medios más avanzados a su alcance, han determinado que se trata de dos varones, ambos entre 18 y 20 años, por lo que todas las hipótesis anteriores quedan anuladas. Continuar leyendo «Pompeya y el amor sin adjetivos»

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Enciclopedistas de la ignorancia

Ignorantes somos todos, lo que pasa es que no todos ignoramos las mismas cosas.
Albert Einstein.
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Se está extendiendo la idea de que cualquier asunto, sea el que sea, tiene solución y explicación. Se piensa que cualquier especialidad de la ciencia de la que hablemos ha llegado a conclusiones definitivas sobre lo que sea. Curiosamente, vivimos una época en la que se está produciendo el empoderamiento de la ignorancia; muchos «enciclopedistas» de documentales, Youtube o Wikipedia creen estar en la sabiduría máxima de casi todo, y nadie controla la veracidad de lo que se publica ni de lo que se dice en los medios o las redes. En esta orgía de conocimiento subrogado, hacen su agosto los libros de autoayuda, las llamadas pseudociencias y las teorías más peregrinas, que son seguidas por muchas personas porque, en el desentrenamiento general por el rigor en lo que se hace, creen cualquier cosa que aparezca en un medio o en la pantallita de su móvil. A esto se une la paranoia colectiva, que funciona sin aspavientos pero que propicia un sobresalto permanente que no se nota, porque cada día nos llegan por muchas vías advertencias sobre peligros informáticos, alimenticios, medicamentosos o medioambientales. Continuar leyendo «Enciclopedistas de la ignorancia»