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La verdad es la verdad

Dice el viejo aforismo que la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero. Ya sé que para muchos Julio Anguita es un «iluminado», cosa que yo no comparto, y digo a la vez que tampoco comparto la intransigencia irreductible de algunos postulados del viejo PC, trasladados a IU, que responden a discursos obsoletos de la época de la Guerra Fría.
zzDSCN3231.JPGPero, alto ahí; no es verdad que hayan muerto las ideologías, ni tampoco aquella mamarrachada del fin de la historia de Fukuyama. En el mundo sigue habiendo desigualdades, cada vez más, y en Occidente, que parecía que podía ir escapando montado en las volátiles alas de la democracia cristiana y la socialdemocracia, también se está aplicando la regla de que cada vez los ricos sean más ricos y los pobres más pobres. Ah, y que hay que acabar de una vez por todas con las clases medias y el Estado del Bienestar. Nos dijeron desde Bruselas que ahora no es el Estado, sino la Sociedad del Bienestar, lo que carga el asunto en los que cotizan, los que tienen una nómina, y yo no veo que se avance en esa quimera de que los servicios sociales son nichos de empleo, con lo cual -decían- el capitalismo se retroalimentaba y todos tan felices. Y como Julio Anguita lo explicó claramente, les he enlazado con su intervención hace unos meses en el programa «59 segundos» de TVE.

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La medida del tiempo

Como por estos días fue el cumpleaños de alguien con quien voy mucho, me viene a la mente toda la charlatanería sobre el momento en que uno nace, pues ya sabemos que La Tierra se las ve cada año con muchas constelaciones y sin embargo en el zodíaco sólo hay doce, lo cual indica que es un camelo. Cumplir años es una manera como otra cualquiera de medir el tiempo, y al fin y al cabo la vida de una persona es un suspiro en la historia del planeta, que se mide en cientos y miles de millones de años, y por ahí dicen que Mozart es inmortal porque su música ha perdurado poco más de dos siglos.
zzDSCN3232.JPGEsto de la eternidad es otro camelo, o afirmaciones de tan escaso rigor como que quienes nacen en primavera son gente alegre y los que nacen en otoño son melancólicos, que es bonito si se asocia la melancolía a la sensibilidad, y horrible si se equipara a la cursilería. Así que, el tiempo es arbitrario, y nadie va a hacerme creer que alguien es así o asao porque a la hora en que nació se inclinaba no sé cuántos grados sobre la vertical de Libra una estrella que está en la quinta puñeta. La demostración más clara de que todo eso del zodíaco es una tontería es que Chaplin y Hitler nacieron ambos en 1889 bajo el signo de Tauro, con cuatro días de diferencia, y ya me dirán en qué se parecían. Yo creo incluso en cosas que aún no se han explicado, como la sincronía, pero de eso Eisntein sabía mucho y tampoco pudo explicarlo. Que John Adams y Thomas Jefferson, dos padres de la nación americana, 2º y 3º presidentes de Estados Unidos, murieran el mismo día de 1826, que encima era 4 de julio, cuando celebraban con muchos fastos el día del cincuentenario de la Declaración de Independencia, supongo que será casualidad. O no.
El torero Juan Belmonte le preguntó a Ortega y Gasset que a qué se dedicaba, y Ortega le dijo: «Soy filósofo». A lo que el torero sentenció: «Hay gente pa’ tó». Y como hay todo tipo de personas, gente que incluso nos quiere, es razón suficiente para felicitarse y una disculpa excelente para compartir una cerveza (que tiene omega3).

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La confusión

zxconf.JPGLos políticos andan siempre metidos en definiciones, y mezclan churras con merinas. Ya no está claro quién es el gobierno, si este es el Estado, o qué significa nación. Algunos, como Luis XIV, creen que el Estado es cada uno de ellos, cuando, con la Constitución en la mano, sólo es una parte del gobierno. Una conspiración contra la persona de Zapatero no lo es en sentido riguroso contra el gobierno, y mucho menos contra el Estado. Los grupos de oposición, dependiendo de la respiración de cada uno, se lo montan a su aire, confundiendo términos en una babélica ceremonia de la confusión. Esto no es raro si ya en la Constitución de 1978 se usa nacionalidad en lugar de nación, y se pervierte la semántica para suavizar lo que no debiera tener vuelta de hoja. Lo malo de todo esto es que cuando se confunden las palabras acaban embarullándose los conceptos. Y es que los paños calientes conducen inexorablemente a la mentira. ¿Que por qué digo esto? Porque este mi blog.